sábado, 6 de junio de 2020


Capítulo:5
“Problem - Ariana Grande”
Las gotas calientes de la ducha caían sobre mis pronunciadas curvas… sinuosos ríos recorriendo las colinas y los fértiles valles que adoraban mi pequeño cuerpo, lavando las innumerables y pegajosas manchas de semen que cubrían mi blanca piel.
Mis delicadas manos acariciaban mi pequeño cuerpo frotando el jabón de lavanda que había encontrado en las duchas para niñas del gimnasio, las regaderas estaban completamente vacías, nadie usaría la cancha de básquetbol o el gimnasio un viernes por la tarde, mucho menos las duchas del gimnasio todas las estudiantes estaban desesperadas por comenzar su fin de semana.
Yo también estaba desesperada por terminar mi baño, mi cuerpo temblaba y se estremecía incontrolablemente, ni la tibia lluvia de la regadera podía ayudar a calmar las emociones extremas que me estaban llenando en ese momento.
Había entrado a las regaderas femeninas para ocultarme de Aiyden, sabía que regresaría por su celular, y después de estar lejos de ese joven macho negro y de su intoxicante aroma, regresé a mis sentidos, y toda la excitación y lujuria que había sentido al ser usada como un juguete sexual desaparecieron y fueron remplazados por la culpa y el asco hacia mí mismo.
El pensar en cómo el capitán de futbol me había usado unos minutos atrás me provocaba escalofríos y temblores, temblores tan fuertes que hacían rebotar mis enormes y redondas nalgas, no podía dejar de recordar como Aiyden había follado mi pequeña boca… porque lo que Aiyden había hecho con mis gordos y femeninos labios de puta no fue sexo oral, ni siquiera una mamada, Aiyden, mi mejor amigo me había follado la garganta como si yo fuera solamente un juguete para que él se masturbara, nada más que un pedazo de carne, una prostituta barata… y lo peor es que era verdad, mi cuerpo, mi ropa y mi actitud eran las de una puta en celo que rogaba ser utilizada y abusada de la peor manera… o de la mejor.
Lagrimas escapaban de mis grises ojos perdiéndose con la cálida lluvia que bañaba mi frágil cuerpo.
Había estado debajo de la ducha por los últimos veinte minutos, llorando desde que entré con las piernas temblando, gracias al orgasmo que había sufrido mientras Aiyden se deslechaba en mi garganta.
Un llanto ahogado brotó de mi irritada garganta, un dolor que se renovaba a cada respiración, y gracias a eso no podía dejar de recordar como Aiyden había usado mi garganta como una vagina.
Recordé o mejor dicho reviví la sensación de estar de espaldas con mi cabeza colgando cual murciélago y sus enormes testículos golpeando mi nariz y mis ojos, pude oler de nuevo el delicioso aroma de sus enormes y sudorosos testículos frente a mi respingada nariz.
Pero lo que más recordaba era la mirada asqueada y asustada que me había dedicado Aiyden antes de abandonarme.
Lo había arruinado… y lo había arruinado mucho.
Aiyden no era gay, pero gracias a mí y a mis embrujos femeninos, gracias a mi comportamiento de zorra en celo, Aiyden un perfecto y completamente heterosexual joven macho negro se había visto obligado a follarme mi bonita y sensual boquita de puta.
No era su culpa, no era su error, un Dios negro no puede cometer errores, un toro negro no podía ser culpado por querer follar a una yegua en celo, no era culpa de un macho alfa ser seducido… ser hechizado con mis encantos maricas.
Ahora él jamás volvería a mirarme, mucho menos a tocarme.
Aiyden había demostrado ser un amigo de verdad, protegiéndome, e incluso tratando de ayudarme a ser más masculino para poder defenderme a mí mismo.
¿Y cómo le había pagado yo? En lugar de esforzarme por comportarme como un amigo, como un hombre… me vestí como una niña… como una puta, y lo seduje con mis sensuales y femeninas curvas.
Era mi culpa por creer que tenía derecho a enamorarme de un hombre tan perfecto, tan hermoso, tan… negro.
Fue mi culpa por dejarme convencer por Alika, yo no era una niña… era una patética sissy, un putito, una maricona.
No debí ni siquiera atreverme a soñar con tocar a un perfecto Dios de ébano como Aiyden.
Mi llanto era de verdadera tristeza y perdida, nunca había tenido un amigo y gracias a mi puteria había perdido al único hombre que me había tratado como un igual, como otro de los chicos, como su amigo.
Recordé las tardes en la biblioteca cuando yo le enseñaba química, y algebra, tarde tras tarde bromeando y charlando de nuestras vidas y nuestros planes para el futuro.
Me odie por ser tan femenina, tan marica, tan puta, tan… sissy.
Ahora aquel perfecto hombre me miraría con asco y desprecio.
Peor aún, yo había pervertido y contaminado a un masculino y perfecto macho negro, lo había obligado a tocar a una perra como yo, a usar a una sissy para correrse.
Él me odiaba, lo sabía, desde ahora no solo no me hablaría más, me odiaría y tenía razón, él era un apuesto y exitoso macho negro y yo solo era una débil y estúpida sissy sin valor.
Mi cuerpo temblaba y esta vez no era la excitación la que lo provocaba, suspiros ahogados escapaban de mis bonitos y jugosos labios, mientras trataba de contener mi llanto.
El jabón resbalaba sobre mis vulgares y gigantescas caderas de estrella porno creando espuma con olor a flores, cuando mi delicada mano llevó el aromático jabón al frente, no pude ignorar lo pequeño y patético que se veía mi bonito clitty en medio de mis contundentes piernas de mujer que seguían temblando por el esfuerzo que había hecho durante las dos horas de gimnasio, pero más aún mis bonitos muslos femeninos se sentían como gelatina por el placer de mi orgasmo.
Y mientras mi mente se llenaba de las imágenes y sensaciones vividas con el joven macho negro, pude notar como mi diminuto dicklet se erguía un poco tratando de alcanzar sus dos patéticas pulgadas.
Mi cuerpo se había quedado caliente y alborotado si bien mi dicklett había escupido mi cristalino e infértil jugo sissy, y mi bajo vientre donde mis diminutos testículos estaban escondidos había sentido una explosión de fuego… un orgasmo… un orgasmo marica, un orgasmo sissy… un… sissygasm.
No pude contenerme más y mi llanto explotó con un gritito y gemido francamente infantil, y todo mi cuerpo se estremeció mientras lloraba como una pequeña niña asustada y desolada.
Todos los sentimientos desbordándose como un río cuando la presa se rompe.
El peso de la vergüenza provocó que callera de rodillas en medio de la ducha que estaba llena de espeso y caliente vapor mientras el agua de la regadera caía directamente sobre mi bonita cara, mi largo cabello negro creando una cortina frente a mis llorosos ojos lo que sumado a mi incontrolable llanto me dificultaba respirar.
Mi respiración se hizo errática y mi llanto era más profundo y exaltado, incontrolable, mantenía mis ojos cerrados y estúpidamente usaba mis manos convertidas en puños para secar mis lágrimas.
Gracias a ese estado de absoluta desesperación no noté el ruido de la puerta al abrirse, tampoco escuché los pesados pasos acercarse al cubículo donde me estaba bañando, fue solamente cuando mi llanto se hizo tan profundo y doloroso que casi me era imposible respirar asi que abrí mis bonitos ojos grises para poder cerrar la regadera, cosa que no logré, y entonces lo vi.
Ahí de pie cubriendo casi por completo el pasillo estaba el poderoso y enorme Tafari con sus pies descalzos.
El gigantesco gorila negro me estaba mirando desde su impresionante altura, su fea cara africana tenía la expresión de un niño al ver sus regalos debajo del árbol de navidad, sus oscuros ojos estaban llenos de fascinación y sorpresa, e incluso… ¿deseo?
Yo seguía tratando de recuperarme, mi respiración seguía siendo intermitente, provocando que mi pequeño cuerpo se estremeciera, y de mi pecho seguían brotando gemidos y llantos ahogados, como los de una niña desamparada.
