jueves, 19 de junio de 2025

Mi tío me hizo mujercita. VI,

 

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♥Mi tío me hizo mujercita♥
♥VI♥ 

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Después de esa navidad tan especial, pasó el año nuevo y luego día de reyes, yo misma hablé con mi mami para decirle que ya estaba bastante mayorcita como para recibir juguetes.
Así que en mi casa me trajeron unos tenis nuevos un termo muy caro y un iPod, mi madre quería que comenzase a ir a gimnasio lo más pronto posible. Era obvio que le interesaba mucho que yo perdiera grasa corporal y tal vez construir un poco de musculo.

En casa de mis tíos, mi macho me regaló un celular, un precioso Samsung Galaxy S6, último modelo, pues era 2015 en ese entonces, lo recuerdo con mucho cariño, pues fue mi primer SMARTPHONE, además del primer celular en mi vida, pues para comunicarme con mi madre tenía el teléfono fijo de mi casa y el de la casa de mis tíos.

Mamá no estaba tan de acuerdo con que mi tío me diera un celular tan caro y tan moderno, pues creía que yo podría usarlo para cosas malas, por supuesto cuando mi tío me dio aquel aparato, yo le sonreí pícaramente y el me devolvió la sonrisa, ambos sabíamos que usaríamos ese celular para cosas muy malas.
Mamá también estaba asustada de que alguien podría asaltarme en la calle y herirme para quitármelo; después de tranquilizarla y prometerle que tendría mucho cuidado y no lo estaría usando en las clases de la escuela, ni tampoco lo andaría exhibiendo en la calle por fin me dejó conservarlo.

Mi tía por su parte me regaló una cruz de plata con su cadenita a juego, la cruz era lisa y de diseño simple, pero de tamaño mediano y se sentía pesada, la cadenita de plata era adiamantada por lo cual lanzaba muchos brillitos cada vez que le pegaba la luz.

Era una alhaja muy hermosa y desde lejos se veía que era cara, por lo cual mi madre trató de regresársela a su hermana mayor, pero mi tía Samantha insistió en que me la quedara, y me dijo que había elegido aquella cruz para que hiciera juego con mi nuevo look gótico.
Yo casi llorando la abracé muy emocionada, sintiéndome terriblemente culpable, pero sabiendo que seguiría siendo la amante de su marido, pues era más mi calentura y mi enamoramiento por mi tío Rafa que la lealtad, la culpa o el amor que sentía por mi tía.
Como sea, regresé a la escuela al otro día a presumir mis nuevos juguetitos, y todas mis amigas me los envidiaron, lo que me hizo sentir soñada.

Mi madre en persona fue a inscribirme a un bonito y muy moderno gimnasio cerca de “Plaza de la república”.
 
 Por supuesto comencé a asistir al gimnasio inmediatamente, decidí que me levantaría a las cinco de la mañana y entrenaría dos horas diarias antes de entrar a las ocho de la mañana a la escuela.  

El gimnasio contaba con duchas, así que podía entrar bien limpiecito a la escuela después de cada entrenamiento. Por supuesto que usaba las duchas de las mujeres que estaban separadas por cristales esmerilados, así que podía bañarme y cambiarme sin miedo a ser descubierta.

Mi tío no estaba nada feliz al saber que ya no podría pasar la mañana junto a él, pero entendió que no había otra opción y que a la larga sería bueno para mí salud y para mi cuerpo, pues desde el principio me dio la orden de solo hacer ejercicios para mujeres, y centrarme en mis piernas y en mi cola, me prohibió que ejercitara mis brazos o mis hombros.

“¡Tampoco quiero abdominales en este vientre de nena que tienes Suri! Quiero que parezcas una niña, no una maldita atleta olímpica, esas corredoras negras se ven asquerosas con tanto músculo.” 

¡Ay… Ahh… Ahhhg… ♡! ¡Sí papi, lo que tu digas papi… ♡!” Respondí yo mientras tío Rafa me cogía con su gigante verga en posición de vaquera inversa, recargando mi espalda sobre su peludo torso mientras él me acariciaba mi plano y suave vientre con una mano y con la otra me ahorcaba con una de sus enormes manotas.

El primer día en el gimnasio fui vistiendo un bonito conjunto deportivo de pants y sudadera en color blanco de la marca Nike, y cuando la dependienta del lugar me vio no dudó ni un segundo que yo era una niña.

Era un conjunto claramente femenino, pues no pude reunir suficiente fuerza de voluntad para comprarme ropa deportiva de hombre, mi odio por la ropa masculina crecía cada día más, en fin, aunque mi conjunto era de nena, era bastante sencillo y simple, ósea solo un poco ajustado para marcar mi figura, pero también muy suave y ligero para que fuese cómodo para el ejercicio, debajo como siempre vestía unos sexys pantys, mi sostén deportivo y una playera de algodón.

Yo no la corregí en ningún momento y le pedí ayuda para tonificar mi figura femenina, en especial mis piernas y mi cola.

Ella me llevó con una entrenadora que lucía como una amazona, una alta y bronceada hembra tan musculosa como hércules, con los hombros anchos, sus nalgas prietas eran puro musculo, y con los pechos tan pequeños y duros que prácticamente eran pectorales. 

En cuanto la vi comprendí a que se refería tío Rafa, y me juré a misma que nunca haría el tipo de ejercicio que sirviera para tener ese tipo de músculos, yo quería parecerme a una estrella porno no a una levantadora de pesas.

Esa enorme amazona se encargaba de entrenar a las mujeres que como yo querían ponerse bien buenotas, así que bajo su guía comencé a hacer rutinas diferentes cada día, a veces era pierna, otras nalgas, o abdomen, y otras veces pasábamos dos horas en bicicleta, y los viernes hacíamos yoga para volvernos super flexibles.

Yo por supuesto me convertí de inmediato en la mejor alumna de aquella musculosa entrenadora, tratando de moldear mi cuerpecito para que luciera mucho más sensual y femenino.
Así pasó mes y medio hasta el sábado 14 de febrero.

Ahora les contaré como pasé mi primer día de San Valentín como mariquita.

Yo estaba súper emocionada de que llegara ese día, pues sería mi primer día de San Valentín con mi macho. Al principio creí que mi tío tendría que pasar esa fecha tan especial con su esposa para mantener las apariencias, pero sorpresivamente el hospital público en el que mi madre y mi tía trabajaban las obligó a trabajar todo el día sábado y toda la noche.
Ellas llegarían hasta el domingo a medio día. Y mi macho no perdió ni un segundo en armar planes conmigo al enterarse de que tendríamos ese día tan especial para nosotros solos.

La noche anterior me había preparado para mi macho, pues gracias a mis amigas había aprendido a usar cremas depiladoras, cremas humectantes y demás. Me hice un enema para que mi vagina de nene quedara limpia, suave y húmeda.

También pasé un par de horas frente al espejo perfilándome las cejas hasta que quedaron perfectas, y el día anterior había ido a la estética para que me degrafilaran el cabello que para ese momento ya me llegaba por debajo de los hombros, quedé con una melena muy bonita, mi cabello castaño y ondulado se veía increíble tan largo.

Al otro día mi madre se fue bien temprano y yo falté al gimnasio, pero me levanté con ella para ponerme bonita para mi macho.
Tío Rafa me había mandado los planes que tenía para nosotros por celular.

Él pasaría por mí en la mañana para ir a desayunar a un restaurante especializado en waffles y ese día tendrían menús especiales para enamorados.

Después iríamos a “hacerme” un regalito especial, que sería una sorpresa para mí. Yo no podía esperar para descubrir que era ese regalo especial, de mi tío me podía esperar cualquier cosa.

Luego iríamos a jugar TENIS, una tradición que teníamos él y yo en todos mis cumpleaños desde mi más temprana niñez.

Después del TENIS iríamos a comer sushi a mi restaurante favorito y luego al cine.
Al final del día mi tío me llevaría a un LOVE HOTEL, ya saben esos hoteles donde las habitaciones tienen sillones eróticos, jacuzzis dentro de la habitación y demás cositas sexuales.

Pasaríamos la noche cogiendo como conejos y al otro día regresaríamos a nuestras casas antes de que mi madre y mi tía regresaran.

Un día de San Valentín perfecto. Me sentía como una quinceañera enamorada, aunque en realidad solo tenía doce añitos, ji-ji-ji.
Me volví loca pensando en que ropa usaría para ese día, y no podía decidirme, el día sería muy largo, pero quería lucir perfecta para cada ocasión así que al final preparé una maleta con un montón de ropa, lencería, perfumes y maquillaje, decidí que quería estar lista para cualquier cosa.

Esa noche casi ni pude dormir pensando en el romántico día que me esperaba.
Cuando amaneció, mi madre se despertó muy temprano y se marchó, yo comencé a prepararme un segundo después de que ella cerrara la puerta.

Para mi primer atuendo decidí usar un mini micro short de mezclilla negro, tan corto que en realidad parecía un cachetero, dejando al descubierto la mitad de mis nalgas, enfundé mis largas y bonitas piernas en un par de calcetas bucaneras a medio muslo con rayas negras y blancas, usé también uno de mis bonitos tops de manga larga, color negro con una calaverita o algo así estampada sobre mis pechitos que ya se veían super femeninos, dejando al descubierto mi cinturita y mi vientre plano, mi ombligo se veía hermoso, y encima de eso mi sudadera rosa con orejas y cola de conejita. Temblando me calcé uno tacones de quince centímetros con plataforma de color rosa chicle. Peiné mi cabello con una diadema rosa con un moñito arriba de mi oreja.
Me pinté las uñas, los labios en negro, y me delineé los ojos al estilo ojos de gato y usé sombra rosa en mis parpados.

Me veía putísima, con esas plataformas y mis calcetas a medio muslo, lucía pornográfica en realidad, parecía la fantasía húmeda gótica de cualquier macho.

