Capítulo:5
“Problem
- Ariana Grande”
Las
gotas calientes de la ducha caían sobre mis pronunciadas curvas… sinuosos ríos
recorriendo las colinas y los fértiles valles que adoraban mi pequeño cuerpo, lavando
las innumerables y pegajosas manchas de semen que cubrían mi blanca piel.
Mis
delicadas manos acariciaban mi pequeño cuerpo frotando el jabón de lavanda que
había encontrado en las duchas para niñas del gimnasio, las regaderas estaban
completamente vacías, nadie usaría la cancha de básquetbol o el gimnasio un
viernes por la tarde, mucho menos las duchas del gimnasio todas las estudiantes
estaban desesperadas por comenzar su fin de semana.
Yo
también estaba desesperada por terminar mi baño, mi cuerpo temblaba y se
estremecía incontrolablemente, ni la tibia lluvia de la regadera podía ayudar a
calmar las emociones extremas que me estaban llenando en ese momento.
Había
entrado a las regaderas femeninas para ocultarme de Aiyden, sabía que
regresaría por su celular, y después de estar lejos de ese joven macho negro y
de su intoxicante aroma, regresé a mis sentidos, y toda la excitación y lujuria
que había sentido al ser usada como un juguete sexual desaparecieron y fueron
remplazados por la culpa y el asco hacia mí mismo.
El
pensar en cómo el capitán de futbol me había usado unos minutos atrás me
provocaba escalofríos y temblores, temblores tan fuertes que hacían rebotar mis
enormes y redondas nalgas, no podía dejar de recordar como Aiyden había follado
mi pequeña boca… porque lo que Aiyden había hecho con mis gordos y femeninos
labios de puta no fue sexo oral, ni siquiera una mamada, Aiyden, mi mejor amigo
me había follado la garganta como si yo fuera solamente un juguete para que él
se masturbara, nada más que un pedazo de carne, una prostituta barata… y lo
peor es que era verdad, mi cuerpo, mi ropa y mi actitud eran las de una puta en
celo que rogaba ser utilizada y abusada de la peor manera… o de la mejor.
Lagrimas
escapaban de mis grises ojos perdiéndose con la cálida lluvia que bañaba mi
frágil cuerpo.
Había
estado debajo de la ducha por los últimos veinte minutos, llorando desde que
entré con las piernas temblando, gracias al orgasmo que había sufrido mientras
Aiyden se deslechaba en mi garganta.
Un
llanto ahogado brotó de mi irritada garganta, un dolor que se renovaba a cada
respiración, y gracias a eso no podía dejar de recordar como Aiyden había usado
mi garganta como una vagina.
Recordé
o mejor dicho reviví la sensación de estar de espaldas con mi cabeza colgando
cual murciélago y sus enormes testículos golpeando mi nariz y mis ojos, pude
oler de nuevo el delicioso aroma de sus enormes y sudorosos testículos frente a
mi respingada nariz.
Pero
lo que más recordaba era la mirada asqueada y asustada que me había dedicado
Aiyden antes de abandonarme.
Lo
había arruinado… y lo había arruinado mucho.
Aiyden
no era gay, pero gracias a mí y a mis embrujos femeninos, gracias a mi
comportamiento de zorra en celo, Aiyden un perfecto y completamente
heterosexual joven macho negro se había visto obligado a follarme mi bonita y
sensual boquita de puta.
No
era su culpa, no era su error, un Dios negro no puede cometer errores, un toro
negro no podía ser culpado por querer follar a una yegua en celo, no era culpa
de un macho alfa ser seducido… ser hechizado con mis encantos maricas.
Ahora
él jamás volvería a mirarme, mucho menos a tocarme.
Aiyden
había demostrado ser un amigo de verdad, protegiéndome, e incluso tratando de
ayudarme a ser más masculino para poder defenderme a mí mismo.
¿Y
cómo le había pagado yo? En lugar de esforzarme por comportarme como un amigo,
como un hombre… me vestí como una niña… como una puta, y lo seduje con mis
sensuales y femeninas curvas.
Era
mi culpa por creer que tenía derecho a enamorarme de un hombre tan perfecto,
tan hermoso, tan… negro.
Fue
mi culpa por dejarme convencer por Alika, yo no era una niña… era una patética
sissy, un putito, una maricona.
No
debí ni siquiera atreverme a soñar con tocar a un perfecto Dios de ébano como
Aiyden.
Mi
llanto era de verdadera tristeza y perdida, nunca había tenido un amigo y
gracias a mi puteria había perdido al único hombre que me había tratado como un
igual, como otro de los chicos, como su amigo.
Recordé
las tardes en la biblioteca cuando yo le enseñaba química, y algebra, tarde
tras tarde bromeando y charlando de nuestras vidas y nuestros planes para el
futuro.
Me
odie por ser tan femenina, tan marica, tan puta, tan… sissy.
Ahora
aquel perfecto hombre me miraría con asco y desprecio.
Peor
aún, yo había pervertido y contaminado a un masculino y perfecto macho negro,
lo había obligado a tocar a una perra como yo, a usar a una sissy para
correrse.
Él
me odiaba, lo sabía, desde ahora no solo no me hablaría más, me odiaría y tenía
razón, él era un apuesto y exitoso macho negro y yo solo era una débil y
estúpida sissy sin valor.
Mi
cuerpo temblaba y esta vez no era la excitación la que lo provocaba, suspiros
ahogados escapaban de mis bonitos y jugosos labios, mientras trataba de
contener mi llanto.
El
jabón resbalaba sobre mis vulgares y gigantescas caderas de estrella porno
creando espuma con olor a flores, cuando mi delicada mano llevó el aromático
jabón al frente, no pude ignorar lo pequeño y patético que se veía mi bonito
clitty en medio de mis contundentes piernas de mujer que seguían temblando por
el esfuerzo que había hecho durante las dos horas de gimnasio, pero más aún mis
bonitos muslos femeninos se sentían como gelatina por el placer de mi orgasmo.
Y
mientras mi mente se llenaba de las imágenes y sensaciones vividas con el joven
macho negro, pude notar como mi diminuto dicklet se erguía un poco tratando de
alcanzar sus dos patéticas pulgadas.
Mi
cuerpo se había quedado caliente y alborotado si bien mi dicklett había
escupido mi cristalino e infértil jugo sissy, y mi bajo vientre donde mis
diminutos testículos estaban escondidos había sentido una explosión de fuego…
un orgasmo… un orgasmo marica, un orgasmo sissy… un… sissygasm.
No
pude contenerme más y mi llanto explotó con un gritito y gemido francamente
infantil, y todo mi cuerpo se estremeció mientras lloraba como una pequeña niña
asustada y desolada.
Todos
los sentimientos desbordándose como un río cuando la presa se rompe.
El
peso de la vergüenza provocó que callera de rodillas en medio de la ducha que
estaba llena de espeso y caliente vapor mientras el agua de la regadera caía
directamente sobre mi bonita cara, mi largo cabello negro creando una cortina
frente a mis llorosos ojos lo que sumado a mi incontrolable llanto me
dificultaba respirar.
Mi
respiración se hizo errática y mi llanto era más profundo y exaltado,
incontrolable, mantenía mis ojos cerrados y estúpidamente usaba mis manos
convertidas en puños para secar mis lágrimas.
Gracias
a ese estado de absoluta desesperación no noté el ruido de la puerta al
abrirse, tampoco escuché los pesados pasos acercarse al cubículo donde me
estaba bañando, fue solamente cuando mi llanto se hizo tan profundo y doloroso que
casi me era imposible respirar asi que abrí mis bonitos ojos grises para poder
cerrar la regadera, cosa que no logré, y entonces lo vi.
Ahí
de pie cubriendo casi por completo el pasillo estaba el poderoso y enorme Tafari
con sus pies descalzos.
El
gigantesco gorila negro me estaba mirando desde su impresionante altura, su fea
cara africana tenía la expresión de un niño al ver sus regalos debajo del árbol
de navidad, sus oscuros ojos estaban llenos de fascinación y sorpresa, e
incluso… ¿deseo?
Yo
seguía tratando de recuperarme, mi respiración seguía siendo intermitente,
provocando que mi pequeño cuerpo se estremeciera, y de mi pecho seguían brotando
gemidos y llantos ahogados, como los de una niña desamparada.