Mis pequeñas manitas tallaban mis mejillas como si fuese un gatito o mejor dicho una gatita, una linda y bonita gatita blanca limpiándose la cara.
El tiempo se detuvo, por lo que parecieron horas, pero lo más seguro era que fueran solo unos cuantos minutos, mis enormes, hermosos y bonitos ojos grises mirando fijamente a sus oscuros y feroces ojos africanos, hundiéndome en el abismo de su negra mirada.
Mi cuerpo se estremeció y esta vez no fue por el llanto contenido, sabía lo que estaba a punto de suceder, y aunque estaba aterrada y asqueada de mí misma sabía que si mi piel se erizaba era por la excitación, mi naturaleza marica emergió como una flor ante los rayos del sol…
…Eso era yo, un capullo, una pequeña rosa a la espera de que los cálidos rayos del sol le obligaran a abrir sus delicados y bonitos pétalos.
Yo era un capullo de una rosa blanca y los hombres negros eran mi sol.
Y asi como la semilla que no puede negarse a brotar y crecer ante los cálidos rayos del sol, asi mismo mi naturaleza sissy emergió naturalmente ante el poderoso y enorme macho africano que estaba delante de mí.
De nuevo mi espalda se arqueó mostrando orgullosamente mis hinchados pechos de quinceañera, mis rosados pezones de nuevo se irguieron e hincharon, duros y enrojecidos por la sangre que mi emocionado corazón enviaba rápidamente a mis zonas erógenas, mi pussyboy de nuevo se estremeció dando pequeños guiños, y aunque el agua de la ducha caía sobre todo mi cuerpo pude sentir claramente como mi rosado capullo comenzaba a producir dulce miel sissy.

Tafari por fin se movió, comenzó a quitarse la ropa, primero se sacó su ajustada camisa y dejando al descubierto su abultado abdomen que, aunque lucia gordo también se notaba los poderosos abdominales que había debajo, en su pecho dos poderosos pectorales duros como dos placas de acero negro, enormes brazos tan gruesos como troncos de árboles se flexionaron al sacarse la camisa, gruesas venas se hincharon, dibujando mapas debajo de la africana piel.
Al ver aquella muestra de poderosa masculinidad pura mi dicklet se puso duro de nuevo, mostrando por vez primera sus patéticas dos pulgadas ante el hombre más grande y fuerte que había conocido, porque si bien papi Darius y Aiyden eran más altos que el feo y gordo Tafari, definitivamente los gruesos y enormes músculos negros de Tafari eran más grandes y abultados que los de Aiyden y tal vez también que los de papi Darius.
Tafari arrojó su camisa lejos de la lluvia de agua caliente, y sus oscuros ojos de nuevo se abrieron sorprendidos y fascinados al ver mi micropene totalmente erecto, pegado a mi plano vientre, con el pequeño glande rosado dando saltitos bajo la cálida lluvia.
Su fea cara sonrió solo un instante, y después el más puro desprecio y odio se dibujaron en sus brutas facciones, mi diminuto clitty dio un pequeño salto respondiendo al odio de ese macho alfa, como si fuera un halago, por alguna razón me encantaba ser despreciado y odiado por hombres de verdad.
Mientras veía con adoración al enorme gorila africano, mis lagrimas seguían rodando, pero mi postura era ya la de una hembra deseosa y entregada.
Tafari entonces se quitó sus enormes pantalones de mezclilla dejando al descubierto una enorme carpa, sus boxers negros eran tan grandes que yo bien podría usarlos como una manta, y sin embargo aquella enorme prenda estaba estirada al máximo tratando de contener lo que parecía un bate de beisbol.
La tela estaba estirada a tal extremo que podía ver perfectamente el contorno de esa poderosa y varonil verga, el enorme pene que se escondía debajo de esa delgada capa de algodón se veía extremadamente grueso y su enorme cabeza estaba tan mojada por el pre semen que podría ver a la perfección su deliciosa forma de hongo.
Tafari se acercó, con pesados pasos hacia mí, yo seguía temblando de miedo y expectación, un estúpido y débil conejito blanco ante un enorme y fiero lobo alfa de negro pelaje… y hablando de pelaje, nunca había notado lo peludo que era Tafari, al siempre usar sus ropa de pandillero, con esos pantalones tan anchos y enormes y esas holgadas camisas de equipos de fútbol americano que yo podría usar para levantar una tienda de campaña, la mayoría del tiempo sus impresionante y negra piel quedaba fuera de la vista.
Ahora con solo su ropa interior cubriéndole, yo podría recrearme viendo el ancho y poderoso cuerpo de ese titan africano.
Su enorme pecho estaba cubierto de rizado y gruesos bellos que se extendía sensualmente hasta su abdomen en una línea sexi, que se prolongaba hasta quedar oculta por su ropa interior.
Sus poderosos antebrazos también estaban llenos de tupidos y gruesos bellos, sus musculosas piernas entrenadas para poder frenar a decenas de defensas en el campo de futbol eran dos troncos varoniles y peludos.
Todo el exudaba una virilidad y masculinidad poderosamente salvajes, mientras que el cuerpo entero de Aiyden era elegante limpio y completamente depilado, la moustrosa figura de Tafari era peluda primitiva y sudorosa.
En especial sudorosa, toda su negra piel estaba bañada por gotas de sudor masculino, que a pesar del agua y del aromático jabón femenino que había usado para lavar mi pequeño cuerpo, el apestoso almizcle de Tafari inundo la ducha.
El delicioso y salado aroma a sudor de macho provocó que mi cerebro una vez más se drogara, todo mi cuerpo se estremeció de deseo, mi pequeño clitty comenzó a babear desesperado por atención y mis jugos maricas ya estaban manchando los azulejos del piso.
Mis grises y bonitos ojos ahora fijos en la poderosa erección que YO había provocado a Tafari, me lamí los labios golosa, sabiendo lo que sucedería a continuación.
Tafari usó uno de eso poderos y anormalmente lagos brazos de gorila y cerro la ducha, y ahí quede yo temblando de deseo y frio, con mis pezones enrojecidos y erectos, con mis pequeñas tetitas de adolescente levantadas hacia delante, ofreciéndome completa, desnuda, vulnerable, sumisa y marica.
La furiosa erección de Tafari quedo solo a un centímetro de mi cara, y el poderoso aroma de su sudor, me estaba mareando, era más amargo que el de Aiyden más apestoso y aunque me doliera admitirlo su almizcle era más poderoso que el de papi Darius, era como si cada gota de esa masculina esencia hubiese sido depurada y destilada hasta alcanzar los niveles de testosterona máximos, respiré hondo y mi clitty latió emocionado, my pussyboy se abrió y cerró hambriento babeando golosamente mi aromática miel marica.
El tiempo se detuvo, mi instinto de putito sumiso se estaba volviendo loco ordenándome abalanzarme como una perra hambrienta sobre esa enorme banana negra, y adorarla como si fuera un ídolo, cada célula de mi cuerpo estaba lista para chupar y mamar esa poderosa anaconda africana que aún se mantenía cruelmente fuera de mi vista.
Pero las enseñanzas de Papi Darius estaban dolorosamente grabadas a fuego en mi mente… y en mi diminuto dicklett, asi que me obligué a levantar mi excitada mirada gris de esa intimidante carpa de circo y miré directo a los ojos de aquel primitivo y bruto gorila…
…juntando mis delicadas y bonitas manos con los dedos entrelazados hice lo que era natural y correcto…
Comencé a rogar y rezar a mi nuevo Dios.
“Señor Tafari, sé que no lo merezco, sé que he sido cruel y estúpida al alejarme de usted, pero… por favor, por favorcito, ¿puedo ver su poderosa y enorme verga?, por favor, por favorcito, ¿Puedo chupar, lamer y besar su hermosa verga negra?, por favor, por favorcito, Señor Tafari, haré cualquier cosa que usted me pida, pero déjeme ver… tocar… mamar… una verga de un hombre real… por favor, por favorcito… déjeme adorar su enorme, poderosa, perfecta, y masculina verga negra señor… por favorcito…”
El feo rostro de mi nuevo ídolo, se quedó de nuevo completamente en blanco, mejor dicho, completamente sorprendido, y mi pequeño pecho se hinchó de orgullo al saberme capaz de provocar esos sentimientos y expresiones al salvaje gorila negro.