Yo estaba temblando de miedo y emoción, sería mi primera vez saliendo como nena en público.
Por fin mi macho me envió un mensaje de texto, estaba fuera de mi casa.

Cuando salí de mi casa el JEEP de mi tío me esperaba estacionado al otro lado de la calle, mi macho vestido muy elegantemente estaba de pie abriendo la puerta para mí como todo un caballero.

Así que tuve que cruzar la calle corriendo con miedo de que algún vecino me viera, gracias a la diosa no había nadie.

Caminé lo más rápido que pude sobre esas altísimas zapatillas y arrastrando mi maleta detrás de mí y entré al JEEP lo más pronto posible, cuando estaba subiendo al JEEP tío Rafa me dio una fuerte nalgada que me hizo soltar un gemidito de puta, después agarró mi maleta y la puso en la parte de atrás.

Cuando tío Rafa subió al JEEP no pude resistir más y me arrojé hacia él, me monté a horcajadas sobre su regazo me abracé a su cuello, y lo besé con una lujuria y hambre que ni sabía que podía sentir. No me preocupaban las miradas indiscretas de mis vecinos, pues mi tío como buen policía federal que era llevaba los cristales de su carro completamente polarizados.

“¡Papi! ¡Papi! ¡Te extrañé tanto, papi! ¡Estoy tan emocionada papi!” Yo le daba besitos entre palabra y palabra.

“¡Tranquila nena, tranquila putita! ¡Veo que mi princesita está emocionada por este día!” Tío Rafa me estaba acariciando las nalgas mientras dejaba que su putita besara su rostro con amor. “¡Me encanta este disfraz de conejita puta que te pusiste! ¡Luces deliciosa!”

“¡Gracias papi, gracias! ¡Me encanta que te guste, me vestí para ti!” Dije yo super feliz por sus piropos.

“Muy bien zorrita ahora estate quieta y déjame manejar, tengo hambre y el desayuno es la comida más importante del día, tú puedes comenzar con esto, así que comienza a chupar como el mariconcito que eres mientras llegamos al restaurante.” Tío Rafa me ordenó mientras se bajaba el cierre y liberaba esa deliciosa vergota que tanto amaba yo.

“¡Sí papi! ¡Gracias por el desayuno papi! ¡Amo beber tu lechita de macho fresca y calientita, papi!” Dije yo de manera mimada e infantil.
Y sin perder más tiempo me incliné sobre su regazo y me tragué esa preciosa vergota morena y cabezona, a diferencia de mí, tío Rafa no se había bañado el día anterior y eso se notaba, el delicioso aroma y sabor a macho en su verga era tan intenso que me mareaba.

Así pasé los siguientes veinte minutos mamando verga como la putita chupapollas que soy, me sentía super puta y super caliente cuando papi detenía el auto en algún semáforo. Mer excitaba pensar que alguien podría ver a través de los vidrios polarizados y verme a mí una nena marica de doce añitos subiendo y bajando la cabeza con aquel vergón entrando y saliendo de mi boquita y mi garganta.

“Pinche nene hermoso, mamas vergas como una puta, ya me llenaste el pantalón de babas. Me encanta como te atragantas con mi polla pinche Suri.”

Tío Rafa acariciaba mi cabeza como si yo fuese su mascota preferida, y en un momento me empujó hacía abajo hasta que mis labios tocaron su pubis, yo trataba de no ahogarme mientras sentía la cabeza entre mis clavículas.

Cuando por fin llegamos al IHOP, tío Rafa agarró mi cabeza y él mismo usó mi garganta para masturbarse, arriba y abajo, arriba y abajo, hasta que se corrió en lo profundo de mi garganta.

“¡Aghhh! ¡Joder! ¡Que rica puta tengo! ¡Trágate mi leche, pinche jotito lindo, trágate mi leche pinche Suri!” Tío Rafa gruño mientras mantenía mi rostro pegado contra su pubis y disparaba fajo tras fajo de su delicioso semen de macho.

“¡Ghglrghhhhhh ♡! ¡Bhhlrghhhhhh… ♡! ¡Ghglrghhhhhh ♡!” Yo tragaba una y otra vez apretando esa vergota con mi garganta.
Cuando papi me soltó yo estaba hecha un desastre, mi maquillaje arruinado por el semen, mis babas y las lágrimas que siempre me salían cuando mi macho usaba mi boca como si fuese una vagina.

El maquillaje en el que tanto me había esmerado ahora estaba arruinado, pues mientras recuperaba el aliento me miré en el espejo del parasol del coche.

Papi esperó a que me arreglara de nuevo, gracias al cielo había agarrado una de las bolsitas de mano de mi mami, y la había llenado de todo lo necesario para una mujercita.

Así pude limpiarme el rostro con toallitas húmedas y me retoqué el maquillaje, poniendo especial atención en el delineado y el rímel, me encanta que mis ojos luzcan muy femeninos y llamativos.

Entramos a desayunar y yo pedí unos wafles especiales del día de San Valentín en forma de corazón con chantillí y fresas, mi macho pidió un desayuno tan abundante como para alimentar a tres hombres.

Me fascinaba verlo devorar tanta comida de aquella manera, era una demostración de masculinidad pura que me hacía enamorarme más de él, yo tan pequeñita y delgada comía como un pajarito, como una damita, ¡Dios que femenina me sentía al lado de ese enorme machazo!

Mientras desayunábamos papi y yo sentados uno al lado del otro, no perdíamos ocasión de tocarnos y acariciarnos por debajo de la mesa, sus enormes manotas apretaban y acariciaban mis gruesos muslos de nena, mientras que ni manita de princesa no se cansaba de acariciar arriba y abajo esa enorme anaconda morena que papi tenía entre las piernas, y aunque apenas hacía unos minutos papi se había corrido en lo profundo de mi garganta, pude sentir como su vergota comenzaba a hincharse bajo mis deditos. 

Papi y yo hablábamos de nuestras cosas, yo de mis amiguitas de la escuela, de la ropita que compraría con el dinero que mi tía me pagaba por ayudarle con el quehacer, de cómo mejoraba día con día en mis ejercicios en el gimnasio.
Incluso podía hablarle de las telenovelas que veía en la televisión, de los maestros que odiaba y de los que me agradaban, papi no se mostraba muy contento al escucharme hablar del profesor de educación física, un viejo y gordo macho que no perdía oportunidad de acariciar y toquetear a las colegialas que asistían a sus clases, por supuesto no todas las niñas disfrutaban de aquellos toqueteos, pero un putito como yo sabía apreciar las lascivas caricias que aquel viejo gordo me daba cada que “me ponía de ejemplo” para mostrar como realizar un ejercicio o un estiramiento, por supuesto yo no le dije eso a mí macho, si mi papi se enteraba que yo permitía que un maestro gordo y viejo me acariciara las piernas y las nalgas delante de todo mi grupo lo más probable es que papi lo terminaría matando a golpes afuera de la escuela.

Tío Rafa por su lado me contaba sus salvajes y duras aventuras en la frontera, sus días y noches como policía federal, como tenía que cazar a los centroamericanos que trataban de cruzar la frontera de forma ilegal, o peor aún a los narcotraficantes que llevaban cocaína y demás drogas al otro lado del rio.

Yo lo miraba fascinada, cuando me contaba de aquella sanguinaria y despiadada parte de su vida, a veces ni siquiera podía creerme la mitad de las barbaridades que escuchaba.

Todos los involucrados en esas historias eran hombres malvados, salvajes y sanguinarios dispuestos a matar o morir por el dinero y la droga.

Y mi macho había sobrevivido a varios tiroteos contra algunos de esos carteles, incluso tenía unas cuantas heridas en su musculoso cuerpo como prueba de su valor en el campo de batalla, cuando hacíamos el amor, yo me volvía loquita besando esas heridas tan masculinas.

Estaba super enamorada de ese hermoso macho. Y ese día del amor y la amistad me sentía que éramos Romeo y Julieta.

Cuando terminamos de desayunar tío Rafa y yo nos marchamos del restaurante, yo ya tenía mi coño de nene hecho agua, apretándose contra el PLUG y bien mojadito. Papi salió caminando del lugar con una erección muy visible en sus pantalones, y no fueron pocas las mujeres que se quedaron viendo esa preciosa verga bien marcada en el pantalón.

Cuando subimos al JEEP de nuevo, yo me abalance contra él y nos besamos de manera húmeda y sensual, entrelazando nuestras leguas, babeando uno sobre el otro.

Yo ya estaba como agua para chocolate, mi coñito bien mojado, mi clítoris me dolía tratando de ponerse duro, babeando atrapado en mi jaulita, mis pezones estaban tan erectos que se marcaban a través de mi corpiño y de mi top, mis tetas se veían super grandes y redonditas, dos tiernos pechitos de adolescente.

Tío Rafa estaba pellizcando mis pezones en ese mismo instante haciéndome gemir como una gatita en celo.

“Tranquila putita, tranquilo jotito lindo, si sigues poniéndome la verga dura voy a terminar cogiéndote aquí mismo. ¿Acaso quieres que alguien nos atrape mientras te la meto como la puta que eres? ¿Quieres que las personas vean lo maricona que eres pinche Suri?” 

“¡Sí papi! ¡Sí! ¡Eso quiero! ¡Quiero que todo el mundo vea como me haces mujercita! ¡Quiero que todos sepan lo puta que soy, lo hembra que puedo ser! ¡quiero que todos se den cuenta de lo mariquita que soy! ¡Sí papi hazme tuya aquí mismo, quiero que cualquiera sepa que soy tu jotito, tu putito, tu mariconcito! ¡Cógeme papi! ¡Cógeme aquí mismo! ¡Estoy bien caliente, papi! ¡Quiero verga, papi! ¡Quiero que me metas tu vergota en mi coñito de niño, papi!” Yo me volví loquita, y comencé a rogarle entre gemiditos de nena puta mientras meneaba mis nalgotas sobre su pollón, sintiendo como esa vergota se raspaba contra mi clítoris enjaulado y como mi coñito se mojaba más y más mientras latía alrededor de mi PLUG anal, rogando por algo más grande.