Mis
pequeñas manitas tallaban mis mejillas como si fuese un gatito o mejor dicho
una gatita, una linda y bonita gatita blanca limpiándose la cara.
El
tiempo se detuvo, por lo que parecieron horas, pero lo más seguro era que
fueran solo unos cuantos minutos, mis enormes, hermosos y bonitos ojos grises
mirando fijamente a sus oscuros y feroces ojos africanos, hundiéndome en el
abismo de su negra mirada.
Mi
cuerpo se estremeció y esta vez no fue por el llanto contenido, sabía lo que
estaba a punto de suceder, y aunque estaba aterrada y asqueada de mí misma sabía
que si mi piel se erizaba era por la excitación, mi naturaleza marica emergió
como una flor ante los rayos del sol…
…Eso
era yo, un capullo, una pequeña rosa a la espera de que los cálidos rayos del
sol le obligaran a abrir sus delicados y bonitos pétalos.
Yo
era un capullo de una rosa blanca y los hombres negros eran mi sol.
Y
asi como la semilla que no puede negarse a brotar y crecer ante los cálidos
rayos del sol, asi mismo mi naturaleza sissy emergió naturalmente ante el
poderoso y enorme macho africano que estaba delante de mí.
De
nuevo mi espalda se arqueó mostrando orgullosamente mis hinchados pechos de
quinceañera, mis rosados pezones de nuevo se irguieron e hincharon, duros y
enrojecidos por la sangre que mi emocionado corazón enviaba rápidamente a mis
zonas erógenas, mi pussyboy de nuevo se estremeció dando pequeños guiños, y
aunque el agua de la ducha caía sobre todo mi cuerpo pude sentir claramente
como mi rosado capullo comenzaba a producir dulce miel sissy.
Tafari
por fin se movió, comenzó a quitarse la ropa, primero se sacó su ajustada
camisa y dejando al descubierto su abultado abdomen que, aunque lucia gordo
también se notaba los poderosos abdominales que había debajo, en su pecho dos poderosos
pectorales duros como dos placas de acero negro, enormes brazos tan gruesos
como troncos de árboles se flexionaron al sacarse la camisa, gruesas venas se
hincharon, dibujando mapas debajo de la africana piel.
Al
ver aquella muestra de poderosa masculinidad pura mi dicklet se puso duro de
nuevo, mostrando por vez primera sus patéticas dos pulgadas ante el hombre más
grande y fuerte que había conocido, porque si bien papi Darius y Aiyden eran
más altos que el feo y gordo Tafari, definitivamente los gruesos y enormes
músculos negros de Tafari eran más grandes y abultados que los de Aiyden y tal
vez también que los de papi Darius.
Tafari
arrojó su camisa lejos de la lluvia de agua caliente, y sus oscuros ojos de
nuevo se abrieron sorprendidos y fascinados al ver mi micropene totalmente
erecto, pegado a mi plano vientre, con el pequeño glande rosado dando saltitos
bajo la cálida lluvia.
Su
fea cara sonrió solo un instante, y después el más puro desprecio y odio se
dibujaron en sus brutas facciones, mi diminuto clitty dio un pequeño salto
respondiendo al odio de ese macho alfa, como si fuera un halago, por alguna razón
me encantaba ser despreciado y odiado por hombres de verdad.
Mientras
veía con adoración al enorme gorila africano, mis lagrimas seguían rodando,
pero mi postura era ya la de una hembra deseosa y entregada.
Tafari
entonces se quitó sus enormes pantalones de mezclilla dejando al descubierto
una enorme carpa, sus boxers negros eran tan grandes que yo bien podría usarlos
como una manta, y sin embargo aquella enorme prenda estaba estirada al máximo
tratando de contener lo que parecía un bate de beisbol.
La
tela estaba estirada a tal extremo que podía ver perfectamente el contorno de
esa poderosa y varonil verga, el enorme pene que se escondía debajo de esa
delgada capa de algodón se veía extremadamente grueso y su enorme cabeza estaba
tan mojada por el pre semen que podría ver a la perfección su deliciosa forma
de hongo.
Tafari
se acercó, con pesados pasos hacia mí, yo seguía temblando de miedo y
expectación, un estúpido y débil conejito blanco ante un enorme y fiero lobo
alfa de negro pelaje… y hablando de pelaje, nunca había notado lo peludo que
era Tafari, al siempre usar sus ropa de pandillero, con esos pantalones tan
anchos y enormes y esas holgadas camisas de equipos de fútbol americano que yo podría
usar para levantar una tienda de campaña, la mayoría del tiempo sus
impresionante y negra piel quedaba fuera de la vista.
Ahora
con solo su ropa interior cubriéndole, yo podría recrearme viendo el ancho y
poderoso cuerpo de ese titan africano.
Su
enorme pecho estaba cubierto de rizado y gruesos bellos que se extendía
sensualmente hasta su abdomen en una línea sexi, que se prolongaba hasta quedar
oculta por su ropa interior.
Sus
poderosos antebrazos también estaban llenos de tupidos y gruesos bellos, sus musculosas
piernas entrenadas para poder frenar a decenas de defensas en el campo de
futbol eran dos troncos varoniles y peludos.
Todo
el exudaba una virilidad y masculinidad poderosamente salvajes, mientras que el
cuerpo entero de Aiyden era elegante limpio y completamente depilado, la
moustrosa figura de Tafari era peluda primitiva y sudorosa.
En
especial sudorosa, toda su negra piel estaba bañada por gotas de sudor
masculino, que a pesar del agua y del aromático jabón femenino que había usado
para lavar mi pequeño cuerpo, el apestoso almizcle de Tafari inundo la ducha.
El
delicioso y salado aroma a sudor de macho provocó que mi cerebro una vez más se
drogara, todo mi cuerpo se estremeció de deseo, mi pequeño clitty comenzó a
babear desesperado por atención y mis jugos maricas ya estaban manchando los
azulejos del piso.
Mis
grises y bonitos ojos ahora fijos en la poderosa erección que YO había
provocado a Tafari, me lamí los labios golosa, sabiendo lo que sucedería a
continuación.
Tafari
usó uno de eso poderos y anormalmente lagos brazos de gorila y cerro la ducha,
y ahí quede yo temblando de deseo y frio, con mis pezones enrojecidos y erectos,
con mis pequeñas tetitas de adolescente levantadas hacia delante, ofreciéndome
completa, desnuda, vulnerable, sumisa y marica.
La
furiosa erección de Tafari quedo solo a un centímetro de mi cara, y el poderoso
aroma de su sudor, me estaba mareando, era más amargo que el de Aiyden más
apestoso y aunque me doliera admitirlo su almizcle era más poderoso que el de
papi Darius, era como si cada gota de esa masculina esencia hubiese sido
depurada y destilada hasta alcanzar los niveles de testosterona máximos, respiré
hondo y mi clitty latió emocionado, my pussyboy se abrió y cerró hambriento
babeando golosamente mi aromática miel marica.
El
tiempo se detuvo, mi instinto de putito sumiso se estaba volviendo loco
ordenándome abalanzarme como una perra hambrienta sobre esa enorme banana
negra, y adorarla como si fuera un ídolo, cada célula de mi cuerpo estaba lista
para chupar y mamar esa poderosa anaconda africana que aún se mantenía
cruelmente fuera de mi vista.
Pero
las enseñanzas de Papi Darius estaban dolorosamente grabadas a fuego en mi
mente… y en mi diminuto dicklett, asi que me obligué a levantar mi excitada
mirada gris de esa intimidante carpa de circo y miré directo a los ojos de
aquel primitivo y bruto gorila…
…juntando
mis delicadas y bonitas manos con los dedos entrelazados hice lo que era
natural y correcto…
Comencé
a rogar y rezar a mi nuevo Dios.
“Señor Tafari, sé que no lo merezco, sé que
he sido cruel y estúpida al alejarme de usted, pero… por favor, por favorcito,
¿puedo ver su poderosa y enorme verga?, por favor, por favorcito, ¿Puedo
chupar, lamer y besar su hermosa verga negra?, por favor, por favorcito, Señor
Tafari, haré cualquier cosa que usted me pida, pero déjeme ver… tocar… mamar…
una verga de un hombre real… por favor, por favorcito… déjeme adorar su enorme,
poderosa, perfecta, y masculina verga negra señor… por favorcito…”
El
feo rostro de mi nuevo ídolo, se quedó de nuevo completamente en blanco, mejor dicho,
completamente sorprendido, y mi pequeño pecho se hinchó de orgullo al saberme
capaz de provocar esos sentimientos y expresiones al salvaje gorila negro.