Pero, nuevamente su sorprendida expresión cambió a la velocidad de la luz, y sus rudas facciones se transformaron en furia, desprecio y asco.
El poderoso oso negro dio un paso atrás, y con una velocidad que contrastaba con su enorme cuerpo…
…me dio una bofetada…
El golpe fue tan rápido y contundente que me lanzó al suelo cuan larga era, y me encontré tirada en el suelo mojado aturdida y con la cara ardiendo de dolor.
Por algunos segundos mi mente quedo en blanco por el dolor, pero en cuanto me recuperé mis pensamientos volvieron a la poderosa y gorda verga negra que me moría por… al menos ver, y si me esforzaba mucho, tocar y adorar.
Asi que me levanté con la mente dándome vueltas y acariciando mi enrojecida y adolorida mejilla y miré a mi verdugo con temerosa reverencia en mis grises y enormes ojos de gatita asustada, mientras que mis gruesos y rojos labios de puta estaban entreabiertos por el asombro que me provocaba estar ante este furioso dios de ébano.

“¡Maldita maricona!, ¡Mírate!, eres un débil y patético niño blanco, ¿cómo puedes vivir viéndote de esa manera…?, ¡Pareces una puta!, meneándote por toda la escuela con esos pechos de quinceañera… y ese enorme culo de yegua en celo… provocándome todo el tiempo, ¡Y esa ropa de hoy!, ¡Sabias lo que me provocaría!, ¡Y aun asi te atreviste a contonearte como una ramera!, y después te fuiste con ese presumido de Aiyden como una perra en celo… y ahora mírate aquí de rodillas rogando por verga como la maricona que eres… ¡Me das asco!”.
Tafari se alejó de mí y con la misma velocidad con la que me golpeó, me lanzó un pesado y espeso escupitajo que me dio justo en mi boca.
Un femenino jadeo escapo de mi garganta y mi delicada legua salió instintivamente a lamer la deliciosa saliva de Tafari… …mi lengua dibujó un círculo alrededor de mis gordos labios juntando toda la espesa saliva, y después la saboreé golosamente embriagándome con su delicioso sabor, sabor a desprecio, odio, furia y asco.
Tafari me miró hechizado por mi comportamiento.
Miré de nuevo al enorme negro frente a mi e instintivamente entrelacé de nuevo mis delicados dedos.
     “Gracias… Señor… eso fue delicioso señor…”
Me lamí de nuevo mis gordos labios de zorra y mientras miraba fijamente los oscuros ojos de Tafari abrí mi boquita de manera sexy y hambrienta y de nuevo rogué con gemiditos de nena mala…
     “Por favor señor Tafari más… deme más… más por favor, por favorcito…”
El rostro de Tafari se iluminó con un cruel y burlona sonrisa.
“Eres un patético putito, una débil maricona, una asquerosa nenaza deseosa de verga negra, das asco…”
Pude ver como juntaba saliva en su boca y demostrando su talento volvió a escupirme directo en mi abierta boca, esta vez la cantidad de saliva fue mucho mayor y pude jugar y saborear el abundante néctar recreándome en su sabor a humillación y odio, antes de tragarme su esencia, y descubrir sorprendida que un tenía sed.
“Gracias Señor Tafari, gracias, gracias, gracias…”
Mis femeninos gemidos de gratitud fueron interrumpidos por una nueva bofetada me arrojó al suelo, el sonido de mi piel chocando contra el suelo mojado resonó en el vestidor vacío.
Dejé escapar un gemido de profundo dolor, y mis hermosos ojos de nuevo se llenaron de lágrimas contenidas, pero en ningún momento paso por mi embriagada mente la idea de correr o pedirle a Tafari que se detuviera, es más ni siquiera me atrevía a pedirle a ese perfecto hombre africano que dejara de lastimarme, simplemente me puse de rodillas y viendo a sus feroces ojos negros de nuevo entrelacé mis delgados dedos color marfil y rogué de nuevo, mi corazón latía como loco y mi cuerpo vibraba de puro deseo, igual que cuando estuve en los brazos de Papi Darius o cuando Aiyden usó mi garganta para masturbarse como si fuera un juguete sexual, pero estar frente a Tafari se sentía diferente, si bien mi delicado cuerpo de nena temblaba de excitación y calentura la mayor emoción que provocaba que temblara como un dulce flan era el miedo…
Tafari me tenía aterrada, antes de que Aiyden comenzara a protegerme yo era la presa favorita de los acosos de Tafari, podía recordar todas las veces que me obligó a hacer la tarea para él y como me castigaba aun cuando la realizaba perfectamente, sus poderosas manos de gorila pellizcando mis sensible pezones de forma dolorosa y cruel o sus poderosas nalgadas en mi gigantesco culo de yegua, recordaba con especial cariño cuando una vez Tafari y su pandilla de enormes amigos negros me rodearon y comenzaron a empujarme entre ellos hasta que termine llorando en el suelo, donde después me bañaron con restos de soda tibia, termine empapada y pegajosa… el saber que a diferencia de casi todos los hombres que había conocido en mi vida que me trataban de manera delicada y diferente por ser tan delicado y femenino, Tafari al contrario me torturaba y lastimaba por mis rasgos de maricona, el odio, desprecio y crueldad que Tafari demostraba hacia mi aumentaban mi excitación… me sentía tan embelesada, tan sumisa tan marica… tan sissy.
“Perdón, perdón… señor Tafari, lamento ser un putito, perdón por ser un débil y patético niño blanco, perdón por no ser un hombre de verdad… por eso   por favor, por favorcito, déjeme ver la verga de un hombre real, por favor por favorcito, se lo ruego permítame tocar y besar su hermosa, gigantesca y gorda verga negra”.
El poderoso gorila negro seguía mirándome con ese rencor y odio que siempre ardía en sus negros ojos cada vez que me veía, pero su poderosa erección estaba a punto de romper el algodón de su ropa interior, el gigantesco y gordo glande había escupido tanto pre semen que casi todo el frente estaba mojado, el fuerte aroma que desprendía esa humedad me llegaba en espesas oleadas que me estaban volviendo loca de hambre, mi boquita estaba hiper salivando, y podía sentir como algo de mi saliva brotaba por mis gordos labios de puta.
Mi naturaleza marica me gritaba, ordenándome saltar hacia enfrente y probar ese valioso pre semen que cruelmente se estaba desperdiciando.
Por fin la expresión de furia de Tafari cambió y una sonrisa malvada iluminó su feo rostro africano.
“Parece que por fin has aprendido cuál es tu lugar, supongo que por eso hoy viniste vestida de putita, es bueno que te hayas dado cuenta de lo que realmente eres… una patética y maricona Sissy… y de cuál es tu misión en esta vida… servir a los hombres de verdad, servir a los hombres negros… servirme a mí”.
Yo seguía con mis grises ojos fijos en su impresionante erección lamiendo mis rojos labios, con la boca echa agua.
     “Por favor… per favorcito… señor… Por favor”.
Tafari guardo silencio un instante más y dando un poderoso suspiro que hinchó sus poderosos pectorales me ordenó con voz profunda.
“Muy bien pequeña perra… ahora podrás demostrarme que sabes que eres mío… ahora usa esa boquita de puta para lo que fue echa…”
La felicidad que sentí en ese momento era tal que no pude reprimir la enorme sonrisa que ilumino mi femenino rostro.
Yo era la niña más feliz del mundo a punto de abrir sus regalos debajo del árbol de navidad.
Me abalancé sobre aquel gigantesco bulto que estaba a punto de romper la los boxers de Tafari.
Mi pequeño y bonito rostro de muñeca japonesa se estrelló contra la húmeda tela negra, de inmediato pude sentir el pre semen mojar mis delicadas mejillas y mis gordos labios, me abracé a su amplia cadera dándome cuenta que mis manos no llegaban a tocarse, y enterré mi nariz en la entrepierna de ese salvaje negro.