“¡Dije que te tranquilizaras puta!” Ordenó mi papi mientras me daba una cachetada, una de esas bofetadas que saben dar los verdaderos machos a sus putas, suficientemente dura para que duela, pero no demasiado fuertes para lastimar y dejar una marca. “Siéntate y quédate quieta zorra, ¿acaso no quieres que te de tu regalito?”

“Sí papi, lo que tu ordenes papi, lo siento papi, seré una niña buena, papito lindo.” Dije yo sumisamente mientras me alejaba de él, pero no sin antes darle un beso en la mano que usó para cachetearme, como dándole las gracias por castigarme.

“Así me gusta jotito, me encanta que seas como eres, pinche nena calenturienta, parecer perrita en celo. Pero que te quede bien claro que yo soy quien decide, yo soy quien decide cuando y en donde voy a montarte como la yegua en brama que eres, pinche putito ansioso.” Tío Rafa me tomó de mis cabellos y me atrajo hacía él y me metió la lengua hasta la garganta de manera violenta, yo simplemente me derretí de placer dejándome hacer.

“Sí papi, lo que tu digas papi, seré una nena obediente, papi.” Respondí mimosa y obediente. “¡Por favor... por favorcito, dame mi regalito, papi, seré una niña buena!”

Tío Rafael entonces si rio de esa manera cínica y confiada y sacó de la bolsa de su pantalón una cajita negra pequeñita adornada con un moño, una cajita para joyería. Me la entregó y dijo.

“Has sido una buena putita, y quiero que lleves puesto esto todo el tiempo. Igual que tu jaulita y el PLUG, hará que te veas más femenina, y más importante aún, te sentirás más femenina, necesito que te veas y te sientas lo más hembra que se pueda.” Yo abrí la cajita con manos temblorosas y dentro vi lo que parecía un arete. Lo extraño es que solamente era uno. “Es para tu ombligo nena.”
 
Entonces pude ver bien aquella joya, era un piercing largo de oro, un pequeño corazón colgaba de una cadenita que se unía a la parte que estaría clavada en mi piel, el corazón estaba adornado con pequeños diamantes rosas que destellaban cuando el sol le pegaba de cierto ángulo.

Era precioso, y de muy buena calidad, pues tanto la cajita como una bonita y elegante tarjetita dentro del estuche venían marcados con el nombre de una de las joyerías más importantes del mundo, Cartier.

“¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias, papi! ¡Muchas gracias, papito! ¡Te amo! ¡Te amo! ¡Te amo mucho, mucho, mucho!” Aquel lujoso regalito era tan bonito, caro y femenino que no pude contenerme y volví a saltar a los brazos de mi macho para llenarlo de besitos amorosos por todo su rostro y su cuello.

Lo besaba, mordía y agradecía entre susurros femeninos y mimosos tratando de demostrar mi agradecimiento a aquel mulato que era dueño de mi cuerpo, alma y mente, yo me enamoraba cada vez más y más de aquel machazo.

“Quieta putita, ya te dije que te tranquilices pinche maricona puta.” Tío Rafa decía aquello de manera “enojada” pero con una sonrisa en su moreno rostro y sin hacer ningún esfuerzo por alejarme de él. “Ahora siéntate, debemos ir a que te perforen el ombligo y es un poco lejos.”

Por fin me calmé y dejé que mi macho comenzara a conducir.

Después de media hora llegamos a una pequeña plaza con comercios “alternativos”, el lugar era algo así como un callejón, con una tienda para SKATERS, una tienda de ropa gótica y punketa, uno de los locales vendía pipas de cristal para fumar mariguana, y todo lo que tuviera que ver con la cultura de la mota. Había un bar que a esa hora estaba cerrado, pero al lado estaba una cafetería muy bohemia, donde pude ver a varias personas vestidas de negro, había hombres y mujeres, pero todos ellos lucían muy andróginos, las mujeres usaban ropas holgadas de hombre, y los muchachos ropas ajustadas y femeninas, luciendo bien andróginos.

Me sentí muy emocionada de ver a otros mariconcitos vistiendo como yo, y me pregunté si podría ir a esa cafetería algún día yo solita.

Como sea, papi me llevó agarrada de la mano a un local que estaba arriba del bar cerrado, mientras caminábamos todos esos extraños jóvenes de look raro me miraban, pero no con la desaprobación con la que me veían mis vecinos, si no con curiosidad o con sonrisitas traviesas, como si sospecharan lo que era yo y la relación que tenía con aquel machote que me llevaba a su lado.

Cuando entramos al local en el segundo piso me di cuenta a donde me estaba llevando papi, era un salón de tatuajes, de inmediato me puse muy nerviosa pero también muy emocionada.

Entramos a una salita de espera, con dos sillones para los clientes, un escritorio en el fondo, donde una muchacha joven de unos veinte años, super punketa, estaba haciendo algo en una computadora, detrás de ella una pared de cristal esmerilado nos separaba del lugar donde se hacían los tatuajes, cosa que estaba sucediendo en ese momento, pues el ruidito de la maquina tatuadora se escuchaba claramente a través del cristal.

Papi se acercó a la muchacha y le dio su nombre diciendo que tenía una cita para esa hora, ella checó algo en la computadora, le dijo que sí, que todo estaba bien y que nos sentáramos a esperar, que en unos quince minutos seria nuestro turno.

La muchacha llevaba uno de esos cortes de feminista lesbiana y tantas argollas y aretes perforando su rostro que, aunque era muy bonita su rostro resultaba desagradable, parecía como salida de una película de HELLRAISER. 

Entre esta muchacha y la entrenadora del GYM, comprendí a mis doce añitos que debía tener mucho cuidado con los excesos, podía usar y hacer cosas que intensificaran mi feminidad, pero no debía irme al extremo o luciría como un fenómeno, en lugar de como un putito marica lindo, que es lo que yo quería ser.

Después de hablar con aquella muchacha tío Rafa se sentó en la sala de espera y tomándome de la cintura me hizo sentarme en su regazo, yo lo miré asustada, y luego miré a la chica, pero ella estaba mirando la pantalla de la computadora que tenía enfrente sin siquiera ponernos atención, su actitud era la de “Me importa una mierda todo”

Después de un rato en el que tío Rafa y yo pasamos susurrándonos cositas al oído, yo completamente nerviosa por lo que iba a suceder dentro de ese lugar.

Por fin después de unos minutos el ruidito de la máquina de tatuajes se detuvo y de aquel lugar salió un enorme sujeto calvo lleno de tatuajes, que estaba mirando su nuevo trazo en uno de sus enormes brazos.

Detrás de él otra mujer, con el mismo estilo que la secretaria, ósea entre gótica y punketa, con muchos tatuajes en sus brazos y su cuello y con la cara y las orejas llenas de perforaciones salió a su lado dándole indicaciones de cómo cuidar su nuevo tatuaje con voz monótona y aburrida, como si hubiese hecho esto miles de veces.

Por fin el calvo gigante se marchó, y la tatuadora nos miró y se quedó callada por un minuto, sorprendida, es obvio que no esperaba ver a un enorme mulato de dos metros con una pequeña niña blanca de ojos azules sentada en su regazo y abrazada a su cuello como una damisela enamorada.

Pero Tío Rafael como siempre, se adueñó de la situación con esa confianza y presencia de macho alfa que poseía, y sin levantarse del sillón mi hombre habló con esa voz ronca y profunda que tanto me encanta.

“Quiero que le pongan un piercing a mi hija, es su cumpleaños.” 

La punketa se quedó mirándonos un momento, como pensado si era buena idea mencionar lo extraño que era que un macho tan moreno, casi negro, tuviese una hija tan blanca como yo.
Pero al final simplemente se encogió de hombros y al igual que la secretaria puso esa expresión de “me importa una mierda” y nos guio dentro de su consultorio.

Ahí pude ver una camilla y una maquina muy extraña a su lado, por supuesto era la máquina que se usa para tatuar, y sentí un escalofrío de miedo, pues, aunque en ese momento solo me perforarían el ombligo una parte de mi sabía que tarde o temprano papi haría que me marcaran la piel con un tatuaje, era simplemente natural que un macho tan alfa y dominante como él quisiera marcar a su putita de manera permanente.

La tatuadora me hizo acostarme en la camilla y yo le entregué el piercing, ella lo miró un momento y me felicitó por lo bonito y caro que lucía.

Después roció mi ombligo con un analgésico en spray y con lo que parecía una pistola de juguete me perforó el ombligo de un golpe, casi sin pensarlo y antes de que yo pudiera quejarme por el dolor me puso mi bonito piercing de corazón y todo acabó muy rápido.

Papi le pagó a aquella muchacha mientras yo me ponía de pie y observaba mi reflejo en un gigantesco espejo que cubría una de las paredes.

Ya de por sí me veía super nena con mis micro shorts, mi top de manga larga, mis calcetas bucaneras, y mi sudadera con orejas de conejita, pero con aquel hermoso y super femenino piercing colgando de mi ombligo lucía simplemente super linda, bien niña, bien hembrita.

Cuando salimos de aquel lugar yo me sentía hasta mareada por mi nuevo piercing, pero no era por el dolor o por haber perforado mi cuerpo, era por que aquel corazoncito de oro era un paso más en mi feminización, cada día me convertía más y más en mujer, me sentía en las nubes.

Cuando subimos de nuevo al JEEP, papi me dijo que iríamos a las canchas de tenis a jugar un partido.

Yo seguía mirando mi vientre adornado con esa cadenita y ese dije en forma de corazón, estaba maravillada.