Pero,
nuevamente su sorprendida expresión cambió a la velocidad de la luz, y sus
rudas facciones se transformaron en furia, desprecio y asco.
El
poderoso oso negro dio un paso atrás, y con una velocidad que contrastaba con
su enorme cuerpo…
…me
dio una bofetada…
El
golpe fue tan rápido y contundente que me lanzó al suelo cuan larga era, y me
encontré tirada en el suelo mojado aturdida y con la cara ardiendo de dolor.
Por
algunos segundos mi mente quedo en blanco por el dolor, pero en cuanto me
recuperé mis pensamientos volvieron a la poderosa y gorda verga negra que me
moría por… al menos ver, y si me esforzaba mucho, tocar y adorar.
Asi
que me levanté con la mente dándome vueltas y acariciando mi enrojecida y
adolorida mejilla y miré a mi verdugo con temerosa reverencia en mis grises y
enormes ojos de gatita asustada, mientras que mis gruesos y rojos labios de
puta estaban entreabiertos por el asombro que me provocaba estar ante este
furioso dios de ébano.
“¡Maldita maricona!, ¡Mírate!, eres un débil
y patético niño blanco, ¿cómo puedes vivir viéndote de esa manera…?, ¡Pareces
una puta!, meneándote por toda la escuela con esos pechos de quinceañera… y ese
enorme culo de yegua en celo… provocándome todo el tiempo, ¡Y esa ropa de hoy!,
¡Sabias lo que me provocaría!, ¡Y aun asi te atreviste a contonearte como una
ramera!, y después te fuiste con ese presumido de Aiyden como una perra en
celo… y ahora mírate aquí de rodillas rogando por verga como la maricona que
eres… ¡Me das asco!”.
Tafari
se alejó de mí y con la misma velocidad con la que me golpeó, me lanzó un
pesado y espeso escupitajo que me dio justo en mi boca.
Un
femenino jadeo escapo de mi garganta y mi delicada legua salió instintivamente
a lamer la deliciosa saliva de Tafari… …mi lengua dibujó un círculo alrededor
de mis gordos labios juntando toda la espesa saliva, y después la saboreé
golosamente embriagándome con su delicioso sabor, sabor a desprecio, odio,
furia y asco.
Tafari
me miró hechizado por mi comportamiento.
Miré
de nuevo al enorme negro frente a mi e instintivamente entrelacé de nuevo mis
delicados dedos.
“Gracias… Señor… eso fue delicioso señor…”
Me
lamí de nuevo mis gordos labios de zorra y mientras miraba fijamente los
oscuros ojos de Tafari abrí mi boquita de manera sexy y hambrienta y de nuevo
rogué con gemiditos de nena mala…
“Por favor señor Tafari más… deme más…
más por favor, por favorcito…”
El
rostro de Tafari se iluminó con un cruel y burlona sonrisa.
“Eres un patético putito, una débil maricona,
una asquerosa nenaza deseosa de verga negra, das asco…”
Pude
ver como juntaba saliva en su boca y demostrando su talento volvió a escupirme
directo en mi abierta boca, esta vez la cantidad de saliva fue mucho mayor y
pude jugar y saborear el abundante néctar recreándome en su sabor a humillación
y odio, antes de tragarme su esencia, y descubrir sorprendida que un tenía sed.
“Gracias Señor Tafari, gracias, gracias,
gracias…”
Mis
femeninos gemidos de gratitud fueron interrumpidos por una nueva bofetada me
arrojó al suelo, el sonido de mi piel chocando contra el suelo mojado resonó en
el vestidor vacío.
Dejé
escapar un gemido de profundo dolor, y mis hermosos ojos de nuevo se llenaron
de lágrimas contenidas, pero en ningún momento paso por mi embriagada mente la
idea de correr o pedirle a Tafari que se detuviera, es más ni siquiera me
atrevía a pedirle a ese perfecto hombre africano que dejara de lastimarme,
simplemente me puse de rodillas y viendo a sus feroces ojos negros de nuevo
entrelacé mis delgados dedos color marfil y rogué de nuevo, mi corazón latía
como loco y mi cuerpo vibraba de puro deseo, igual que cuando estuve en los
brazos de Papi Darius o cuando Aiyden usó mi garganta para masturbarse como si
fuera un juguete sexual, pero estar frente a Tafari se sentía diferente, si
bien mi delicado cuerpo de nena temblaba de excitación y calentura la mayor
emoción que provocaba que temblara como un dulce flan era el miedo…
Tafari
me tenía aterrada, antes de que Aiyden comenzara a protegerme yo era la presa
favorita de los acosos de Tafari, podía recordar todas las veces que me obligó
a hacer la tarea para él y como me castigaba aun cuando la realizaba
perfectamente, sus poderosas manos de gorila pellizcando mis sensible pezones
de forma dolorosa y cruel o sus poderosas nalgadas en mi gigantesco culo de
yegua, recordaba con especial cariño cuando una vez Tafari y su pandilla de
enormes amigos negros me rodearon y comenzaron a empujarme entre ellos hasta
que termine llorando en el suelo, donde después me bañaron con restos de soda
tibia, termine empapada y pegajosa… el saber que a diferencia de casi todos los
hombres que había conocido en mi vida que me trataban de manera delicada y
diferente por ser tan delicado y femenino, Tafari al contrario me torturaba y
lastimaba por mis rasgos de maricona, el odio, desprecio y crueldad que Tafari
demostraba hacia mi aumentaban mi excitación… me sentía tan embelesada, tan
sumisa tan marica… tan sissy.
“Perdón, perdón… señor Tafari, lamento ser un
putito, perdón por ser un débil y patético niño blanco, perdón por no ser un
hombre de verdad… por eso por favor,
por favorcito, déjeme ver la verga de un hombre real, por favor por favorcito,
se lo ruego permítame tocar y besar su hermosa, gigantesca y gorda verga
negra”.
El
poderoso gorila negro seguía mirándome con ese rencor y odio que siempre ardía
en sus negros ojos cada vez que me veía, pero su poderosa erección estaba a
punto de romper el algodón de su ropa interior, el gigantesco y gordo glande
había escupido tanto pre semen que casi todo el frente estaba mojado, el fuerte
aroma que desprendía esa humedad me llegaba en espesas oleadas que me estaban
volviendo loca de hambre, mi boquita estaba hiper salivando, y podía sentir
como algo de mi saliva brotaba por mis gordos labios de puta.
Mi
naturaleza marica me gritaba, ordenándome saltar hacia enfrente y probar ese
valioso pre semen que cruelmente se estaba desperdiciando.
Por
fin la expresión de furia de Tafari cambió y una sonrisa malvada iluminó su feo
rostro africano.
“Parece que por fin has aprendido cuál es tu
lugar, supongo que por eso hoy viniste vestida de putita, es bueno que te hayas
dado cuenta de lo que realmente eres… una patética y maricona Sissy… y de cuál
es tu misión en esta vida… servir a los hombres de verdad, servir a los hombres
negros… servirme a mí”.
Yo
seguía con mis grises ojos fijos en su impresionante erección lamiendo mis
rojos labios, con la boca echa agua.
“Por favor… per favorcito… señor… Por
favor”.
Tafari
guardo silencio un instante más y dando un poderoso suspiro que hinchó sus
poderosos pectorales me ordenó con voz profunda.
“Muy bien pequeña perra… ahora podrás
demostrarme que sabes que eres mío… ahora usa esa boquita de puta para lo que
fue echa…”
La
felicidad que sentí en ese momento era tal que no pude reprimir la enorme
sonrisa que ilumino mi femenino rostro.
Yo
era la niña más feliz del mundo a punto de abrir sus regalos debajo del árbol
de navidad.
Me
abalancé sobre aquel gigantesco bulto que estaba a punto de romper la los
boxers de Tafari.
Mi
pequeño y bonito rostro de muñeca japonesa se estrelló contra la húmeda tela
negra, de inmediato pude sentir el pre semen mojar mis delicadas mejillas y mis
gordos labios, me abracé a su amplia cadera dándome cuenta que mis manos no
llegaban a tocarse, y enterré mi nariz en la entrepierna de ese salvaje negro.