Por fin por fin estaba tocando la enorme verga negra, pude sentir en mi rostro aquella monstruosidad, restregué mi rostro sobre ese largo y gordo pepino de carne, pude sentir el calor que desprendía aun a través de la pegajosa tela, hundí mi nariz y di un profundo respiro.
Mi ya abrumado cerebro se llenó de endorfinas cuando el apestoso y salvaje almizcle inundó mi olfato…
Era sencillamente delicioso, el más fuerte amargo y varonil almizcle de macho negro que hubiese olido… aunque solo tenía dos ejemplos para comparar, esta era la verdadera esencia de la masculinidad, asi es como olía un macho alfa, un hombre de verdad.
Mi mente estaba en blanco drogada por aquel aroma a macho negro, y un gemido de entera satisfacción brotó de lo más hondo de mi ser.
Tafari rodeó mi pequeña cabeza con sus enormes manos y me presionó más aún contra su apestosa entrepierna, yo, mimosa restregaba mi cara contra la olorosa entrepierna ronroneando de gusto, mientras respiraba profundamente.
     “Eso es putito, huele bien, ¿te gusta?”
     “Me encanta su aroma señor, es delicioso… gracias, gracias, gracias”
Pero, aunque poder embriagarme con el aroma de este dios de ébano era un honor yo quería más… no, yo necesitaba más.
Comencé dar tiernos, suaves y desesperados besitos que mojaban de delicios jugo de macho mi gruesa boca, mis besitos recorrieron la hinchada verga de arriba abajo, podía sentir sus poderosos latidos en mis delicados labios.
Pero besar tampoco era suficiente asi que gimiendo tiernamente comencé a lamer aquella mojada tela… por fin, por fin pude probar el pegajoso jugo de Tafari y era exquisito… varonil, salado, pegajoso, e increíblemente intenso… me recordó al sabor del semen de Papi Darius y definitivamente era más fuerte que la leche con la que Aiyden me había alimentado hacia apenas media hora.
Lamí como una perra sedienta empapando la ya húmeda tela de algodón, el agridulce sabor saturó mis papilas gustativas, y un gemido de nena expresó lo rico que sabía el pre semen de hombre negro.
Tafari guiaba mi desesperada y pequeña lengua sobre su dura erección, yo simplemente me puse completamente en sus manos nunca mejor dicho, gracias a que yo literalmente estaba babeando de hambre en pocos segundos su poderoso pene estaba bañado con mi saliva, lo que había provocado que la silueta de esa banana africana se marcaba perfectamente, la tela se había pegado a su duro miembro como una segunda piel.
Pero oler besar y lamer esa maravilla no me era suficiente asi que coqueta comencé a dar pequeños mordisquitos con mis pequeños y perfectos dientes, Tafari me recompensó con unos gruñidos guturales de macho en celo que me llenaron de orgullo marica.
Mi boquita de puta continuó dando mordidas lamidas y besos mientras que mis delicados y delgados dedos se enredaron en los rizados vellos sus duras nalgas fortalecidas por años de ejercicio en el campo de futbol, Mi nuevo macho sí que era peludo… y eso me encantó… yo blanca pequeña y sin un solo bello como una princesita, el negro enorme y peludo como un neandertal el contraste era monstruoso y hermoso a partes iguales, monstruosamente bello.
     “Joder… sí que sabes usar esa boca de zorra que tienes…”.
Di una última y picara mordidita en el hinchado glande y me reí femeninamente cuando Tafari gruñó de placer.
     “Señor, por favor señor… ¿puedo quitarle su bóxer?” Papi Darius me había enseñado que las niñas buenas siempre piden permiso para poder tocar las vergas de hombres reales y yo era una buena alumna.
“Joder con el putito, sí que estas bien amaestrado, eso me gusta… adelante pequeño niño blanco, chupa mi verga negra, pero cuidado con los dientes o te iras sin ellos”.
Un escalofrió de miedo me recordó que, aunque yo estaba disfrutando de este momento como una loca, no debía concentrarme en mi placer… mi máxima meta… mi única meta… era el placer de mi nuevo macho.
Aún asi no pude esconder la moción ni la enorme sonrisa cuando recibí permiso para desenvolver aquel regalo del cielo que Tafari tenía entre las piernas.
Mis manos seguían jugando con los espesos y rizados vellos de su culo, asi que usé mis perfectos dientes para morder el elástico de aquella prenda y comencé a bajar con la tela entre mis dientes.
El abdomen de Tafari tenía esa sexy línea de vello que nacía desde sus pectorales y bajaba hasta su entrepierna, pero la delgada línea de vello en dada se comparaba con la espesa selva de pelo púbico que me esperaba.
Estiré la húmeda prenda para poder liberar la poderosa cabeza de la enorme verga de Tafari… por fin apareció ante mí un enorme glande gordo e hinchado… y de color negro…
Mientras que Papi Darius tenía un hermoso glande color purpura, y Aiyden poseía una hermosa cabeza color caramelo, Tafari lucía un glande tan negro como su piel africana, y mientras más bajaba y descubría el grueso y gordo tallo me di cuenta que no había ninguna variación de color, Tafari era negro puro, completamente negro, deliciosamente negro.
Y cada centímetro de él poseía ese tono de piel tan oscura que casi era obsceno, una piel tan negra como la de los primeros esclavos traídos del África más profunda.
Y era esa piel negra lo que más me atraía de Tafari, me hacía sentir tan, diferente tan blanca, el ver su piel negra en contraste con mi pálida piel color marfil, me hacía comprender que pertenecíamos a diferentes razas… y que mi raza era inferior.
Por fin quite aquella estorbosa prenda que me separaba de mi golosina.
Y ahí estaba… una enorme verga negra, enorme, inmensa, debía medir por lo menos 12 pulgadas igual que la verga de Aiyden, pero… esta nueva verga de macho negro era mucho más gruesa que la de Aiyden… en realidad era más gruesa que la de Papi Darius mientras que el hermoso pene de Aiyden tenía un ancho similar a una lata de Red Bull, mi primera polla negra que probé la de papi Darius era un poco más gruesa, y además tenía ese nudo en medio del tronco, lo cual lo hacía más varonil.
Pero el moustro que ahora se erguía ante mí no podía compararse con aquellas dos hermosas vergas.
La poderosa anaconda negra que tenía a escasos centímetros de mi rostro era… fea, brutal y primitiva… tan gruesa como una lata de Coca-Cola, curvada y lo mejor… llena de primitivos nudos que hacían parecer aquella verga negra, como brazo musculoso de un niño.
Y entre sus poderosas piernas colgaban los dos testículos del tamaño de mandarinas completamente cubiertos por su rizado vello púbico.

Su erección era completa y poderosa pero los primitivos nudos y ángulos torcidos de esa brutal… casi animal, verga negra impedían que su glande en forma de hongo llegara a su velludo vientre.
Y aunque aquella verga era la cosa más aterradora y fea que hubiese visto… al mismo tiempo era lo más hermoso, perfecto, maravilloso.

¡Fue amor a primera vista!

Pude sentir como mi corazón que ya estaba acelerado se debocaba, mi mente se sentía nublada y confundida, y en mi bajo vientre sentí un millar de mariposas aletear emocionadas, pero más que sensaciones físicas pude sentir como fui flechada por esa moustrosa verga negra, esa fea brutal y primitiva verga negra…me enamoré como una quinceañera de un cantante rock, no solo era lujuria y deseo, podía sentir a ciencia cierta como mi corazón de calentaba y emocionaba de la misma manera en que lo hacía cuando Aiyden era bueno conmigo… NO, esta emoción era aún más intensa, el solo mirar de frente a esta moustrosa verga negra provocaba en mi sentimientos de anhelo y fantasías, ya me veía casada y embarazada por esta horrible y salvaje verga… ya la amaba… y la amaría por siempre.
Me quedé unos momentos viendo aquella imponente verga africana, Tafari respiraba emocionado quería ver su expresión, pero mi gris mirada no podía apartarse de mi nuevo enamoramiento, simplemente no podía dejar de admirar aquella maravilla, si me sentía pequeña ante la altura y musculatura de Tafari, frente a esta colosal verga negra me sentí diminuta, insignificante, sumisa… inferior.