“¿Te gustó tu regalo sorpresa, Suri?” Tío Rafael me preguntó mientras pasaba su manota sobre mi vientre y acariciaba mi ombligo con uno de sus dedos, yo gemí un poco porque aún me dolía la reciente herida, y otro poco porque me excitaba su toque. 

“¡Ay! ¡Sí papi! ¡Me encanta mi nuevo piercing! ¡Es súper bonito!  ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias, papi!” Respondí yo saliendo de aquel trance.

 Tío Rafa me tomó del cuello y me acercó a él, “obligándome” a besarlo, metiéndome su lengua hasta mi garganta, riquísimo.

“Aún tengo otra sorpresita para ti, putita linda.” Me susurró mi papi en mi oído, haciéndome estremecer.

“¿Enserio papi? ¡Gracias, papi! ¡Me estás consintiendo mucho papito! ¡Te amo muchísimo papi!” Le respondí mimosa mientras le daba besitos de nena enamorada. “¿Cuál es la otra sorpresa papi?”

“Lo sabrás cuando lleguemos a las canchas, bebé. Ahora vámonos princesa, quiero verte saltar y correr con esa cadenita colgando de tu ombligo, te ves súper marica con ese piercing nuevo, ya hasta se me está poniendo dura la verga.” Papi dijo esto mientras se acariciaba su pollón por encima del pantalón, yo me mordí los labios de deseo al ver esa salchichota que se le marcaba sobre su muslo casi llegando hasta la rodilla.

“¿Quieres que tu putita te dé una mamada papi?” Pregunté con la vocecita más infantil y mimada del mundo tratando de seducir a mi macho, la verdad estaba que el coño se me hacía agua, y la boca también, ver ese corazoncito de oro colgando de mi vientre me hacía sentir súper sexy.

“No, ahora no, Suri. Tendrás que esperar hasta la noche, te voy a coger hasta el amanecer, putita mía, y voy a llenarte de tanta leche que si no te hago un hijo te hago un queso, pinche miriposón lindo. Ahora estate quietecita que si sigues actuando como perrita en celo voy a terminar follándote aquí mismo.” tío Rafael me agarró de nuevo de la nuca y violó mi boquita con su gruesa lengua.

Yo me derretí con ese beso y lo acerqué a mí mientras acariciaba su rostro, poniendo especial atención en su espesa y varonil barba.

Terminamos de besarnos, y ambos nos miramos con un hambre y una lujuria casi animales, yo solo podía sentir como mi vagina de niño palpitaba y se humedecía más y más.

Después de otra media hora de viaje llegamos a las canchas, era un polideportivo privado a donde iban las personas de clase media alta a practicar varios deportes, el sitio era enorme, había un par de canchas de beisbol, muchas de basquetbol, y de futbol, y una docena de canchas de tenis, al pagar una membresía del lugar tenías derecho a usar las duchas y la piscina.

Papi estacionó el Jeep y sacó de la parte trasera una bolsa de cartón con el logo de NIKE estampado y me lo entregó.

“Toma nena, este es tu otro regalito.” 

Yo feliz y emocionada me apresuré a sacar lo que hubiese dentro, descubriendo que era un pequeño conjunto para TENNIS femenino, el top tipo polo era blanco con las solapas del cuello rosas, y la falda tableada era de ligero algodón blanco, y una bonita visera rosa. También había una nueva raqueta que combinaba perfectamente con el conjunto, rosa con blanco.

“¡Gracias, gracias, gracias papi!” Dije yo emocionada mientras veía las bonitas prendas deportivas. 

Salté a su regazo y comencé a besarlo amorosamente mientras le declaraba mi amor y servidumbre eterna.

“Tranquila nena... ve a cambiarte. Te espero en la cancha 4, usa los baños de mujer, nadie con ojos en la cara podría pensar que eres un niño.” 

Obedecí y entre a los vestidores de damas.
Dentro había unas cuantas mujeres y jovencitas que se cambiaban y bañaban algunas listas para irse y otra como yo apenas llegando.

Me di cuenta con orgullo que yo era más bonita y sexy que la mitad de ellas, mi culo era el más redondo y gordo del lugar eso era seguro.
Me cambié al fondo del lugar notando lo pequeño que era el conjunto. El top era tan pequeño que apenas cubría mis tetitas, si saltaba demasiado fuete, mis pequeños senos de nene hormonado se asomarían por debajo.

La falda también era muy corta, demasiado, apenas y cubría mis nalgas y en cuanto me pusiera a correr mis nalgas y las bonitas braguitas de satén blanco con volantes de encaje rosa que había llevado para jugar tenis quedarían a la vista de todos. Aun así, me encantó aquella ropita, me hacía ver y sentir super femenina, y cuando me puse los tenis que había llevado en mi mochila y me di un último vistazo en el espejo, pude ver en el reflejo como todas esas mujeres me veían con envidia, furia y celos.

Salí dando saltitos hacia la cancha número 4, ahí mi guapo tío estaba esperándome, vistiendo su propio conjunto deportivo de blanco, el cual contrastaba con su oscura piel. 

Tío Rafa silbó al verme tan sexy y linda, yo di una vuelta para él y pare mis nalgas para que viera lo corta que era.

Pronto comenzamos a jugar, y modestia aparte soy bastante buena, tío Rafa por supuesto es mucho mejor que yo, tanto su tamaño fuerza y velocidad eran muy superiores a las mías, pero aun así podíamos jugar a un buen ritmo, siempre y cuando él se lo tomara con calma.

Pronto un montón de personas, en su mayoría hombres se acercaron a ver, era obvio que mi pequeño y atrevido conjunto les gustaba mucho.
Yo estaba completamente sonrojada tanto por el calor del ejercicio y el sol, como por lo avergonzada y excitada que me sentía al ser observada y deseada por tantos machos.

Tío rafa se lo tomaba con humor, pues se aseguraba de obligarme a saltar y correr de un lado al otro para que mis nalgas apenas cubiertas por aquellas braguitas tan infantiles y femeninas se vieran todo el tiempo.

La sesión de Tenis por fin terminó, por supuesto mi tío había ganado todos los sets, tanto por ser más hábil como por mi falta de concentración en el juego, pues estaba más al pendiente de las miradas, piropos y silbidos que me dedicaban los hombres que se habían acercado a mirar.

Fui a las duchas de las mujeres y mientras me bañaba pude escuchar a varias hablando mal de mí en voz baja, criticando el cómo los encargados del polideportivo permitían que una niña tan pequeña vistiera una falda tan corta, susurraban diciendo que se me veía todo y que deberían prohibirle la entrada a mi papi y a mí, pues era obvio que no éramos padre e hija y que era muy sospechoso que un hombre maduro, y mulato anduviera paseando y jugando con una nena tan pequeña y blanca como yo.

Yo solo me sonreí al pensar que ellas no sabían ni la mitad de la verdad, si se enteraban que no solo yo tenía doce añitos y no era una niña biológica si no un sissyboy al que su tío mulato lo estaba feminizando a punta de vergazos creo que se hubiesen muerto e la impresión.

Cuando terminé de bañarme me puse un vestidito de verano blanco con estampado de flores rosas, super fresco ligero y muy corto, apenas cubría mis nalgotas, y si giraba rápido el vuelo de la falda se levantaba tanto que dejaba a la vista la tanga rosa de satén rosa que había remplazado la bombacha con volantes, me calcé un par de sandalias blancas con suela de corcho y tacón de tres pulgadas, dejé que mi cabello castaño callera suelto y lacio, hasta mis hombros, lo que me hacia ver muy infantil y natural.

Me maquillé en el espejo hasta quedar perfecta, esta vez usé un maquillaje más ligero, quería verme más inocente y fresca.

Cuando salí de las duchas papi ya me estaba esperando y me felicitó por mi apariencia, y antes de subir al JEEP pasamos por una tienda de ropa que tenia el polideportivo, donde vendían ropa y enceres para cada deporte que se podía jugar en ese lugar además de otras prendas y cosas tanto para hombres como para mujeres.

Papi me dijo que podía elegir un sombrero, pues ese bonito vestido veraniego necesitaba un sombrero a juego, al final elegí un bonito sombrero de paja de ala redonda con un moño rosa y dos listones colgaban hacia atrás, también tenia encaje blanco sobre el ala, y no pude resistirme, el encaje simplemente me vuelve loquita, demándenme.  

Cuando papi estaba pagando el caro sombrero, al lado de la caja habia un aparador de esos que giran lleno de lentes de sol, inmediatamente me llamó la atención un par de gafas de sol de marco metálico dorado con los cristales tintados en rosa y en forma de corazón.

Me los probé sin pensarlo, pues justo al lado del aparador aquel había por supuesto un espejo para que los clientes hicieran justo lo que yo estaba haciendo.

Me quedaban perfectos y me hacían ver super nena.

“Me llevo esos lentes también.” La ronca voz de mi tío Rafa se hizo escuchar.

“Papi, no es necesario… yo solo estaba viendo, ya me has comprado muchas cositas hoy papi.” Dije yo toda mimosa, tratando de ser una niña buena y no una puta interesada solo en lo material.

“No te preocupes por eso nena, tu papi quiere que su niña especial sea feliz.”

“Gracias, gracias, gracias, papi. Suri quiere mucho, mucho a su papi.” Dije yo saltando con mi vocecita de niña consentida más dulce e infantil que pude, mientras lo abrazaba y lo miraba hacia arriba sonriéndole completamente enamorada.

La dependienta del lugar se nos quedó mirando muy extrañada, pero como la mayoría de las personas del mundo no hizo ni dijo nada, creo yo que la mayoría de las personas son muy egoístas y cobardes como para meterse en problemas ajenos, con el tiempo e aprendido que a nadie le importa un carajo lo que les pase a los demás mientras no les afecte a ellos, y eso, eso esta muy bien, pues a mi me permitía disfrutar de momentos como ese con mi macho.