Por
fin por fin estaba tocando la enorme verga negra, pude sentir en mi rostro aquella
monstruosidad, restregué mi rostro sobre ese largo y gordo pepino de carne,
pude sentir el calor que desprendía aun a través de la pegajosa tela, hundí mi
nariz y di un profundo respiro.
Mi
ya abrumado cerebro se llenó de endorfinas cuando el apestoso y salvaje
almizcle inundó mi olfato…
Era
sencillamente delicioso, el más fuerte amargo y varonil almizcle de macho negro
que hubiese olido… aunque solo tenía dos ejemplos para comparar, esta era la
verdadera esencia de la masculinidad, asi es como olía un macho alfa, un hombre
de verdad.
Mi
mente estaba en blanco drogada por aquel aroma a macho negro, y un gemido de
entera satisfacción brotó de lo más hondo de mi ser.
Tafari
rodeó mi pequeña cabeza con sus enormes manos y me presionó más aún contra su
apestosa entrepierna, yo, mimosa restregaba mi cara contra la olorosa entrepierna
ronroneando de gusto, mientras respiraba profundamente.
“Eso es putito, huele bien, ¿te gusta?”
“Me encanta su aroma señor, es delicioso…
gracias, gracias, gracias”
Pero,
aunque poder embriagarme con el aroma de este dios de ébano era un honor yo
quería más… no, yo necesitaba más.
Comencé
dar tiernos, suaves y desesperados besitos que mojaban de delicios jugo de macho
mi gruesa boca, mis besitos recorrieron la hinchada verga de arriba abajo,
podía sentir sus poderosos latidos en mis delicados labios.
Pero
besar tampoco era suficiente asi que gimiendo tiernamente comencé a lamer
aquella mojada tela… por fin, por fin pude probar el pegajoso jugo de Tafari y
era exquisito… varonil, salado, pegajoso, e increíblemente intenso… me recordó
al sabor del semen de Papi Darius y definitivamente era más fuerte que la leche
con la que Aiyden me había alimentado hacia apenas media hora.
Lamí
como una perra sedienta empapando la ya húmeda tela de algodón, el agridulce
sabor saturó mis papilas gustativas, y un gemido de nena expresó lo rico que sabía
el pre semen de hombre negro.
Tafari
guiaba mi desesperada y pequeña lengua sobre su dura erección, yo simplemente
me puse completamente en sus manos nunca mejor dicho, gracias a que yo
literalmente estaba babeando de hambre en pocos segundos su poderoso pene estaba
bañado con mi saliva, lo que había provocado que la silueta de esa banana
africana se marcaba perfectamente, la tela se había pegado a su duro miembro como
una segunda piel.
Pero
oler besar y lamer esa maravilla no me era suficiente asi que coqueta comencé a
dar pequeños mordisquitos con mis pequeños y perfectos dientes, Tafari me
recompensó con unos gruñidos guturales de macho en celo que me llenaron de
orgullo marica.
Mi
boquita de puta continuó dando mordidas lamidas y besos mientras que mis
delicados y delgados dedos se enredaron en los rizados vellos sus duras nalgas
fortalecidas por años de ejercicio en el campo de futbol, Mi nuevo macho sí que
era peludo… y eso me encantó… yo blanca pequeña y sin un solo bello como una
princesita, el negro enorme y peludo como un neandertal el contraste era monstruoso
y hermoso a partes iguales, monstruosamente bello.
“Joder… sí que sabes usar esa boca de
zorra que tienes…”.
Di
una última y picara mordidita en el hinchado glande y me reí femeninamente
cuando Tafari gruñó de placer.
“Señor, por favor señor… ¿puedo quitarle
su bóxer?” Papi Darius me había enseñado que las niñas buenas siempre piden
permiso para poder tocar las vergas de hombres reales y yo era una buena alumna.
“Joder con el putito, sí que estas bien
amaestrado, eso me gusta… adelante pequeño niño blanco, chupa mi verga negra,
pero cuidado con los dientes o te iras sin ellos”.
Un
escalofrió de miedo me recordó que, aunque yo estaba disfrutando de este momento
como una loca, no debía concentrarme en mi placer… mi máxima meta… mi única
meta… era el placer de mi nuevo macho.
Aún
asi no pude esconder la moción ni la enorme sonrisa cuando recibí permiso para
desenvolver aquel regalo del cielo que Tafari tenía entre las piernas.
Mis
manos seguían jugando con los espesos y rizados vellos de su culo, asi que usé
mis perfectos dientes para morder el elástico de aquella prenda y comencé a
bajar con la tela entre mis dientes.
El
abdomen de Tafari tenía esa sexy línea de vello que nacía desde sus pectorales y
bajaba hasta su entrepierna, pero la delgada línea de vello en dada se
comparaba con la espesa selva de pelo púbico que me esperaba.
Estiré
la húmeda prenda para poder liberar la poderosa cabeza de la enorme verga de
Tafari… por fin apareció ante mí un enorme glande gordo e hinchado… y de color
negro…
Mientras
que Papi Darius tenía un hermoso glande color purpura, y Aiyden poseía una
hermosa cabeza color caramelo, Tafari lucía un glande tan negro como su piel
africana, y mientras más bajaba y descubría el grueso y gordo tallo me di
cuenta que no había ninguna variación de color, Tafari era negro puro,
completamente negro, deliciosamente negro.
Y
cada centímetro de él poseía ese tono de piel tan oscura que casi era obsceno,
una piel tan negra como la de los primeros esclavos traídos del África más
profunda.
Y
era esa piel negra lo que más me atraía de Tafari, me hacía sentir tan,
diferente tan blanca, el ver su piel negra en contraste con mi pálida piel
color marfil, me hacía comprender que pertenecíamos a diferentes razas… y que
mi raza era inferior.
Por
fin quite aquella estorbosa prenda que me separaba de mi golosina.
Y
ahí estaba… una enorme verga negra, enorme, inmensa, debía medir por lo menos 12
pulgadas igual que la verga de Aiyden, pero… esta nueva verga de macho negro
era mucho más gruesa que la de Aiyden… en realidad era más gruesa que la de
Papi Darius mientras que el hermoso pene de Aiyden tenía un ancho similar a una
lata de Red Bull, mi primera polla negra que probé la de papi Darius era un poco
más gruesa, y además tenía ese nudo en medio del tronco, lo cual lo hacía más
varonil.
Pero
el moustro que ahora se erguía ante mí no podía compararse con aquellas dos
hermosas vergas.
La
poderosa anaconda negra que tenía a escasos centímetros de mi rostro era… fea,
brutal y primitiva… tan gruesa como una lata de Coca-Cola, curvada y lo mejor…
llena de primitivos nudos que hacían parecer aquella verga negra, como brazo
musculoso de un niño.
Y
entre sus poderosas piernas colgaban los dos testículos del tamaño de
mandarinas completamente cubiertos por su rizado vello púbico.
Su
erección era completa y poderosa pero los primitivos nudos y ángulos torcidos
de esa brutal… casi animal, verga negra impedían que su glande en forma de
hongo llegara a su velludo vientre.
Y
aunque aquella verga era la cosa más aterradora y fea que hubiese visto… al
mismo tiempo era lo más hermoso, perfecto, maravilloso.
¡Fue amor a primera vista!
Pude
sentir como mi corazón que ya estaba acelerado se debocaba, mi mente se sentía
nublada y confundida, y en mi bajo vientre sentí un millar de mariposas aletear
emocionadas, pero más que sensaciones físicas pude sentir como fui flechada por
esa moustrosa verga negra, esa fea brutal y primitiva verga negra…me enamoré
como una quinceañera de un cantante rock, no solo era lujuria y deseo, podía
sentir a ciencia cierta como mi corazón de calentaba y emocionaba de la misma
manera en que lo hacía cuando Aiyden era bueno conmigo… NO, esta emoción era aún
más intensa, el solo mirar de frente a esta moustrosa verga negra provocaba en
mi sentimientos de anhelo y fantasías, ya me veía casada y embarazada por esta
horrible y salvaje verga… ya la amaba… y la amaría por siempre.
Me
quedé unos momentos viendo aquella imponente verga africana, Tafari respiraba
emocionado quería ver su expresión, pero mi gris mirada no podía apartarse de
mi nuevo enamoramiento, simplemente no podía dejar de admirar aquella
maravilla, si me sentía pequeña ante la altura y musculatura de Tafari, frente
a esta colosal verga negra me sentí diminuta, insignificante, sumisa… inferior.