“¿Vas a quedarte mirando como la estúpida y patética sissy que eres o harás eso para lo que naciste?”
“Señor, sí señor… lo siento yo… es tan hermosa… tan… enorme… señor”.
Tafari ya estaba cansado de mis mimos y atenciones se notaba en su enojada voz que estaba desesperado por tener su torcida verga negra dentro de mi boquita de puta.
Y la verdad es que yo también ya estaba loca por comerme ese gordo salchichón negro.
Asi que llevé mis manitas hacia esa feroz verga negar…
Mia pequeñas y delicadas manos simplemente no podían rodear aquello, era exactamente como tratar de rodear una lata de soda con una sola mano… una lata de soda caliente, hirviendo, latiendo.
Pude apreciar cada vena, cada nudo y cada musculo… porque, aunque pareciera imposible aquella verga negra parecía tener músculos, y eso lo pude notar aún más al tener mi delicado y delgado brazo cerca de ese musculoso trozo de carne negra, ¡Era más grueso y musculoso que mi antebrazo!
Mis manitas acariciaron de arriba abajo a mi nuevo juguete favorito, después de un par de masturbarlo un poco bajé mi mano derecha hasta su abdomen donde acaricié su gordo abdomen, estaba tapizado de rizado y espeso vello púbico africano, no era largo y enredado si no corto pero muy tupido y sus negros rizos se extendían por sus muslos internos casi hasta sus rodillas donde colgaban esos enormes y peludos testículos de toro, nunca mejor dicho, cuando mis delgados dedos se envolvieron alrededor de una de esas pesadas bolas, lancé un suspiro emocionada, pude sentir lo redondos pesados y calientes que estaban esos dos cocos, llenos de leche de macho, leche que me moría por probar, y beber… estaba sedienta.
Mi boca babeaba por mamar como becerrita, pero no pude resistir mis instintos de nena sissy, e igual que con Papi Darius sin que nadie tuviera que ordenármelo, hundí mi bonito rostro en la ingle de Tafari, mi respingada y bonita nariz chocó con la bese de su enorme verga, y restregando mi cara contra ese salvaje y primitivo vello africano, inhalé el sudor de la parte más varonil del hombre más masculino del mundo… y justo después de que hubiese entrenado.
Era la niña con más suerte del mundo.
Tafari restregaba mi cara por toda su entrepierna, mi nariz acarició cada centímetro de sudorosa piel mientras yo daba largas, profundas y ruidosas inhalaciones, podía sentir a mi clitty dando saltitos y a mi pussyboy haciendo coquetos guiños mientras mi miel sissy brotaba sin parar… yo era un putito atraído por apuestos y fuertes hombres negros como una adolescente en celo, un afeminado que escuchaba música Pop mientras bailaba sensualmente moviendo sus gordas caderas de yegua, un niño beta blanco que amaba ser abusado y humillado por varoniles machos alfa, una maricona que se corría como perra cuando chupaba una enorme verga negra de toros negros… pero aunque me sentía hechizada por la enorme estatura y los fuertes músculos de un hombre negro, aunque adoraba sentirme sumisa al ser utilizada brutalmente por un macho alfa, aunque la boca se me hacía agua al ver una verga grande, larga, gorda y negra…  lo que de verdad amaba, lo que de verdad me volvía loca, lo que me convertía de un tímido y patético mariconcito en una perra en celo, era la esencia de un toro negro, era el apestoso almizcle que deprendía un viril, saludable y superior macho negro lo que hacía que mi dicklett se pusiera duro y mi pussyboy babeara hambriento, era el aroma de un macho africano lo que de verdad sacaba lo peor de mí, lo mejor de mí, era una adicta a las feromonas de un toro negro, ese era mi fetiche, mi perdición…
“Joder… ninguna perra había hecho algo como esto, de verdad que te gusta el olor de mis bolas, ¿cierto?, maldita maricona, eres la niña más puta que he conocido, tu si sabes hacer sentir a un hombre como un Rey… pero una buena puta vive para complacer a su amo, no asi misma, asi que ponte a chupar de una maldita vez”.
Di una última “calada” de mi droga favorita y llevé mi boquita hacia la enorme cabeza de hongo dando besitos amorosos a esa gorda y torcida verga negra… y entonces por fin estuve cara a cara frente a esa negro, enorme e hinchado glande que más parecía a un hongo gigante, increíblemente las crestas del pene sobresalían haciendo parecer el gordo tronco más delgado, ese terrible glande negro brillante tenía casi el tamaño de una pelota de tenis, y el orificio que tenía en la punta era grande y profundo, me miraba como el ojo de un terrible y gigantesco ciclope enojado, ¿Cuánta leche podría salir de un orificio tan grande? como  era simplemente la verga más moustrosa e imponente que había visto.
Me obligo a mí misma a mirar al semidios que poseía esa terrible verga digna de un demonio, y veo en sus oscuros ojos llenos de desprecio y odio, un brillo de lujuria animal que me vuelve más sumisa, más hembra.
Entonces besé con mis gordos labios de puta su enorme glande, él sonrió, besé de nuevo, y una vez más… esta vez no me alejé, abrí mi boquita al máximo y mi delgada y pequeña lengua comenzó a lamer aquel enorme glande, y de inmediato buscó el enorme orificio de donde se fugaba tanto pre semen que parecía que estaba orinando un poco.
Gemí mientras la punta de mi legua trataba de entrar en aquel delicioso orificio, mis pequeñas manos ocupadas ordeñando su enorme verga.
Escuche a Tafari gemir de gusto y eso me impulsó a abrir mi boquita al máximo y comenzar a tragar aquel mounstro.
Con Aiyden y papi Darius mi mandíbula se había abierto al máximo para poder ser usada como un glory hole, o al menos eso había creído, pero ambos machos se habían sorprendido con mi habilidad de poder realizar una garganta profunda a la primera, de lo cual me sentía sumamente orgullosa… orgullo que se hizo pedazos cuando me di cuenta de que tal vez había mordido más de lo que podía masticar… literalmente.
Era como tratar de tragar una lima de un bocado simplemente no cabría… lamí y bese aquel enorme hongo, haciéndolo resbaladizo y mojado, cosa fácil pues estaba babeando como una perra hambrienta, pero cuando trate de meter aquella fabulosa cabeza en mi boquita, volví a fallar… lo intente de nuevo, y de nuevo falle.
Me aleje de aquella terrible verga negra tratando de recuperar el aliento, una cuerda de saliva unía mis gordos y rojos labios con su negro e hinchado glande.
Pero no pude apreciar por mucho tiempo la vista por que de nuevo y sin previo aviso otra bofetada resonó en las duchas vacías, y de nuevo me encontré tirada en el suelo, Tafari me había castigado otra vez.
“Maldita nenaza, estabas tan ansiosa lamiendo y besando, y parecías una verdadera zorrita mientras te drogabas con mi aroma, pero veo que eres como las otras putas, buenas calientapollas, malas chupa vergas… si no lo vas a hacer bien entonces será mejor que no lo hagas…”
Tafari comenzó a alejarse de mi e hizo ademan de levantar su ropa del suelo.
Me levante de inmediato y lanzándome a sus enormes pies, lo tome de un tobillo, lo cual, por supuesto no sirvió de nada, con solo dar un paso atrás Tafari me arrastró como si yo no pesara nada.
“¡Señor… por favor, por favorcito… no me deje, no se valla, no me quite su hermosa verga, lo hare mejor, se lo juro, deme otra oportunidad, seré la mejor puta que haya tenido señor, lo juro… se lo ruego, déjeme chupar su hermosa gorda y negra verga señor, por favor!”, Tafari frenó, y yo quede aferrada a su grueso tobillo, “está bien zorrita, te daré otra oportunidad pero será mejor que la aproveches”.
“Gracias… gracias señor… lo haré señor… le demostrare que soy digna”.