Cuando estuvimos en su Jeep nos besamos de nuevo, como siempre super excitados y deseosos, parecía que vivíamos en perpetuo celo el uno por el otro, el me tocaba por todos lados, masajeando mis nalgotas y pellizcando mis pezones, yo abrazada a su cuello y restregando mi culo contra su verga que se sentía durísima y enorme bajo su pantalón.

Pero ambos teníamos hambre después de aquel juego de Tenis y nos fuimos al restaurante de sushi antes de terminar cogiendo en el estacionamiento de ese exclusivo polideportivo.

En el sushi no pasó nada sexual, más que nada porque aquel lugar atendía a sus comensales en una barra Asia que no podíamos hacer gran cosa, solo comimos y platicamos, él felicitándome por como iba mi feminización y yo dándole las gracias por todo.

Cuando terminamos de comer fuimos entonces si al cine, ya estaba atardeciendo, y mientras caminamos hacia allí hablé con mi mami por celular, le dije que estaba paseando en la plaza que había salido a comer algo y que todo estaba bien, ella me dijo que me hablaba en la noche y que mañana llegaba e a medio día.
Mi macho estaba también hablando por celular con mi tía.

Eso me hizo sentir culpable, mi madre y mi tía estarían trabajando toda la noche en el hospital mientras yo y mi tío estaríamos follando como conejos en un hotel hasta el amanecer.

No sabría decirles de que trató la película que exhibieron ese día en el cine, pues todo el tiempo mi macho y yo no las pasamos besándonos, tocándonos en la parte más escondida y vacía de la sala, en los últimos asientos de la última fila.

Estuvo riquísimo, pues yo sentada en su regazo, liberé por fin esa vergota negra que tanto amaba y la masturbaba entre mis muslos, mientras mi macho me tocaba y frotaba por todos lados mientras me besaba y mordía el cuello, su gigantesco pene negro se tallaba contra mi jaulita y mis minúsculos testículos, haciéndome estremecer todita, ver ese vergón entre mis mulso, literalmente frente a frente a mi micropene enjaulado y plano, me hizo sentir como el nene más marica y femenino del mundo.

Tío Rafa de nuevo no me dejó llevarlo hasta el final, pues quería guardar toda esa leche y toda esa frustración para el hotel, aun así, termine con mis manitas empapadas con el liquido preseminal de mi macho, sus huevotes producían tanto pre semen como una de mis corridas completas.

Por fin salimos del cine, nosotros al ultimo para dejar que mi papi pudiera esconder su vergón en sus pantalones, aunque igual todos con los que nos cruzábamos se fijaban el bultote que tío Rafa tenia entre las piernas, pero de nuevo, nadie dijo nada.

Cuando salimos del estacionamiento ya era de noche y le hablé de nuevo a mi mami, le deseé buenas noches y le dije que me iba a dormir, ella me dio las buenas noches y nos despedimos, ahora si era libre.

Tío Rafa entonces me llevó a un bonito y caro LOVE HOTEL de cuatro estrellas, que por supuesto servía exclusivamente para coger, pues todas las habitaciones solo se podían alquilar por hora o por noche.

De nuevo yo me puse nerviosa, que clase de recepcionista permitiría alquilar una habitación creada exclusivamente para coger a un enorme hombre negro de mediana edad, y a una nenita de doce, blanca como la leche.

Pero de nuevo mi tío Rafa me sorprendió pues cuando el dependiente nos atendió, saludó y habló con mi tío rafa como si lo conociera y sin decir absolutamente nada sobre que a su lado estaba una niña de doce añitos simplemente le dio las llaves y siguió con lo suyo.
“¿Por qué no dijo nada sobre mi papi?” Pregunté nerviosa mientras caminábamos a nuestra habitación.

“En estos lugares a veces ocurren cosas muy feas e ilegales Suri, prostitución, violaciones, trata de blancas y hasta asesinatos y a los dueños de estos lugares le conviene tener contenta a la policía si no quieren terminar cerrados o peor, demandados.”

“Ahhh…” Dije yo asombrada y asustada una vez más por lo extraño y oscuro que era el mundo.
Como sea, llegamos a la habitación, una preciosa suite de lujo, con una enorme cama QUEEN-SIZE, un JACUZZI, un sillón tantra, de esos que parecen una resbaladilla pero que sirven para realizar un montón de posiciones sexuales, y también había un tubo de POOL-DANCE en medio del lugar con todo y plataforma.

"Ve a bañarte y a prepararte putita, te quiero bien bonita y lista para que te coja toda la noche, me duelen los huevos de tanto pinche toqueteo, te voy a reventar el culo y te voy a llenar esa vagina de niño que tienes con un litro de leche de macho, te voy meter tanta leche que vas a terminar preñada pinche Suri hermosa.” Me dijo aquello y con una nalgada me mandó a la ducha.

Entré al baño que no era menos lujoso que el resto de la habitación, y me duche rápidamente, aunque poniendo especial atención en mi coño de nene, lo deje limpísimo.

Entonces saqué toda mi lencería y la puse sobre el fregadero, era hora de decidir que ponerme para la maratón de sexo que me esperaba.

Pero eso lo contaré en el próximo capítulo. 

martes, 17 de junio de 2025

Mi tío me hizo mujercita. V

 

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♥Mi tío me hizo mujercita♥
♥V♥ 

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¡Hola! a los pocos lectores que tengo.

Hace mucho que no hablo con ustedes, y es por que nunca he sido bueno en ello y la verdad no recibo mucha respuesta de ustedes así que no es como que me sienta muy inspirado a hacerlo.

Pero bueno queria dejar algunos puntos claros, pues me di cuenta de que cometi algunos errores y discreáncias entre capitulo y capitulo.

Uno: En el capítulo 3 se mencionaba que en el capítulo 4, Suri y Rafael serian descubiertos teniendo sexo por su Tía, cosa que no sucede. Eso tampoco pasa en este capítulo, la verdad es que mientras escribía el cuarto capítulo la historia simplemente tomó su propio ritmo, y se me ocurrieron varias aventuras sexuales para Suri, por lo cual al final terminé escribiendo dos capítulos más, así pues la última frase del capítulo 3 ya no tiene validez.

Dos: otro error en el capítulo 3 es que llamé a la tía o la madre de Suri, Samara, lo cual fue un error, he aquí los nombres y edades de los personajes, para que no haya más confusiones, ni para ustedes ni para mí.

Suri Saavedra 12 años, protagonista de nuestra historia.

Sarahí Saavedra 27 años. Madre de Suri.

Samantha Saavedra 34 años. Tía de Suri.

Rafael Etiení 35 años. Tío de Suri.

Ahora sí, después de estas aclaraciones continuamos con la historia.

 

♠♥Capítulo 5♥♠

 

Ahora les contaré de la aventura marica que viví el día de navidad en casa de la abuelita de mi tío Rafael.

Como ya le he contado, la familia de parte de mi madre, es solo mi tía Samantha, pues el padre de ellas, ósea mi abuelo, había muerto cuando ellas eran muy jóvenes, y mi abuelita había muerto unos años antes de que comenzara esta historia.

Por lo cual cada navidad, mi madre y yo la pasábamos con la familia de mi tío Rafael, que, a diferencia de la familia de mi mami, era mucho muy extensa, entonces cada navidad toda su familia se juntaba en la casa de la abuelita de mi tío que con casi noventa años de edad todavía vivía.

Aquellas personas nos conocían a mi madre y a mi desde hace mucho tiempo, y nos trataban como si fuésemos parte de la familia, aunque no podríamos ser más diferentes.

Así pues, las tres mujercitas pasamos aquella tarde del 24 de diciembre preparándonos para la fiesta, poniéndonos hermosas y elegantes.

Yo por supuesto no podía ir con mi ropa casual de niño emo, ni tampoco vestirme completamente de mujercita, pero ya me había preparado para ese día, pidiéndole prestado unos pantalones de vestir de mujer a Kimberly, quien me prestó uno de cuando era más niña, y simplemente me dediqué a ajustarlo a mi figura, en el taller de corte y confección al que asistía los viernes.

No lo había explicado antes, pero en mi escuela todos teníamos que elegir un taller al que asistíamos cada viernes durante las últimas tres horas del día.

Yo por supuesto había elegido el taller más femenino que encontré, corte y confección, además de que me era sumamente útil aprender a usar las tijeras, el hilo, y la aguja, sin mencionar la máquina de coser, al ser una nena tan pequeñita como soy siempre supe que debía tener la habilidad de ajustar mi ropita para que me quedara perfecta, además, ¿Qué niña no ha soñado con ser una modista o una diseñadora famosa?

Pues bien, ese día fui a la fiesta con unos ajustados pantalones de vestir de mujer que se me pegaban a mis piernas y a mi culo como una segunda piel, resaltando mi gordo y redondo trasero, y gracias a un cinturón bien femenino que me había prestado Ana Sofi mi cinturita lucia diminuta.

Para la parte de arriba me puse una camisa de vestir, negra y de mangas largas, muy ajustada también, lo cual remarcaba mis tetitas, que aun debajo de mi sostén deportivo se notaban cada día más, como toque final usé también una coqueta corbata de color blanco, que combinaba con un bonito abrigo de peluche blanco, super peludo y femenino.

Aquel abrigo me lo había regalado mi macho aquella mañana como presente navideño.

Mi madre y mi tía lo miraron extrañadas por lo obviamente femenino que era aquel regalo, pero como siempre no se atrevieron a llevarle la contraria o a cuestionar a aquel macho alfa.

El cabello me lo peiné en una corta trenza amarrada con un listón de terciopelo blanco, dejándome un mechón al frente que me cubría la mitad del rostro de manera muy linda.

Me maquillé muy levemente, solo un poco de delineador, y rímel para enchinar mis pestañas y hacerlas más gruesas.