“¿Vas a quedarte mirando como la estúpida y
patética sissy que eres o harás eso para lo que naciste?”
“Señor, sí señor… lo siento yo… es tan
hermosa… tan… enorme… señor”.
Tafari
ya estaba cansado de mis mimos y atenciones se notaba en su enojada voz que
estaba desesperado por tener su torcida verga negra dentro de mi boquita de
puta.
Y
la verdad es que yo también ya estaba loca por comerme ese gordo salchichón negro.
Asi
que llevé mis manitas hacia esa feroz verga negar…
Mia
pequeñas y delicadas manos simplemente no podían rodear aquello, era
exactamente como tratar de rodear una lata de soda con una sola mano… una lata
de soda caliente, hirviendo, latiendo.
Pude
apreciar cada vena, cada nudo y cada musculo… porque, aunque pareciera
imposible aquella verga negra parecía tener músculos, y eso lo pude notar aún
más al tener mi delicado y delgado brazo cerca de ese musculoso trozo de carne
negra, ¡Era más grueso y musculoso que mi antebrazo!
Mis
manitas acariciaron de arriba abajo a mi nuevo juguete favorito, después de un
par de masturbarlo un poco bajé mi mano derecha hasta su abdomen donde acaricié
su gordo abdomen, estaba tapizado de rizado y espeso vello púbico africano, no
era largo y enredado si no corto pero muy tupido y sus negros rizos se
extendían por sus muslos internos casi hasta sus rodillas donde colgaban esos
enormes y peludos testículos de toro, nunca mejor dicho, cuando mis delgados
dedos se envolvieron alrededor de una de esas pesadas bolas, lancé un suspiro
emocionada, pude sentir lo redondos pesados y calientes que estaban esos dos
cocos, llenos de leche de macho, leche que me moría por probar, y beber… estaba
sedienta.
Mi
boca babeaba por mamar como becerrita, pero no pude resistir mis instintos de
nena sissy, e igual que con Papi Darius sin que nadie tuviera que ordenármelo,
hundí mi bonito rostro en la ingle de Tafari, mi respingada y bonita nariz
chocó con la bese de su enorme verga, y restregando mi cara contra ese salvaje
y primitivo vello africano, inhalé el sudor de la parte más varonil del hombre
más masculino del mundo… y justo después de que hubiese entrenado.
Era
la niña con más suerte del mundo.
Tafari
restregaba mi cara por toda su entrepierna, mi nariz acarició cada centímetro
de sudorosa piel mientras yo daba largas, profundas y ruidosas inhalaciones, podía
sentir a mi clitty dando saltitos y a mi pussyboy haciendo coquetos guiños
mientras mi miel sissy brotaba sin parar… yo era un putito atraído por apuestos
y fuertes hombres negros como una adolescente en celo, un afeminado que
escuchaba música Pop mientras bailaba sensualmente moviendo sus gordas caderas
de yegua, un niño beta blanco que amaba ser abusado y humillado por varoniles
machos alfa, una maricona que se corría como perra cuando chupaba una enorme
verga negra de toros negros… pero aunque me sentía hechizada por la enorme
estatura y los fuertes músculos de un hombre negro, aunque adoraba sentirme
sumisa al ser utilizada brutalmente por un macho alfa, aunque la boca se me hacía
agua al ver una verga grande, larga, gorda y negra… lo que de verdad amaba, lo que de verdad me
volvía loca, lo que me convertía de un tímido y patético mariconcito en una
perra en celo, era la esencia de un toro negro, era el apestoso almizcle que deprendía
un viril, saludable y superior macho negro lo que hacía que mi dicklett se
pusiera duro y mi pussyboy babeara hambriento, era el aroma de un macho
africano lo que de verdad sacaba lo peor de mí, lo mejor de mí, era una adicta
a las feromonas de un toro negro, ese era mi fetiche, mi perdición…
“Joder… ninguna perra había hecho algo como
esto, de verdad que te gusta el olor de mis bolas, ¿cierto?, maldita maricona,
eres la niña más puta que he conocido, tu si sabes hacer sentir a un hombre
como un Rey… pero una buena puta vive para complacer a su amo, no asi misma,
asi que ponte a chupar de una maldita vez”.
Di
una última “calada” de mi droga favorita y llevé mi boquita hacia la enorme
cabeza de hongo dando besitos amorosos a esa gorda y torcida verga negra… y
entonces por fin estuve cara a cara frente a esa negro, enorme e hinchado
glande que más parecía a un hongo gigante, increíblemente las crestas del pene
sobresalían haciendo parecer el gordo tronco más delgado, ese terrible glande
negro brillante tenía casi el tamaño de una pelota de tenis, y el orificio que tenía
en la punta era grande y profundo, me miraba como el ojo de un terrible y
gigantesco ciclope enojado, ¿Cuánta leche podría salir de un orificio tan
grande? como era simplemente la verga
más moustrosa e imponente que había visto.
Me
obligo a mí misma a mirar al semidios que poseía esa terrible verga digna de un
demonio, y veo en sus oscuros ojos llenos de desprecio y odio, un brillo de
lujuria animal que me vuelve más sumisa, más hembra.
Entonces
besé con mis gordos labios de puta su enorme glande, él sonrió, besé de nuevo,
y una vez más… esta vez no me alejé, abrí mi boquita al máximo y mi delgada y
pequeña lengua comenzó a lamer aquel enorme glande, y de inmediato buscó el
enorme orificio de donde se fugaba tanto pre semen que parecía que estaba
orinando un poco.
Gemí
mientras la punta de mi legua trataba de entrar en aquel delicioso orificio,
mis pequeñas manos ocupadas ordeñando su enorme verga.
Escuche
a Tafari gemir de gusto y eso me impulsó a abrir mi boquita al máximo y
comenzar a tragar aquel mounstro.
Con
Aiyden y papi Darius mi mandíbula se había abierto al máximo para poder ser
usada como un glory hole, o al menos eso había creído, pero ambos machos se
habían sorprendido con mi habilidad de poder realizar una garganta profunda a
la primera, de lo cual me sentía sumamente orgullosa… orgullo que se hizo pedazos
cuando me di cuenta de que tal vez había mordido más de lo que podía masticar…
literalmente.
Era
como tratar de tragar una lima de un bocado simplemente no cabría… lamí y bese aquel
enorme hongo, haciéndolo resbaladizo y mojado, cosa fácil pues estaba babeando
como una perra hambrienta, pero cuando trate de meter aquella fabulosa cabeza
en mi boquita, volví a fallar… lo intente de nuevo, y de nuevo falle.
Me
aleje de aquella terrible verga negra tratando de recuperar el aliento, una
cuerda de saliva unía mis gordos y rojos labios con su negro e hinchado glande.
Pero
no pude apreciar por mucho tiempo la vista por que de nuevo y sin previo aviso
otra bofetada resonó en las duchas vacías, y de nuevo me encontré tirada en el
suelo, Tafari me había castigado otra vez.
“Maldita nenaza, estabas tan ansiosa lamiendo
y besando, y parecías una verdadera zorrita mientras te drogabas con mi aroma,
pero veo que eres como las otras putas, buenas calientapollas, malas chupa vergas…
si no lo vas a hacer bien entonces será mejor que no lo hagas…”
Tafari
comenzó a alejarse de mi e hizo ademan de levantar su ropa del suelo.
Me
levante de inmediato y lanzándome a sus enormes pies, lo tome de un tobillo, lo
cual, por supuesto no sirvió de nada, con solo dar un paso atrás Tafari me arrastró
como si yo no pesara nada.
“¡Señor… por favor, por favorcito… no me
deje, no se valla, no me quite su hermosa verga, lo hare mejor, se lo juro,
deme otra oportunidad, seré la mejor puta que haya tenido señor, lo juro… se lo
ruego, déjeme chupar su hermosa gorda y negra verga señor, por favor!”, Tafari frenó, y yo quede aferrada a su grueso
tobillo, “está bien zorrita, te daré otra oportunidad pero será mejor que la
aproveches”.
“Gracias… gracias señor… lo haré señor… le
demostrare que soy digna”.