Podía escuchar mi delicada y aguda voz de siempre, no podía reconocerme en las palabras que decía, y mucho menos en el candor y la pasión en ellas, un par de días atrás me había jurado ser más masculino, más varonil, convertirme en un hombre, y sin embargo aquí estaba yo tirada en el suelo, desnuda, aferrada al pie de un bruto gorila negro, rogándole que me permitiera chupar su gorda verga negra.
     “Pues deja de hablar y comienza a trabajar perra”.
Esta vez ni siquiera respondí simplemente me levanté rápidamente y me abalancé sobre aquella torcida y gorda verga negra, lamí toda esa enorme cabeza usando mi delicada lengua como desesperada… cuando el hermoso y enorme glande  estaba escurriendo de saliva y pre semen abrí mis hinchado labios de puta al máximo y comencé a meterme esa enorme pelota de ardiente carne cuidando que mis dientes no rozara la delicada piel negra, de inmediato sentí como mi mandíbula amenazaba con dislocarse, pero no desistí y me obligué a acomodar aquella pulsante verga, y con un ruido de succión el enorme hongo quedó húmedamente acurrucado entre mi lengua y mi paladar, gemí contenta, y con lágrimas de esfuerzo escurriendo por mis blancas mejillas miré hacia arriba, directamente a los ojos de mi dios de ébano, trate de sonreír pero el moustro en mi boca impedía que hiciera cualquier gesto, en realidad tenía que esforzarme para poder inhalar y exhalar por la nariz pues no había ni un solo espacio en mi boquita por el cual respirar.
Tafari me miro, y de nuevo pude notar sorpresa y encanto en su fría mirada, ¡había logrado complacerlo otra vez¡, mi corazón se hinchó de orgullo.
Y asi mirándolo todo el tiempo comencé a mamar esa deliciosa, poderosa y primitiva verga de toro negro, al principio apenas y podía moverme un poco hacia adelante y hacia atrás, sintiendo las gordas crestas de su glande raspar mis mejillas mi lengua y mi paladar, todo al mismo tiempo, mi manita izquierda masturbaba las nueve pulgadas de pulsante verga negra que quedaban fuera de mi húmeda boca, y los delicados dedos de mi manita derecha jugaban con las enormes y calientes naranjas peludas que colgaban entre sus muslos… ¡Dios¡ eran tan pesadas, obscenamente pesadas, no pude dejar de pensar en mis diminutos patéticos y casi inexistentes testículos que en ese momento pude sentir como subían dolorosamente a mi bajo vientre escondiéndose y preparándose para un femenino orgasmo, mis óvulos de niño eran más ligeros que el aire mientras que sostener un testículo de este macho alfa era como tener una jugosa manzana… firme, pesada y jugosa.
Cada vez que trabajosamente podía avanzar un centímetro en esa gorda verga llena de nudos mi orgullo de sissy aumentaba, y mis lascivas caricias se volvían más fuertes y agresivas, mi boca producía más y más saliva que escurría vulgarmente por mi barbilla creando delgados hilos de saliva que escurrían desde mi bonito rostro hasta el mojado suelo de las duchas.
Mis ojos nunca abandonaron la oscura mirada de mi amo, y durante quince minutos centímetro a centímetro llevé hasta mi garganta el poderoso glande… cuando la hinchada cabeza golpeó el fondo de mi garganta tapando mi laringe una arcada salió desde mi pecho.
Mi reflejo nauseoso que al parecer no existía cuando papi Darius y mi amado Aiyden me usaron como chupa pollas, fue puesto a prueba esta vez, mi manita izquierda ahora recorría unas cinco pulgadas desde mis empapados labios hasta el peludo vientre de Tafari, había logrado tragar la mitad de aquella salvaje y maravillosa verga negra.
Y durante el lento, difícil, y también doloroso trabajo de tragar, pude regocijarme viendo los pequeños gestos que provocaban mis caricias bucales, y mis juguetonas manos en su virilidad, y aunque su varonil y serio rostro trataba de conservar su gesto de enojado desprecio, no pudo esconder pequeños tics y gestos cuando mis dientes daban pequeñas mordidas, mi lengua daba tiernas y mojadas caricias, o cuando mis delicadas y femeninas manos apretaban sus enormes testículos, y trataban de estrangular casi con odio su gorda verga que era tan dura y caliente que era imposible para mis patéticas fuerzas siquiera tratar de ahorcar aquella dura verga llena de músculos.
Justo ahora mis dos manitas trataban de exprimir el poderoso tallo, mientras que mi cabeza se movía de adelante hacia atrás, lentamente, con sumo cuidado pues a diferencia de mis dos primeros amantes que pudieron literalmente follar mi boca y mi garganta, esta primitiva verga debía ser tratada con respeto y cuidado.
Seguí moviéndome de atrás a adelante, cubriendo la mitad de su tallo de caliente saliva y extendiendo con mis manitas esa saliva por la otra mitad cada vez que su glande tocaba mi garganta trataba de meterla dentro, pero me era imposible, mi garganta simplemente no podía ser violada de esa manera, aún no.
Más lagrimas escurrieron por mi bonito rostro pero esta vez nacidas por la vergüenza y la culpa de haber fallado como puta, había prometido ser la mejor chupa pollas que Tafari hubiese tenido, y aquí estaba ahora, patética y débil y con solo la mitad de esta hermosa verga en mi boca, Tafari era un macho alfa, aún más, Tafari era un macho alfa negro, el merecía más, él lo merecía todo… pero no solo estaba decepcionando a Tafari… una verga tan varonil, tan poderosa, tan primitiva… una verga tan perfecta merecía ser adorada, tratada y chupada de la mejor manera, merecía ser acaricia, chupada y mamada por una puta de primera clase, esta preciosa verga negra merecía una garganta profunda, merecía estar enfundada hasta la raíz en mi cálida y húmeda boca, esta verga merecía más a la sissy perfecta, y yo no lo era…
Mi llanto se intensificó, más lagrimas brotaron de mis bonitos ojos grises, traté de controlarme y no actuar como una patética niña llorona, ya era malo que no pudiera comerme por entero ese enorme pedazo de carne negra, como para arruinar la mamada de Tafari con mi llanto.
Pero la decepción conmigo misma era tanta que mi cuerpo se sacudía gracias al llanto que trataba de contener, lo cual estaba a punto de provocar que me ahogara tanto por el llanto como por la enorme verga tapando mi garganta, pero cuando estaba a punto de sacarme de la boca esa gorda verga, Tafari hablo con su ronca voz.
“Maldita sea niña, eres la primera que puede meterse mi verga en la boca… realmente eres una maricona… naciste para mamar vergas, ¡NACISTE PARA MAMAR MI VERGA!”
Mi corazón latió emocionado de nuevo y las mariposas en mi vientre revolotearon contentas, y aquel cálido fuego que encendía mi corazón y que parecía mucho al amor se intensificó.
Gemí emocionada y reanudé mi sensual mamada, Tafari me miró directamente a mis bonitos y llorosos ojos grises y por primera vez Tafari me acaricio la cabeza de manera tierna y suave, no pude evitar cerrar los ojos sintiéndome encantada por saber que era la primera niña en lograr meterme su deliciosa y enorme verga en la boca.
Pasé otros quince minutos mamando como desesperada, no podía parar… literalmente, el enorme glande estaba tan hinchado que la hinchada cabeza quedaba atorada en mis gordos labios de puta, pero, aunque me esforcé no pude comer ni la mitad de esa deliciosa verga negra.
Durante esos largos y deliciosamente tortuosos minutos nuestras miradas jamás se interrumpieron, mi mandíbula se sentía cansada y estirada, pero, aunque era sumamente doloroso y difícil me encantó cada segundo, mi boypussy seguía caliente, seguía latiendo, haciendo hambrientos guiños… me sentía vacía.
Necesitaba ser llenada, estaba incompleta, defectuosa, rota, y solo cuando mi boypussy estuviese lleno de verga negra estaría completa.
Mi vida no tenía sentido ni propósito sin ser usada y llenada por una enorme y negra verga negra, y justo ahora me sentía complementada, útil, necesaria… utilizada.