Me puse rubor en las mejillas, y una capa de GLOSS rosada, con sabor a durazno.

Mis uñas las llevaba pintadas de negro, y ese día estrené los elegantes zapatos tipo Oxford que me había regalado Kim.

Cuando me miré al espejo apenas me pude reconocer, estaba hermosa, y nadie que no me conociera hubiese dudado que yo era una niña, de verdad parecía una nena biológica.

Después de pensarlo un poco decidí llevar una mini mochilita de cuero negro tipo mariconera, que me colgué al hombro y se veía un poco como una bolsa de nena. Dentro eché un poco de maquillaje, mi delineador, mi rímel, el brillo de labios, toallitas húmedas, rubor, una paleta de sombras, aunque ni me había puesto sombra ese día. Después de ponerme perfume en el cuello, las orejas, mi pubis y de bañarme en una nubecita DOUBLE NATURE WILD, el morado, metí también esa botellita de perfume super femenino que hasta la fecha me encanta y estuve lista.

Mi apariencia era tan femenina que mi madre no pudo contenerse y me regañó por lucir demasiado femenina. Dijo que las uñas pintadas eran una exageración y casi me obliga a despintármelas.

Pero de nuevo mi macho llegó a mi rescate, diciéndole a mi mami que no había tiempo para tales tonterías, y que él se encargaría de explicar a su familia que yo simplemente estaba pasando una fase darketa.

Mi madre y mi tía también lucían hermosas, mi tío también les había regalado sendos abrigos, igual de peludos y bonitos como el mío, solo que en colores diferentes.

Por fin llegamos a la casa de la familia de papi Rafael.

Aquella enorme casa estaba llena de gente, mucha gente.

La abuela de mi tío Rafa había tenido doce o trece hijos que a su vez habían tenido media docena de hijos cada uno, y a su vez cada uno de esos hijos había tenido más hijos.

Mi tío rafa a sus treinta y cinco años era el más joven de los nietos de esa señora, y los bisnietos tenían edades que variaban dese recién nacidos hasta los veintitantos años.

Algunos de esos bisnietos y bisnietas de esa familia tenían mi edad, y como es obvio, cada que iba a esa casa yo me juntaba con las niñas, quienes siempre me habían aceptado en su grupo gracias a mi naturaleza de nena.

Algo que he de explicar es que la abuela de mi tío Rafa era una mujer blanca, muy blanca y en su juventud había sido muy hermosa y sexy rubia, lo realmente extraño era que ella se había casado con un haitiano negro, lo cual había sido un escándalo en su época, tanto es así que había sido repudiada por su familia y ella y su esposo negro habían tenido que salir adelante solos.

Eso por supuesto explicaba la piel mulata de mi tío Rafael.

Y todos los hijos e hijas de esa señora eran igual o más mulatos que mi macho, había incluso algunos netamente negros.

Algo notable de aquello era que todos aquellos machos de piel oscura tenían como parejas a mujeres blancas, muy blancas, ya fueran novias, esposas o amantes.

Al parecer todos los machos de esa familia habían heredado ese gusto por las nenas blancas, hermosas y sexys como mi madre, mi tía y yo.

Mientras la fiesta de navidad avanzaba yo notaba como todos aquellos machos de ascendencia africana se quedaban mirándome, pero a diferencia de mis tímidos compañeros de escuela, todos estos varones me comían con la mirada de manera descarada.

Lamiéndose los labios cada vez que yo meneaba mis nalgas, me inclinaba o posaba como puta de manera “accidental” frente a ellos. Yo me sonrojaba y les sonreía de manera tímida mientras los miraba a los ojos.

Las niñas con las que me juntaba no se cansaban de decirme lo bonita que era, y que me apoyaban por salir del closet por fin.

Yo ni negaba ni aceptaba nada, simplemente me reía y fingía ignorancia.

Me dediqué a disfrutar de las ardientes miradas que me daban todos los machos de la fiesta. Pero en especial pude notar la codiciosa y lujuriosa mirada de Ramiro, uno de los sobrinos de mi tío, un joven de piel oscura, de 22 años de edad.

Ramiro no quitaba su oscura y ardiente mirada de mí, recorriendo mi cuerpecito de arriba abajo, una y otra vez, desnudándome con la vista.

No podía negar que disfrutaba de aquel nivel de atención, y sin poder evitarlo comencé a regresarle miraditas, coqueteando con él cada vez más descaradamente, agitando mis gruesas pestañas, mirándolo mientras me mordía el labio, o sonriéndole de manera tímida pero sensual.

Cada que podía me inclinaba frente a él para enseñarle mi culo de femboy, esa noche sí que estuve muy torpe, todo el tiempo se me caían las cosas de las manos, y pues claro tenía que inclinarme a recogerlas, eso sí, con las piernas completamente rectas y sin doblar las rodillas, ¡UPSY! Creo que enseñé mi tanga un par de veces.

 

Por supuesto que tío Rafa trataba de pasar tiempo conmigo, tratando de disfrutar mi elegante atuendo de nena.

Me manoseaba de repente, me acariciaba e incluso a me robó uno o dos besos durante la noche, pero todo aquello a escondidas y muy apresuradamente, pues tenía que cuidarse de que nadie nos viera, al mismo tiempo tenía que atender a su esposa, a sus hermanos y a sus padres.

Pronto ya no pudo ponerme atención, pues se puso a beber con sus hermanos y yo me encontré rodeado solo de niñas y muchachas de todas las edades, todas nosotras charlando y riendo, contándonos chismes y consejos de belleza o de moda.

A la que perdí de vista fue a mi madre, que al principio estaba al lado de mi tía Samantha, charlando con las hermanas y cuñadas de mi tío Rafa. Pero después de un rato simplemente no supe dónde estaba, pensé que había ido al baño o algo así, pero después de quince minutos no regresaba y me preocupé.

Yo era una buena hija, y mi naturaleza sumisa y gentil me obligaba a buscarla para asegurarme de que estuviera bien.

Faltaban muy poco para la media noche, y pronto se serviría la cena, así que fui a buscarla.

La casa era enorme, de tres pisos y llena de cuartos, baños y salitas, eso sin contar el enorme comedor y la gigantesca cocina en la planta baja.

Como sea ahí me ven paseando por toda la casa hasta llegar al cuartito en el que siempre dormíamos mi madre y yo cada navidad.

Cundo me acerqué pude escuchar ruidos, ruidos muy familiares, y por instinto me acerqué de puntitas y en silencio.

Lo que escuche me dejo helada.

“¡UNGH… ♡ DIOSSSS ♡! ¡MNGH… ♡ GHNN… ♡! ¡QUE RICO PAPI ♡! ¡Ay♡! ¡Ay♡! ¡Ay♡! ¡Que rico… ♡!” Aquellos femeninos gemidos eran tan parecidos a los míos que por un momento no supe que diablos estaba pasando, pues por un instante mi cerebro creyó que era yo la que estaba gimiendo dentro del cuarto mientras mi tío Rafa me follaba.

Por supuesto aquello no tenía ni un poco de sentido así que al segundo siguiente comprendí que lo que estaba escuchando era a mi madre mientras la follaban.

Así que conmocionada pegué mi oreja a la puerta para escuchar más.

“¡Aghh…! ¡Toma! ¡Toma! ¡que rico aprietas, pinche zorrón! ¡No manches pinche Samantha, estás bien pinche rica! ¡Mira este cuerpecito, estás hecha para que te follen, mira que nalgotas piche puta rica! ¡Aggh…! ¡Joder como aguantas la verga pinche putón!” Aquellos gritos y gruñidos eran de un hombre, uno de los hermanos de mi tío Rafa seguramente, pero no podía identificarlo.

“¡Ay… ♡! ¡Ay… Ahh… Ahhhg… ♡! ¡Siii…! ¡Carlos…! ¡Sí! ¡Ooooh… ♡! ¡que ricooo… ♡! ¡Ahhh… ♡! ¡Dios… ♡! así… ♡! ¡así… ♡! ¡así… ♡! ¡que rica verga tienes Carlos… ♡!” Mi madre gritaba como una puta poseída, disfrutando del cogidón que le estaba dando tío Carlos.

Como dije, la familia de mi tío Rafael nos trataba como si fuésemos parte de ellos, por lo cual para mi era normal llamar a todos los hermanos de mi tío Rafael, tíos, aunque no compartiéramos sangre.

Ahora sabia quien le estaba metiendo la verga a mi mami, tío Carlos, un señor bien moreno, casi negro de unos cuarenta años, que siempre me miraba como con enojo, al parecer no le gustaba que yo fuese tan marica.

Tío Carlos era un hombresote de 1.90 metros, gordo pero musculoso, con el cabello rizado y corto y una barba espesa, parecía un poderoso jeque árabe o algo así.

“¡Pinche putita culona! ¡Puta madre, Samantha, estás riquísima! ¡Te gusta esto, ¿verdad?! ¡¿Te gusta la verga negra verdad puta?! Por eso vienes todas las fiestas ¿verdad, puta? ¡Ahhggg… como aprietas! ¡Seguramente andas esperando que llegue la navidad para venir a recibir verga, ¿o me equivoco, zorra?! ¡Eres mi puta verdad? ¡Te encanta ser mi puta navideña, ¿verdad zorrita rica?” Tío Carlos preguntó entre gruñidos de macho en celo.

¿Su putita navideña?

“¡Ahhhh… ♡♡♡! ¡Ahhggg… ♡♡♡! ¡No! ¡Yo no soy una puta…! ¡¡Diosss… ♡♡♡! ¡Joder… ♡♡♡! ¡Ayyyy… Ayyyy… Ayyyy… que rico… ♡♡♡! ¡Yo… ♡♡♡! ¡Yo no soy una putaaaa… ♡♡♡!” Mami dijo eso último en un grito de placer muy parecido a los que yo daba cuando me corría, al parecer mami estaba orgasmeandose en ese momento.