Podía
escuchar mi delicada y aguda voz de siempre, no podía reconocerme en las
palabras que decía, y mucho menos en el candor y la pasión en ellas, un par de
días atrás me había jurado ser más masculino, más varonil, convertirme en un
hombre, y sin embargo aquí estaba yo tirada en el suelo, desnuda, aferrada al
pie de un bruto gorila negro, rogándole que me permitiera chupar su gorda verga
negra.
“Pues deja de hablar y comienza a
trabajar perra”.
Esta
vez ni siquiera respondí simplemente me levanté rápidamente y me abalancé sobre
aquella torcida y gorda verga negra, lamí toda esa enorme cabeza usando mi
delicada lengua como desesperada… cuando el hermoso y enorme glande estaba escurriendo de saliva y pre semen abrí
mis hinchado labios de puta al máximo y comencé a meterme esa enorme pelota de
ardiente carne cuidando que mis dientes no rozara la delicada piel negra, de
inmediato sentí como mi mandíbula amenazaba con dislocarse, pero no desistí y
me obligué a acomodar aquella pulsante verga, y con un ruido de succión el
enorme hongo quedó húmedamente acurrucado entre mi lengua y mi paladar, gemí
contenta, y con lágrimas de esfuerzo escurriendo por mis blancas mejillas miré
hacia arriba, directamente a los ojos de mi dios de ébano, trate de sonreír
pero el moustro en mi boca impedía que hiciera cualquier gesto, en realidad tenía
que esforzarme para poder inhalar y exhalar por la nariz pues no había ni un
solo espacio en mi boquita por el cual respirar.
Tafari
me miro, y de nuevo pude notar sorpresa y encanto en su fría mirada, ¡había
logrado complacerlo otra vez¡, mi corazón se hinchó de orgullo.
Y
asi mirándolo todo el tiempo comencé a mamar esa deliciosa, poderosa y
primitiva verga de toro negro, al principio apenas y podía moverme un poco
hacia adelante y hacia atrás, sintiendo las gordas crestas de su glande raspar
mis mejillas mi lengua y mi paladar, todo al mismo tiempo, mi manita izquierda
masturbaba las nueve pulgadas de pulsante verga negra que quedaban fuera de mi
húmeda boca, y los delicados dedos de mi manita derecha jugaban con las enormes
y calientes naranjas peludas que colgaban entre sus muslos… ¡Dios¡ eran tan
pesadas, obscenamente pesadas, no pude dejar de pensar en mis diminutos
patéticos y casi inexistentes testículos que en ese momento pude sentir como
subían dolorosamente a mi bajo vientre escondiéndose y preparándose para un
femenino orgasmo, mis óvulos de niño eran más ligeros que el aire mientras que
sostener un testículo de este macho alfa era como tener una jugosa manzana…
firme, pesada y jugosa.
Cada
vez que trabajosamente podía avanzar un centímetro en esa gorda verga llena de
nudos mi orgullo de sissy aumentaba, y mis lascivas caricias se volvían más
fuertes y agresivas, mi boca producía más y más saliva que escurría vulgarmente
por mi barbilla creando delgados hilos de saliva que escurrían desde mi bonito
rostro hasta el mojado suelo de las duchas.
Mis
ojos nunca abandonaron la oscura mirada de mi amo, y durante quince minutos centímetro
a centímetro llevé hasta mi garganta el poderoso glande… cuando la hinchada
cabeza golpeó el fondo de mi garganta tapando mi laringe una arcada salió desde
mi pecho.
Mi
reflejo nauseoso que al parecer no existía cuando papi Darius y mi amado Aiyden
me usaron como chupa pollas, fue puesto a prueba esta vez, mi manita izquierda
ahora recorría unas cinco pulgadas desde mis empapados labios hasta el peludo
vientre de Tafari, había logrado tragar la mitad de aquella salvaje y
maravillosa verga negra.
Y
durante el lento, difícil, y también doloroso trabajo de tragar, pude regocijarme
viendo los pequeños gestos que provocaban mis caricias bucales, y mis
juguetonas manos en su virilidad, y aunque su varonil y serio rostro trataba de
conservar su gesto de enojado desprecio, no pudo esconder pequeños tics y
gestos cuando mis dientes daban pequeñas mordidas, mi lengua daba tiernas y
mojadas caricias, o cuando mis delicadas y femeninas manos apretaban sus
enormes testículos, y trataban de estrangular casi con odio su gorda verga que
era tan dura y caliente que era imposible para mis patéticas fuerzas siquiera
tratar de ahorcar aquella dura verga llena de músculos.
Justo
ahora mis dos manitas trataban de exprimir el poderoso tallo, mientras que mi
cabeza se movía de adelante hacia atrás, lentamente, con sumo cuidado pues a diferencia
de mis dos primeros amantes que pudieron literalmente follar mi boca y mi
garganta, esta primitiva verga debía ser tratada con respeto y cuidado.
Seguí
moviéndome de atrás a adelante, cubriendo la mitad de su tallo de caliente
saliva y extendiendo con mis manitas esa saliva por la otra mitad cada vez que
su glande tocaba mi garganta trataba de meterla dentro, pero me era imposible,
mi garganta simplemente no podía ser violada de esa manera, aún no.
Más
lagrimas escurrieron por mi bonito rostro pero esta vez nacidas por la
vergüenza y la culpa de haber fallado como puta, había prometido ser la mejor
chupa pollas que Tafari hubiese tenido, y aquí estaba ahora, patética y débil y
con solo la mitad de esta hermosa verga en mi boca, Tafari era un macho alfa,
aún más, Tafari era un macho alfa negro, el merecía más, él lo merecía todo…
pero no solo estaba decepcionando a Tafari… una verga tan varonil, tan
poderosa, tan primitiva… una verga tan perfecta merecía ser adorada, tratada y
chupada de la mejor manera, merecía ser acaricia, chupada y mamada por una puta
de primera clase, esta preciosa verga negra merecía una garganta profunda,
merecía estar enfundada hasta la raíz en mi cálida y húmeda boca, esta verga
merecía más a la sissy perfecta, y yo no lo era…
Mi
llanto se intensificó, más lagrimas brotaron de mis bonitos ojos grises, traté
de controlarme y no actuar como una patética niña llorona, ya era malo que no
pudiera comerme por entero ese enorme pedazo de carne negra, como para arruinar
la mamada de Tafari con mi llanto.
Pero
la decepción conmigo misma era tanta que mi cuerpo se sacudía gracias al llanto
que trataba de contener, lo cual estaba a punto de provocar que me ahogara
tanto por el llanto como por la enorme verga tapando mi garganta, pero cuando
estaba a punto de sacarme de la boca esa gorda verga, Tafari hablo con su ronca
voz.
“Maldita sea niña, eres la primera que puede
meterse mi verga en la boca… realmente eres una maricona… naciste para mamar
vergas, ¡NACISTE PARA MAMAR MI VERGA!”
Mi
corazón latió emocionado de nuevo y las mariposas en mi vientre revolotearon
contentas, y aquel cálido fuego que encendía mi corazón y que parecía mucho al
amor se intensificó.
Gemí
emocionada y reanudé mi sensual mamada, Tafari me miró directamente a mis
bonitos y llorosos ojos grises y por primera vez Tafari me acaricio la cabeza
de manera tierna y suave, no pude evitar cerrar los ojos sintiéndome encantada
por saber que era la primera niña en lograr meterme su deliciosa y enorme verga
en la boca.
Pasé
otros quince minutos mamando como desesperada, no podía parar… literalmente, el
enorme glande estaba tan hinchado que la hinchada cabeza quedaba atorada en mis
gordos labios de puta, pero, aunque me esforcé no pude comer ni la mitad de esa
deliciosa verga negra.
Durante
esos largos y deliciosamente tortuosos minutos nuestras miradas jamás se
interrumpieron, mi mandíbula se sentía cansada y estirada, pero, aunque era sumamente
doloroso y difícil me encantó cada segundo, mi boypussy seguía caliente, seguía
latiendo, haciendo hambrientos guiños… me sentía vacía.
Necesitaba
ser llenada, estaba incompleta, defectuosa, rota, y solo cuando mi boypussy
estuviese lleno de verga negra estaría completa.
Mi
vida no tenía sentido ni propósito sin ser usada y llenada por una enorme y
negra verga negra, y justo ahora me sentía complementada, útil, necesaria…
utilizada.