El dolor que sentía se combinaba con el placer que sentía por realizar el trabajo para el que había nacido, en realidad el que fuera un reto para mí lo hacía mejor, no solo sentía placer por poder mamar aquella moustrosa verga negra, al mismo tiempo mi cerebro se inundaba de endorfinas al saberme útil, al saberme usada, no solo era el intoxicante aroma, ni el delicioso sabor de su interminable jugo de macho que escurría de su hinchada verga, era el reconocerme un putito, un afeminado, un mariposón, una delicada y tierna mariconcita, una sensual y sexy sissy.
Y mientras que tratando de ser un hombre estaba destinado a fallar patéticamente, mientras que mi cuerpo, mi naturaleza y mi delicado y curvilíneo cuerpo me condenaban a ser humillado y despreciado por ser completamente inadecuado, pero en mi papel de mujercita, actuando como un putito, ocupando mi sitio natural como sissy, podría tener éxito, ser admirada, envidiada, deseada… utilizada.
Asi que esa media hora de rodillas mamando como becerrita fue tan placentera para mí como para mi toro negro, tal vez más, porque mientras los ojos del señor Tafari demostraban que sentía placer gracias a mis húmedas caricias, mordiditas y fuertes chupadas, yo estaba abrumada por el placer, mi boquita y mi lengua sentían cada vena cresta y nudo de esa fea y negra verga, pero también mi alma y mi psique estaban siendo saturadas de placer, mi corazón latía desbocado como loco, lleno de orgullo y emoción.
Emoción que creció aún más cuando pude sentir en mi lengua como increíblemente aquella enorme verga negra se hinchaba aún más, tanto que mi garganta simplemente quedo completamente obstruida y sentí mi mandíbula a punto de dislocarse, me esforcé por respirar por la nariz, lo cual no ayudaba realmente, pues el intoxicante almizcle de primitivo macho africano.
Los latidos de aquella bestia se hicieron cada vez más fuertes y rápidos, hasta que…
Medio vaso de caliente y cremosa leche de toro negro inundo mi boquita que ya estaba totalmente llena de carne negra, mis mejillas se inflaron, y mis ojos se abrieron con la sorpresa y el miedo, ya que si antes me estaba costando respirar ahora literalmente me estaba ahogando.
Por culpa de mi reflejo nauseoso traté de alejarme… pero la inflamada cabeza en forma de hongo gigante quedó atorada en mi pequeña boca, asi que tuve tragar las gruesas cargas de cálido semen directamente… carga tras carga de esa deliciosa y caliente leche de toro negro llenaron mi boquita de puta permitiéndome saborear el salado néctar de macho que mi bully me estaba regalando.
Lagrimas de dolor e incomodidad resbalaban por mis mejillas, mientras que mi pequeña garganta hacia lo imposible por beber aquel delicioso néctar que mi nuevo Dios africano me regalaba, y aunque me esforzaba al máximo por tragar cada una de las deliciosas cargas de espeso semen y mi pequeña boca de puta estaba completamente sellada por aquella nudosa verga, pude sentir como ríos de semen brotaban de la comisura de mis labios…
Tafari gruñía como un animal salvaje mientras me miraba con sus oscuros ojos llenos de odio y triunfo, sus enormes manos rodeaban mi pequeña cabeza pero solo sujetándola en su sitio, mi poderoso ídolo negro se estaba conteniendo, evitando usar su fuerza superior para hundir su deliciosa verga negra al fondo de mi garganta, mi  nuevo dueño estaba mostrando ser más gentil de lo que nunca había sido, el poderoso toro negro comprendía que tenia que tener cuidado con su nueva muñeca de porcelana, Tafari sabia que yo era demasiado delicada, y yo se lo agradecía mirándolo directamente mostrándole mi patético rostro, que debía de estar echo un desastre, mis ojos totalmente arrobados en lágrimas, mi nariz goteando fluidos por el esfuerzo enorme que me provocaba el obligarme a tragar tan rápido, mi boquita totalmente estirada por su enorme circunferencia, con ríos de espeso semen  goteando por mi barbilla, mi cabello mojado pegado a mi rostro en mechones desordenados, la viva imagen de una pequeña quinceañera oralmente violada.
Pude tragar exactamente diez gruesos y masivos disparos de su espesa y deliciosa leche de macho, todos y cada uno de ellos capaz de llenar un vaso a la mitad, incluso el ultimo.
Y cada uno de esos delicios diez disparos provocaron que mi pequeño clítoris saltara y temblara víctima de un poderoso sissygasm que estremeció todo mi pequeño cuerpo nuevamente.
Pero gracias a que solo había pasado media hora desde mi ultimo sissygasm, mis pequeños testículos… NO, mis diminutos ovarios que ahora mismo estaban escondidos muy arriba en mi plano vientre, no habían tenido tiempo de producir más de mi inservible, débil, inferior, líquido y totalmente cristalino semen marica, asi que mientras que mi diminuto clitty de dos pulgadas temblaba y saltaba, ni una sola gota de liquido salía de mi rosado dicklett, al contrario de mi pussyboy que fue victima de las más deliciosas y fuertes contracciones hasta la fecha, mi pequeño capullo rosa, se abría y cerraba ferozmente mientras que un rio de esa extraña miel sissy escurría de mi hambriento pussyboy, al mismo tiempo mi vientre fue golpeado con diez contracciones nacidas de mis diminutos ovarios de niño, eran como corrientazos de electricidad, contracciones dolorosas y placenteras a partes iguales, contracciones tan fuertes que podía sentir como mi delgado y tenso vientre plano quería aplastar apretar, abrazar y exprimir algo… una verga… una enorme verga… una enorme verga negra… sí, mi vientre se contraía hacia adentro y hacia afuera tratando de exprimir y succionar una enorme y gorda verga negra, mi rosado pussyboy y mi delicado y estrecho vientre se morían de hambre por un buen pedazo de carne negra.
El orgasmo fue el más fuerte que hubiese sentido hasta ahora, cuando tuve mi primer orgasmo con Papi Darius creí enloquecer gracias a sus dedos en mi pussyboy, y apenas una hora antes mientras Aiyden violaba mi garganta y mi cuerpo se retorcía acostada de espaladas totalmente dominada, el orgasmo que manchó mis bonitos y rosados leggins, estuvo cargado de romance y enamoramiento adolescente, de una quinceañera siendo follada por el muchacho más popular de la escuela, pero este sissygasm, esta terrible explosión de placer doloroso, superó  a las dos anteriores.
Tal vez era el tamaño superior de la verga negra de Tafari, o tal vez era su primitiva forma llena de torceduras y nudos, o tal vez era el salvajismo y desprecio con el que mi nuevo dueño me trataba, tal vez era el odio y racismo claramente demostrado por Tafari lo que me provocó ese terrible sissygasm que obligó a temblar mi cuerpo entero diez veces, al mismo ritmo de los disparos de ese espeso, nutritivo, masculino y totalmente superior semen de toro negro, tal vez era que entre sus enormes manos podía por fin comprender y aceptar en su totalidad mi inferioridad, mi patética naturaleza sumisa, mi verdadero lugar en la vida… el verdadero lugar en la naturaleza para los niños blancos como yo, de rodillas adorando a un Dios de ébano.
Tal vez la verdad es que soy una perra en celo adicta a los sissygasm, tal ves la verdad era que yo era una maricona que simplemente estaba destinada a sentir orgasmos cada vez más fuertes siempre y cuando fueran provocados por un macho negro… ni siquiera eso, yo era un mariposón que tenía sissygasms tan solo por complacer a fuerte y enormes toros negros, tal vez la verdad era que yo era una puta y las putas sienten cada nuevo orgasmo mejor que el anterior.
La enorme y torcida vergota en mi boca dejó de latir en mi boca, mis pequeñas y femeninas manos de nena blanca, seguían apretando firmemente  esa gorda, caliente y palpitante anaconda africana, asi que usando todas mis patéticas fuerzas exprimí la deliciosa banana gigante, desde la raíz hasta la enorme cabeza hinchada de hongo, mientras al mismo tiempo succionaba con todas mis fuerzas cualquier resto de delicioso néctar de macho negro, otro bocado de espeso pudin salió de la punta de su magnífico glande, otro bocado suficiente para llenar un trago de tequila, incluso los restos exprimidos de sus enormes testículos del tamaño de naranjas, era más semen de lo que yo jamás eyacularía en mi vida.