“¡No lo niegues puta! ¡No te atrevas a negarlo zorra! ¡Eres mi puta navideña! ¡Te encanta venir esta casa vistiendo como puta y que te meta mi vergota en este coñito apretado que tienes! Te encanta mi verga… ¡dilo! ¡Di que eres mi puta! ¡Di que eres mi putita navideña! ¡Di que vienes a esta casa por tu ración de verga! ¡dilo puta! ¡Dilo o te saco la polla, pinche ramerita culona!” Ordenó tío Carlos mientras yo podía escuchar los “aplausos” que provocaban las embestidas de ese macho contra las nalgas de mi madre.

“¡No…! ¡No me la saques…! ¡No me saques la verga, papi! ¡Soy tu puta…! ¡soy tu zorra! ¡Soy tu perra…! ¡Soy tu zorrita navideña, papi! ¡soy lo que tú quieras, pero no me la saques por favor!” Rogó mi mami mientras se corría de nuevo, pues sus chillidos de cerda en matadero no dejaban a dudas que era igual que yo multiorgásmica.

Yo estuve ahí escuchando todas esas barbaridades unos cinco minutos más, pero como no tenía pinta de que tío Carlos fuera a acabar pronto, me fui antes de comenzar a tocarme a mí misma, pues no podía dejar de excitarme con aquel concierto de gemidos, gritos y aplausos húmedos.

Cuando regresé a la fiesta me senté a pensar, tratando de procesar lo que acababa de descubrir.

Al parecer mi santa madre, tan modosita y correcta ella, era la puta de tío Carlos.

Por lo que había entendido de su charla sucia, mami era usada como puta por ese machazo todas las navidades, o mejor dicho en todas las fiestas de esa familia.

Y al parecer a mi mami le encantaba aquello, lo cual pensándolo bien no me sorprendió, pues, si el hermano de mi macho era como él en el departamento sexual, mami se daba un banquete de verga cada navidad.

Una pregunta que me surgió fue; Si mi madre se acostaba con Carlos cada que lo veía ¿Por qué mami no dejaba que mi tío Rafael se la follara?

Pues tanto mi tío como mi madre me habían confirmado, que entre ellos no había nada, aunque mi madre me había confesado que tío Rafa sí que había intentado seducirla.

Esa duda tendría que esperar, pues sabía muy bien que tarde o temprano yo terminaría por preguntarle a mi mami sobre sus aventuras sexuales con el hermano de mi macho.

Mientras pensaba todo aquello, el sentimiento de culpa que sentía desde que comenzó mi romance con mi tío se disipó un poco.

Pues ahora ya no me sentía tan mal por ser tan puta y tan zorra, ahora sabia de quien lo había heredado, pues al parecer de tal palo tal astilla, o, mejor dicho, de tal puta tal putito.

De alguna manera me sentía mejor, como si hubiese encontrado la respuesta a una pregunta que no había formulado. Pero ahora lo sabía, yo era tan sexy, tan femenina, y tan puta porque había heredado todo de mi madre.

¡No era mi culpa ser un putón! ¡No era mi culpa ser una pequeña mariquita en celo!

Ahora solo me atormentaba la idea de estarle poniendo los cuernos a mi tía, quien siempre fue buena conmigo.

Pero dejando eso de lado, lo que ahora reclamaba mi atención era lo caliente que me había puesto escuchar cómo se cogían a mi madre, mi clítoris estaba mojado, mi coño de niño estaba húmedo y caliente, y podía sentir como mis pezones se ponían duros y sensibles.

Así toda alborotada y caliente traté de concentrarme en los chismes que estaban contando las chicas con las que estaba pasando la noche.

Dieron las doce de la noche y comenzamos a cenar, mi madre llegó tarde a la mesa, por supuesto tío Carlos había llegado antes.

Y aunque pude notar que se había arreglado antes de bajar, nada le podía quitar ese aspecto de recién cogida, ni la enorme y satisfecha sonrisa que adornaba su rostro.

Para mi sorpresa, Ramiro se sentó al lado mío y mientras todos comíamos, él comenzó a acariciar mi muslo, yo por supuesto me dejé hacer, y pasé toda la cena temblando de deseo, pues las caricias y manoseos de Ramiro se hicieron cada vez más intensas.

Cuando por fin terminé de comer estaba que me quemaba de calentura, o me masturbaba en ese momento o me volvería loca. Así que fui a la habitación donde se habían follado a mi mami una hora atrás.

Llegué al cuartito y lo primero que noté fue el delicioso y obsceno olor a sexo, la cama estaba tendida pero las cobijas y las sábanas se notaba húmedas.

Agradeciendo que aquel cuarto contara con su propio baño, entré rápidamente al sanitario.

Lo primero que hice fue usar el lavabo y tratar de refrescarme, lavándome la cara con agua fresca.

Después de que me tranquilicé un poco, y pensé mejor las cosas decidí que a lo mejor no era tan buena idea comenzar a masturbarme en aquella casa llena de gente.

Si yo había encontrado a mi madre cogiendo con Carlos, cualquiera podría encontrarme jugando con mi vagina de nena, y eso sería muy malo.

Así que mejor usé mi tiempo y el espejo para darle algunos retoques a mi maquillaje. Estaba dándole los toques finales a mis pestañas cuando la puerta del baño se abrió de manera sorpresiva, provocando que mi corazón se saltara un latido por el susto.

Cuando me giré, miré sorprendida a Ramiro, aquel alto y joven mulato de veinte años, que me miraba con esos ojos oscuros ardiendo de lujuria.

En su guapo rostro mulato brillaba una sonrisa malvada y cínica, idéntica a la que tenía mi tío, y por supuesto mi corazón comenzó a acelerarse ante aquel joven macho.

Nos quedamos en silencio por unos minutos, mirándonos uno al otro, él con esa mirada cínica y yo con timidez, miedo y expectación, una parte de mi sabía lo que iba a suceder.

“Emmm… hola… ya terminé… si quieres puedes usar el baño…” Dije yo mientras trataba de salir del baño.

“No vas a ir a ninguna parte putito, no hasta que me dejes las bolas secas, pinche maricón.” Me dijo aquello sin siquiera parpadear, con toda la seguridad del mundo.

“Yo… emmm… ¿qué…? ¿Cómo…? ¿Perdón…?” Tartamudeé super nerviosa, pero pude sentir como mi cuerpito se preparaba para el sexo, mis pezones comenzaron a ponerse duros y sensibles, mi piel se erizó todita, y mi coño de niño comenzó a humedecerse y apretar mi PLUG anal, sin olvidar el delicioso dolor que sentí cuando mi clítoris intentó ponerse duro, atrapado por mi jaulita de acero.

“¡Claro que debes pedirme perdón, pinche jotito! Has pasado toda la noche provocándome con esas miraditas de perrita en celo, y con esas nalgotas de puta. Así que de aquí no te vas hasta que me saques toda la leche.” Ramiro se acercó a mí y me arrinconó contra el lavabo, y comenzó a acariciar mi cinturita con sus manotas.

Yo comencé a temblar de emoción y de excitación. ¡Dios mío! ¡Era una locura! ¡Con solo cuatro meses de hormonas ya estaba atrayendo a machos alfa como Ramiro! ¡no podía imaginar como cambiaria mi vida después de un año de feminización, o después de dos años!

Ramiro comenzó a pasar sus manos morenas por todo mi cuerpo, acariciando y apretando mis nalgas, mis piernas, y mis tetitas.

Como siempre, mi lado sumiso salió a flote y yo simplemente dejé que aquel joven mulato me tocara, y lo único que atiné a hacer fue gemir y suspirar de placer.

Ramiro comenzó a emocionarse cada vez más, y sus caricias y manoseos se hicieron cada vez más bruscos e intensos.

Yo no pude más y me abracé a él, cruzando mis brazos detrás de su cuello, poniéndome de puntitas y tratando de besarlo.

Pero cuando estaba a punto de besarlo, Ramiro se alejó de mi y me empujó contra el lavabo de manera brusca, pude notar la furia en su mirada.

“¡No te atrevas a besarme, pinche mariquita! ¡Yo no soy puto!” Y diciendo aquello ramiro me dio una bofetada, no muy fuerte pero lo suficiente para dejar marcada su mano en mi mejilla.

“Lo siento… perdona… lo siento…” Me disculpé automáticamente, mi naturaleza sumisa siempre se imponía, y terminé pidiendo perdón.

“¡Cállate puta! ¡mejor ponte de rodillas y comienza a usar esa boquita para lo que de verdad sirve!” Me ordenó ramiro mientras con sus manos en mis hombros me obligó a bajar poco a poco, hasta que quedé de rodillas frente a su entrepierna.

Se notaba que Ramiro también se había excitado mucho con el manoseo que me había dado. Pues debajo de su pantalón se notaba una gigantesca verga, larga y gorda que le llegaba casi hasta la rodilla, al parecer las pollas gigantes también eran algo de familia o tal vez de raza.

“¡Sí señor! ¡Lo siento señor!” De nuevo me estaba disculpando como una nena sumisa.

“¡Dije que te callaras maricón! Ahora sácame la verga y comienza a chupar, que es para lo único que eres buena.” Ordenó Ramiro.

Obedecí como la niña buena que soy, y comencé a desabrochar el cinturón, después bajé la bragueta y tomando una respiración profunda, por fin bajé el pantalón y el bóxer juntos hasta las rodillas.

La verga de Ramiro estaba tan dura y tensa que salió de un brinco y me golpeó el rostro con un ¡plaf!, dejando un rastro de presemen en mi bonito rostro.