El
dolor que sentía se combinaba con el placer que sentía por realizar el trabajo
para el que había nacido, en realidad el que fuera un reto para mí lo hacía
mejor, no solo sentía placer por poder mamar aquella moustrosa verga negra, al
mismo tiempo mi cerebro se inundaba de endorfinas al saberme útil, al saberme
usada, no solo era el intoxicante aroma, ni el delicioso sabor de su
interminable jugo de macho que escurría de su hinchada verga, era el
reconocerme un putito, un afeminado, un mariposón, una delicada y tierna
mariconcita, una sensual y sexy sissy.
Y
mientras que tratando de ser un hombre estaba destinado a fallar patéticamente,
mientras que mi cuerpo, mi naturaleza y mi delicado y curvilíneo cuerpo me
condenaban a ser humillado y despreciado por ser completamente inadecuado, pero
en mi papel de mujercita, actuando como un putito, ocupando mi sitio natural
como sissy, podría tener éxito, ser admirada, envidiada, deseada… utilizada.
Asi
que esa media hora de rodillas mamando como becerrita fue tan placentera para mí
como para mi toro negro, tal vez más, porque mientras los ojos del señor Tafari
demostraban que sentía placer gracias a mis húmedas caricias, mordiditas y
fuertes chupadas, yo estaba abrumada por el placer, mi boquita y mi lengua
sentían cada vena cresta y nudo de esa fea y negra verga, pero también mi alma
y mi psique estaban siendo saturadas de placer, mi corazón latía desbocado como
loco, lleno de orgullo y emoción.
Emoción
que creció aún más cuando pude sentir en mi lengua como increíblemente aquella
enorme verga negra se hinchaba aún más, tanto que mi garganta simplemente quedo
completamente obstruida y sentí mi mandíbula a punto de dislocarse, me esforcé
por respirar por la nariz, lo cual no ayudaba realmente, pues el intoxicante
almizcle de primitivo macho africano.
Los
latidos de aquella bestia se hicieron cada vez más fuertes y rápidos, hasta
que…
Medio
vaso de caliente y cremosa leche de toro negro inundo mi boquita que ya estaba
totalmente llena de carne negra, mis mejillas se inflaron, y mis ojos se
abrieron con la sorpresa y el miedo, ya que si antes me estaba costando respirar
ahora literalmente me estaba ahogando.
Por
culpa de mi reflejo nauseoso traté de alejarme… pero la inflamada cabeza en
forma de hongo gigante quedó atorada en mi pequeña boca, asi que tuve tragar
las gruesas cargas de cálido semen directamente… carga tras carga de esa
deliciosa y caliente leche de toro negro llenaron mi boquita de puta
permitiéndome saborear el salado néctar de macho que mi bully me estaba
regalando.
Lagrimas
de dolor e incomodidad resbalaban por mis mejillas, mientras que mi pequeña
garganta hacia lo imposible por beber aquel delicioso néctar que mi nuevo Dios
africano me regalaba, y aunque me esforzaba al máximo por tragar cada una de
las deliciosas cargas de espeso semen y mi pequeña boca de puta estaba completamente
sellada por aquella nudosa verga, pude sentir como ríos de semen brotaban de la
comisura de mis labios…
Tafari
gruñía como un animal salvaje mientras me miraba con sus oscuros ojos llenos de
odio y triunfo, sus enormes manos rodeaban mi pequeña cabeza pero solo
sujetándola en su sitio, mi poderoso ídolo negro se estaba conteniendo,
evitando usar su fuerza superior para hundir su deliciosa verga negra al fondo
de mi garganta, mi nuevo dueño estaba
mostrando ser más gentil de lo que nunca había sido, el poderoso toro negro
comprendía que tenia que tener cuidado con su nueva muñeca de porcelana, Tafari
sabia que yo era demasiado delicada, y yo se lo agradecía mirándolo
directamente mostrándole mi patético rostro, que debía de estar echo un
desastre, mis ojos totalmente arrobados en lágrimas, mi nariz goteando fluidos
por el esfuerzo enorme que me provocaba el obligarme a tragar tan rápido, mi
boquita totalmente estirada por su enorme circunferencia, con ríos de espeso
semen goteando por mi barbilla, mi cabello
mojado pegado a mi rostro en mechones desordenados, la viva imagen de una
pequeña quinceañera oralmente violada.
Pude
tragar exactamente diez gruesos y masivos disparos de su espesa y deliciosa
leche de macho, todos y cada uno de ellos capaz de llenar un vaso a la mitad, incluso
el ultimo.
Y
cada uno de esos delicios diez disparos provocaron que mi pequeño clítoris saltara
y temblara víctima de un poderoso sissygasm que estremeció todo mi pequeño
cuerpo nuevamente.
Pero
gracias a que solo había pasado media hora desde mi ultimo sissygasm, mis
pequeños testículos… NO, mis diminutos ovarios que ahora mismo estaban
escondidos muy arriba en mi plano vientre, no habían tenido tiempo de producir
más de mi inservible, débil, inferior, líquido y totalmente cristalino semen
marica, asi que mientras que mi diminuto clitty de dos pulgadas temblaba y
saltaba, ni una sola gota de liquido salía de mi rosado dicklett, al contrario
de mi pussyboy que fue victima de las más deliciosas y fuertes contracciones
hasta la fecha, mi pequeño capullo rosa, se abría y cerraba ferozmente mientras
que un rio de esa extraña miel sissy escurría de mi hambriento pussyboy, al
mismo tiempo mi vientre fue golpeado con diez contracciones nacidas de mis
diminutos ovarios de niño, eran como corrientazos de electricidad, contracciones
dolorosas y placenteras a partes iguales, contracciones tan fuertes que podía
sentir como mi delgado y tenso vientre plano quería aplastar apretar, abrazar y
exprimir algo… una verga… una enorme verga… una enorme verga negra… sí, mi
vientre se contraía hacia adentro y hacia afuera tratando de exprimir y
succionar una enorme y gorda verga negra, mi rosado pussyboy y mi delicado y estrecho
vientre se morían de hambre por un buen pedazo de carne negra.
El
orgasmo fue el más fuerte que hubiese sentido hasta ahora, cuando tuve mi
primer orgasmo con Papi Darius creí enloquecer gracias a sus dedos en mi
pussyboy, y apenas una hora antes mientras Aiyden violaba mi garganta y mi
cuerpo se retorcía acostada de espaladas totalmente dominada, el orgasmo que
manchó mis bonitos y rosados leggins, estuvo cargado de romance y enamoramiento
adolescente, de una quinceañera siendo follada por el muchacho más popular de
la escuela, pero este sissygasm, esta terrible explosión de placer doloroso, superó
a las dos anteriores.
Tal
vez era el tamaño superior de la verga negra de Tafari, o tal vez era su
primitiva forma llena de torceduras y nudos, o tal vez era el salvajismo y
desprecio con el que mi nuevo dueño me trataba, tal vez era el odio y racismo
claramente demostrado por Tafari lo que me provocó ese terrible sissygasm que obligó
a temblar mi cuerpo entero diez veces, al mismo ritmo de los disparos de ese espeso,
nutritivo, masculino y totalmente superior semen de toro negro, tal vez era que
entre sus enormes manos podía por fin comprender y aceptar en su totalidad mi inferioridad,
mi patética naturaleza sumisa, mi verdadero lugar en la vida… el verdadero
lugar en la naturaleza para los niños blancos como yo, de rodillas adorando a
un Dios de ébano.
Tal
vez la verdad es que soy una perra en celo adicta a los sissygasm, tal ves la
verdad era que yo era una maricona que simplemente estaba destinada a sentir
orgasmos cada vez más fuertes siempre y cuando fueran provocados por un macho
negro… ni siquiera eso, yo era un mariposón que tenía sissygasms tan solo por
complacer a fuerte y enormes toros negros, tal vez la verdad era que yo era una
puta y las putas sienten cada nuevo orgasmo mejor que el anterior.
La
enorme y torcida vergota en mi boca dejó de latir en mi boca, mis pequeñas y femeninas
manos de nena blanca, seguían apretando firmemente esa gorda, caliente y palpitante anaconda
africana, asi que usando todas mis patéticas fuerzas exprimí la deliciosa
banana gigante, desde la raíz hasta la enorme cabeza hinchada de hongo,
mientras al mismo tiempo succionaba con todas mis fuerzas cualquier resto de
delicioso néctar de macho negro, otro bocado de espeso pudin salió de la punta
de su magnífico glande, otro bocado suficiente para llenar un trago de tequila,
incluso los restos exprimidos de sus enormes testículos del tamaño de naranjas,
era más semen de lo que yo jamás eyacularía en mi vida.