Tafari respiraba profundamente y yo podía sentir cada una de sus respiraciones como un latido en aquel moustro en mi boca.
Yo continuaba mirándolo directamente a sus oscuros ojos, mientras seguía acariciando amorosamente el cálido objeto de mi adoración, succionando con todas mis fuerzas como chupando los restos una malteada por un popote.
Tafari dio un varonil gruñido de dolor y se alejó de mí, su enorme e hinchado hongo seguía atorado en mi pequeña boquita de puta, así que de nuevo exprimí desde la raíz buscando más de mi espesa y adictiva droga.
Una ultima cucharada de aquella leche mojó mi delicada y juguetona lengua, y todas mis papilas gustativas se deleitaron con el agridulce sabor de hombre negro.
Tafari gruñó dolorosamente de nuevo y de nuevo trató de alejarse de mi pero mis delicadas manitas seguían aferradas a mi nuevo enamoramiento, mi nuevo crush, la gorda y bestial verga negra de mi bully.
“¡Maldita perra!, ¿Quieres chuparme el alma por mi verga?”
No quería su alma, pero si en esas pesadas naranjas negras y peludas aún quedaba una gota de delicioso semen, yo la quería.
Agité mis gruesas y bonitas pestañas mirándolo directamente a sus negros ojos, mientras seguía chupando con todas mis fuerzas.
“¡Suéltame!, pequeña zorra hambrienta”
Esta vez Tafari me golpeó las manos con un fuerte manazo, y dando una zancada hacia atrás logró sacar su enorme verga que ya estaba menos hinchada y había perdido algo de su acero.
La negra cabeza en forma de hongo salió de mis gordos labios de puta con un sonido de vacío, como cuando se descorcha el champagne.
“¡Pop!” el obsceno sonido salió acompañado de un femenino y ahogado gemido de dolor y alivio, por lo cansada y usada que estaba mi tierna y delicada garganta.
“¿Cómo se dice, putito?”, Tafari me miraba sorprendido, mientras se acariciaba su adolorida verga.
“GRA… gracias, señor”.
Mi bonita voz salió ente gemidos cansados pero felices, mientras mi rostro con aspecto de puta usada lo miraba sonriente.
“Maldita maricona, siempre supe que eras una perra en celo, pero no sabía que eras una chupapollas profesional”.
Su mirada de nuevo estaba llena de desprecio y odio, y mientras yo seguía ahí en mi lugar, de rodillas esperando la siguiente orden de mi dueño y señor, Tafari demostrando una vez más esa velocidad y agilidad que contradecía su tamaño, me dio otra cruel y fuerte bofetada, de nuevo me vi tirada en los azulejos mojados, el agua ahora fría provocó que mi caliente y delicada piel se erizara.
“¡Lávate maldito mariposón!, estas echo un asco…”, Tafari me escupió un grueso fajo de saliva africana en mi bonito y blanco rostro, mi ojo derecho quedo cegado, “la próxima vez voy a cogerte… y no vuelvas a alejarte de mí, eres mío no lo olvides”.
Y con firmes y pesados pasos el gordo y poderoso defensa negro abandonó las regaderas.
Yo quedé tirada en el suelo temblando, por el frio de los azulejos, por el poderoso sissygasm que acababa de tener, y por el dolor del último golpe de Tafari.
Pero, aunque mi mejilla ya estaba ardiendo por la bofeteada y la saliva de Tafari escurría por mis bonitas mejillas, solo podía sentirme completamente feliz, agradecida y afortunada por haber sido usada y descartada por tal poderoso y cruel macho alfa.
Una sonrisa adornaba mi bonito y arruinado rostro de putito usado.
♠♥♠♥♠♥

Veinte minutos y una nueva ducha más tarde salí de las duchas con mis gordos muslos de puta enfundados en mis nuevos pantalones deportivos rosas.
Tenia que apoyarme en la pared del gimnasio, mis femeninas y largas piernas temblaban como las de una sierva recién parida, había tenido dos deliciosos y poderosos sissygasms en las últimas dos horas además de todas las emociones vividas, al descubrir que yo también le gustaba Aiyden mi mejor amigo, y al comprender que el odio y desprecio de Tafari hacia del deseo natural de querer dominar y usar a un pequeño e inferior niño blanco beta como yo, y el ser usada como una prostituta por ambos me había dejado débil, más débil de lo normal.
Estaba por llamar a Roxy para que me ayudara a llegar a casa una vez más cuando…
“Pero miren quien decidió salir al fin, Alexis, el putito de la escuela”.
Alcé la mirada asustada, mientras sentía como mi corazón se saltaba un latido por la sorpresa.
Alika estaba sentada en una de las gradas de la cancha de basquetbol.
La hermosa y sensual porrista negra tenía cruel sonrisa dibujada en sus labios, pero sus negros ojos no estaban mirándome, su vista estaba centrada en su iPhone rosa de última generación.
Mi corazón seguía en mi garganta por el susto, y mis piernas temblaban más que nunca, ahora el miedo sumándose a mi cansancio.
No pude contestar, si es que había algo que contestar.
“Lo siento Alexis, es que no puedo dejar de ver este video… es lo máximo, tienes que verlo”.
Alika se levantó y camino contoneando sus redondas y africanas caderas hacia a mí.
“Por cierto me gusta tu nuevo look, te sienta bien el rosa”.
De nuevo no pude contestar.
Alika levantó el celular y en la pequeña pantalla en la más alta definición de la historia pude verme y escucharme… pude ver a una pequeña y deliciosa niña de enormes caderas haciendo la más intensa y desesperada mamada a un gordo y musculoso hombre negro, Tafari, podía escuchar los obscenos sonidos de succión y saliva, y aunque mi corazón de nuevo se detuvo aterrado, no pude dejar de apreciar lo hermosa y sensual de la imagen, lo natural y completamente correcta que era aquella escena, un pequeño y patético niño blanco sirviendo y adorando a un poderoso y primitivo semidios africano.
Levante mi gris mirada, Alika estaba sonriendo como una niña después de realizar una travesura.
“Sabes creo que ya tengo la solución al problema de los uniformes, u tú eres la clave para ello, creí que tendría problemas en convencerte, pero ahora sé que será fácil, ve a la casa de Roxy el domingo, ella te dará… algo, úsalo el lunes, y llega temprano, iremos a hablar con el director… oh y Alexis aléjate de Aiyden, o tal vez le muestre este video”.
Me recargué en la pared sin poder creer lo que estaba sucediendo, y solo cuando vi a Alika salir del gimnasio, pude volver a respirar, pero mis rodillas simplemente ya no aguantaron, y me escurrí por la pared hasta quedar sentada, el temblor de mis piernas se había extendido a todo mi cuerpo, y de nuevo agua corría por mi bonito rostro, y no era por mi cabello mojado, de nuevo estaba llorando patéticamente, de nuevo mi puteria me había metido en problemas, estaba en un gran problema.

“Problem - Ariana Grande”



Hola a todos, aquí estamos de nuevo, espero les agrade el capítulo, una disculpa por la tardanza, pero enorme y además he tenido problemas económicos debido al trabajo, y justamente de eso quisiera hablarles, no sé si estoy pecando de autoestima, pero si sé que es buena idea intentarlo, he creado un patreon y espero poder conseguir algunos dólares de parte de ustedes, no se cuanto pueda reunir, tal vez solo alcance para un café pero tal vez se pueda conseguir llegar a los 500 dólares al mes, si cada uno de ustedes tiene la amabilidad de donarme un dólar al mes, creo tener mas de 5000 lectores, podría dedicarme a la escritura a tiempo completo, lo cual significaría un capitulo de 10,000 palabras cada cuatro días. Ósea dos capítulos de este tamaño a la semana, creo que es soñar demasiado, pero nada se pierde intentándolo de antemano gracias.
Aquí esta el patreon,  https://www.patreon.com/AfricanCultEden
Besos
Atentamente: Bunny