Tafari
respiraba profundamente y yo podía sentir cada una de sus respiraciones como un
latido en aquel moustro en mi boca.
Yo
continuaba mirándolo directamente a sus oscuros ojos, mientras seguía
acariciando amorosamente el cálido objeto de mi adoración, succionando con
todas mis fuerzas como chupando los restos una malteada por un popote.
Tafari
dio un varonil gruñido de dolor y se alejó de mí, su enorme e hinchado hongo seguía
atorado en mi pequeña boquita de puta, así que de nuevo exprimí desde la raíz buscando
más de mi espesa y adictiva droga.
Una
ultima cucharada de aquella leche mojó mi delicada y juguetona lengua, y todas
mis papilas gustativas se deleitaron con el agridulce sabor de hombre negro.
Tafari
gruñó dolorosamente de nuevo y de nuevo trató de alejarse de mi pero mis
delicadas manitas seguían aferradas a mi nuevo enamoramiento, mi nuevo crush,
la gorda y bestial verga negra de mi bully.
“¡Maldita
perra!, ¿Quieres chuparme el alma por mi verga?”
No
quería su alma, pero si en esas pesadas naranjas negras y peludas aún quedaba
una gota de delicioso semen, yo la quería.
Agité
mis gruesas y bonitas pestañas mirándolo directamente a sus negros ojos,
mientras seguía chupando con todas mis fuerzas.
“¡Suéltame!,
pequeña zorra hambrienta”
Esta
vez Tafari me golpeó las manos con un fuerte manazo, y dando una zancada hacia atrás
logró sacar su enorme verga que ya estaba menos hinchada y había perdido algo
de su acero.
La
negra cabeza en forma de hongo salió de mis gordos labios de puta con un sonido
de vacío, como cuando se descorcha el champagne.
“¡Pop!” el obsceno sonido salió acompañado de un
femenino y ahogado gemido de dolor y alivio, por lo cansada y usada que estaba
mi tierna y delicada garganta.
“¿Cómo
se dice, putito?”, Tafari me
miraba sorprendido, mientras se acariciaba su adolorida verga.
“GRA…
gracias, señor”.
Mi
bonita voz salió ente gemidos cansados pero felices, mientras mi rostro con
aspecto de puta usada lo miraba sonriente.
“Maldita
maricona, siempre supe que eras una perra en celo, pero no sabía que eras una
chupapollas profesional”.
Su
mirada de nuevo estaba llena de desprecio y odio, y mientras yo seguía ahí en
mi lugar, de rodillas esperando la siguiente orden de mi dueño y señor, Tafari
demostrando una vez más esa velocidad y agilidad que contradecía su tamaño, me dio
otra cruel y fuerte bofetada, de nuevo me vi tirada en los azulejos mojados, el
agua ahora fría provocó que mi caliente y delicada piel se erizara.
“¡Lávate
maldito mariposón!, estas echo un asco…”, Tafari me escupió un grueso fajo de
saliva africana en mi bonito y blanco rostro, mi ojo derecho quedo cegado, “la próxima
vez voy a cogerte… y no vuelvas a alejarte de mí, eres mío no lo olvides”.
Y
con firmes y pesados pasos el gordo y poderoso defensa negro abandonó las
regaderas.
Yo
quedé tirada en el suelo temblando, por el frio de los azulejos, por el poderoso
sissygasm que acababa de tener, y por el dolor del último golpe de Tafari.
Pero,
aunque mi mejilla ya estaba ardiendo por la bofeteada y la saliva de Tafari escurría
por mis bonitas mejillas, solo podía sentirme completamente feliz, agradecida y
afortunada por haber sido usada y descartada por tal poderoso y cruel macho
alfa.
Una
sonrisa adornaba mi bonito y arruinado rostro de putito usado.
♠♥♠♥♠♥
Veinte
minutos y una nueva ducha más tarde salí de las duchas con mis gordos muslos de
puta enfundados en mis nuevos pantalones deportivos rosas.
Tenia
que apoyarme en la pared del gimnasio, mis femeninas y largas piernas temblaban
como las de una sierva recién parida, había tenido dos deliciosos y poderosos
sissygasms en las últimas dos horas además de todas las emociones vividas, al
descubrir que yo también le gustaba Aiyden mi mejor amigo, y al comprender que
el odio y desprecio de Tafari hacia del deseo natural de querer dominar y usar
a un pequeño e inferior niño blanco beta como yo, y el ser usada como una
prostituta por ambos me había dejado débil, más débil de lo normal.
Estaba
por llamar a Roxy para que me ayudara a llegar a casa una vez más cuando…
“Pero
miren quien decidió salir al fin, Alexis, el putito de la escuela”.
Alcé
la mirada asustada, mientras sentía como mi corazón se saltaba un latido por la
sorpresa.
Alika
estaba sentada en una de las gradas de la cancha de basquetbol.
La
hermosa y sensual porrista negra tenía cruel sonrisa dibujada en sus labios,
pero sus negros ojos no estaban mirándome, su vista estaba centrada en su iPhone
rosa de última generación.
Mi
corazón seguía en mi garganta por el susto, y mis piernas temblaban más que
nunca, ahora el miedo sumándose a mi cansancio.
No
pude contestar, si es que había algo que contestar.
“Lo
siento Alexis, es que no puedo dejar de ver este video… es lo máximo, tienes
que verlo”.
Alika
se levantó y camino contoneando sus redondas y africanas caderas hacia a mí.
“Por
cierto me gusta tu nuevo look, te sienta bien el rosa”.
De
nuevo no pude contestar.
Alika
levantó el celular y en la pequeña pantalla en la más alta definición de la
historia pude verme y escucharme… pude ver a una pequeña y deliciosa niña de enormes
caderas haciendo la más intensa y desesperada mamada a un gordo y musculoso
hombre negro, Tafari, podía escuchar los obscenos sonidos de succión y saliva, y
aunque mi corazón de nuevo se detuvo aterrado, no pude dejar de apreciar lo
hermosa y sensual de la imagen, lo natural y completamente correcta que era
aquella escena, un pequeño y patético niño blanco sirviendo y adorando a un
poderoso y primitivo semidios africano.
Levante
mi gris mirada, Alika estaba sonriendo como una niña después de realizar una
travesura.
“Sabes
creo que ya tengo la solución al problema de los uniformes, u tú eres la clave
para ello, creí que tendría problemas en convencerte, pero ahora sé que será fácil,
ve a la casa de Roxy el domingo, ella te dará… algo, úsalo el lunes, y llega
temprano, iremos a hablar con el director… oh y Alexis aléjate de Aiyden, o tal
vez le muestre este video”.
Me
recargué en la pared sin poder creer lo que estaba sucediendo, y solo cuando vi
a Alika salir del gimnasio, pude volver a respirar, pero mis rodillas
simplemente ya no aguantaron, y me escurrí por la pared hasta quedar sentada,
el temblor de mis piernas se había extendido a todo mi cuerpo, y de nuevo agua corría
por mi bonito rostro, y no era por mi cabello mojado, de nuevo estaba llorando patéticamente,
de nuevo mi puteria me había metido en problemas, estaba en un gran problema.
“Problem - Ariana Grande”
Hola a todos, aquí estamos de nuevo, espero les agrade el capítulo,
una disculpa por la tardanza, pero enorme y además he tenido problemas económicos
debido al trabajo, y justamente de eso quisiera hablarles, no sé si estoy pecando
de autoestima, pero si sé que es buena idea intentarlo, he creado un patreon y
espero poder conseguir algunos dólares de parte de ustedes, no se cuanto pueda
reunir, tal vez solo alcance para un café pero tal vez se pueda conseguir llegar
a los 500 dólares al mes, si cada uno de ustedes tiene la amabilidad de donarme
un dólar al mes, creo tener mas de 5000 lectores, podría dedicarme a la
escritura a tiempo completo, lo cual significaría un capitulo de 10,000
palabras cada cuatro días. Ósea dos capítulos de este tamaño a la semana, creo
que es soñar demasiado, pero nada se pierde intentándolo de antemano gracias.
Aquí esta el patreon, https://www.patreon.com/AfricanCultEden
Aquí esta el patreon, https://www.patreon.com/AfricanCultEden
Besos
Atentamente: Bunny