¡Guau! Aquella polla joven era diferente a la de mi tío, pero no por eso menos impresionante. Era casi tan gorda como la de mi macho, más o menos del grosor de una lata de Coca-Cola de las nuevas. Su glande era casi del mismo grosor que el tallo, lo que le daba un aspecto mucho más uniforme y recto. Pero lo que si me sorprendió y mucho fue lo larga que era esa polla, al menos veinticinco centímetros, calculé aquello gracias a que la polla de mi papi era más o menos una pulgada más grande.

La piel de este joven macho eras más clara que la de mi tío, pero su verga y sus huevos eran igual de oscuros y peludos como los de mi macho, y hablando de sus testículos, eran impresionantes, mientras que Tío Rafa le tenía la verga más grande, Ramiro tenia los huevos más grandes.

Si las bolas de mi macho eran bolas de billar, los huevos de Ramiro eran toronjas, así de enormes eran, más parecidos a los testículos de un toro de verdad que de un humano.

Y el olor, ¡Dios mío, el aroma! En cuanto dejé al descubierto la entrepierna de Ramiro, el poderoso aroma a almizcle de macho joven me golpeó el olfato.

No había bebido ni una sola gota de licor aquella noche, pero me sentí completamente embriagada al aspirar ese delicioso aroma a macho en celo que tienen todos los hombres alfa, ya saben a sudor, a semen, a orina y a testosterona.

Me quedé mirando la segunda polla de mi vida, y no podía sentirme más afortunada, hasta una nena marico de doce años como yo, sabía que era extraño encontrar vergas tan impresionantes y masculinas una después de otra.

Debí quedarme admirando aquella preciosa polla demasiado tiempo, pues Ramiro terminó por desesperarse y me dio otro golpe con su vergota en el rostro.

Como dándome una bofetada, pero con su húmeda y olorosa verga.

“¡Ay!” Exclamé yo sorprendida, y un poco adolorida por el golpe, así de pesada y dura era ese vergón.

“Deja de babear como una puta tonta y comienza a chupar ahora pinche putito.”

“Sí… señor… lo siento señor…” Respondí de manera mimosa tratando de calmar a ese irascible macho.

Por supuesto, comencé mi trabajo oral como todas las sissys deben hacerlo, dándole un tierno y dulce besito a la cabeza de la verga que una se va a comer.

Así comencé a dar de besitos por toda la cabeza, para después ir bajando por el tallo, sintiendo con mis brillantes labios cubiertos de GLOSS cada hinchada vena que atravesaba ese hinchado pedazo de carne caliente.

Cuando mis labios llegaron hasta la raíz hundí mi rostro en el escroto de Ramiro y aspire su delicioso aroma a amacho profundamente, deleitándome con su aroma a hombre de verdad.

Estuve frotando mi carita contra sus huevotes un largo rato, y pude sentir como su vergota se endurecía más y daba saltitos entre mis dedos. Era obvio que le encantaba ver mi actitud de puta deseosa de macho, tal vez ninguna mujer antes hubiese hecho algo así por él.

Cuando me llené de su aroma, por fin comencé a chupar, lamer y babear las peludas bolas de aquel joven mulato, por supuesto con mis bonitos ojosa azules fijos en los suyos.

Y así sin necesitar más indicaciones o regaños comencé a hacerle una mamada de campeonato.

Después de diez minutos, Ramiro estaba dando gemidos y gruñidos de placer, mientras yo movía mi cabeza de atrás a adelante, tragándome su vergota casi hasta la raíz cada vez.

Los sonidos dentro del baño eran realmente obscenos, mis arcadas, mis lametones, mis sorbidos y el húmedo choque de sus huevos contra mi barbilla llenaba el pequeño cuarto.

“¡Ghlurgh ♡! ¡Shrrrp ♡! ¡Bhlurgh ♡! ¡Slurrrrp… ♡!” hacia yo mientras forzaba a mi garganta a dejarse violar por aquel grueso camote, mis ojos llorosos no dejaban de mirar a Ramiro, me fascinaba ver las muecas de placer que hacía cada vez que tragaba un centímetro más de su preciosa verga.

“¡Joder puta! ¡Mamas verga como una profesional…! ¡Puta madre como chupas! ¡Me vas a arrancar la polla pinche putito hermoso!” Ramiro comenzaba a bajar la guardia.

Y de vez en cuando me soltaba uno que otro piropo como ese.

Pero yo quería más, quería ser la mejor darle la mejor mamada de su vida.

Así que, después de tomar una respiración profunda, lo tomé de sus nalgas y me clave yo misma contra su entrepierna, hasta que mi nariz chocó contra su pubis cubierto de rizado vello.

Me quede ahí un minuto entero, sufriendo arcadas y aguantando las ganas de vomitar, por supuesto para ese momento ya estaba llorando, pero no de dolor si no por el esfuerzo y la falta de aire, debía de tener todo el rímel corrido.

Aun así, no deje de mirar directo a los ojos a aquel joven macho alfa, y él me miraba a mí, sorprendido y encantado con la putita mamadora que tenia de rodillas frente a él, comiéndose toda su verga.

“¡Puta madre! ¡De verdad que eres bien puta! Ninguna de mis perras había podido comerse mi polla hasta la raíz…. ¡Ufff! se siente increíble… y tu garganta aprieta riquísimo, pinche maricón, te ves precioso con la cara toda mojada y con la boca llena de verga.” Ramiro al igual que mi tío Rafa actuaba encantado y sorprendido por mis habilidades y mi naturaleza marica.

Por fin se me acabó el oxígeno y con una húmeda arcada me saqué aquel pollón de la garganta

Mientras recuperaba el aliento continuaba masturbando esa preciosa verga llena de baba y presemen con mis dos manitas.

Pero Ramiro no esperó a que su nueva puta mamadora se recuperara y me tomó de los cabellos y me enterró su pollón dentro de mi boca y garganta de un solo empujón, y sin esperar más comenzó a follarme la garganta, usando mi rostro como una vagina.

Yo simplemente dejé que me usara a su antojo, aferrándome a sus muslos mientras gorgoteaba y babeaba, tratando de no ahogarme.

Después de otros quince minutos por fin Ramiro comenzó a gruñir y a embestir de manera más rápida y fuerte, buscando liberar la frustración que yo misma le había provocado, al estar coqueteando con él toda la noche.

Ramiro terminó por correrse un montón dentro de mi estómago, cuando dando un empujón final me metió toda su polla hasta el fondo de mi garganta, pude sentir como a verga latía casi una docena de veces, escupiendo fajo tras fajo de delicioso semen de macho joven.

Ramiro mantuvo mi cara pegada a su pubis en todo momento, y fue solo gracias a toda la práctica que había tenido con mi tío Rafa, que no terminé por desmayarme por la falta de oxígeno.

Yo solo me concentré en respirar lo más profundamente por la nariz, cosa que me encantó pues podía oler el delicioso almizcle de macho directamente del pubis cubierto por rizados vellos.

Mientras sentía cada una de esas poderosas eyaculaciones llenar caer directamente a mi estómago, también pude sentir como mi propio clítoris latía media docena de veces, mientras babeaba como loco.

Mi coñito latía al mismo tiempo que la vergota de Ramiro, apretándose contra el PLUG.

¡Estaba teniendo un sissygasmo! ¡Estaba teniendo un orgasmo por que un joven macho mulato estaba usando mi garganta como una vagina! ¡Fue un orgasmo delicioso! Sentir como mi clítoris trataba de ponerse duro dentro de mi vientre, con ese tubito de acero atravesando mi uretra, mis testículos completamente restringidos y ahorcados por la argolla en la base de mi micropene.

Al mismo tiempo mi coño de nene se mojó a niveles extraordinarios mientras se convulsionaba alrededor del PLUG.

¡Dios mío! ¡Que rico orgasmo!

Por fin después de lo que pareció una eternidad Ramiro dejo de correrse y me despegó de su pollón.

¡Es increíblemente erótico sentir como una polla larga, venosa, y espumosa de babas, va saliendo poco a poco de tu boquita! Solo las Sissys podrán entender ese hermoso sentimiento.

Cuando por fin, con un obsceno ¡PLOP! La punta de su verga salió de mi boquita, agarré ese pollón con mis dos manitas y después de recuperar el aliento, rápidamente cumplí con mi deber de putita sumisa, y como mi macho me había enseñado, comencé a limpiar la vergota de Ramiro a lamidas y chupadas, tragando toda la saliva, semen y espuma que cubrían aquella maravilla de polla. Y como ya era costumbre exprimí con mis manitas desde la raíz hasta la punta aquel pitón moreno, mientras al mismo tiempo chupaba con todas mis fuerzas la punta, tratando de sacar hasta la última gota de leche.

Ramiro se limitó a acariciar mis sedosos cabellos, era la primera muestra de ternura que lograba arrancarle a ese macho alfa.

Él gemía y gruñía de placer cada vez que yo chupaba con fuerza su glande como si de un popote se tratara.

Cuando terminé de limpiar aquella preciosa verga, Ramiro se alejó de mí, y comenzó a subir los pantalones, mientras recuperaba la respiración, pues él al igual que yo se había agitado mucho.

“¡Joder, puta! ¡Si que sabes mamara verga!” Ramiro se hecho agua en la cara y se miró en el espejo, refrescándose. “Los primos y yo siempre supimos que eras un mariquita. Pero nunca me imaginé que te pusieras tan buena. ¡Y maldita sea! ¡Comes verga como una profesional!”

Yo seguía de rodillas mirándolo con adoración, esperando órdenes. Mi tío me había entrenado muy bien.

“Gra… Gracias, Ramiro. Me alegra que te haya gustado. Tienes una verga deliciosa.” Dije yo de manera femenina y mimada.

“Te ves preciosa así, con todo el maquillaje corrido, y la cara llena de babas y leche. ¡Hasta se me está poniendo dura otra vez!” Ramiro se acarició esa larga polla que ahora descansaba sobre uno de sus muslos.

“Si quieres, puedo chupártela de nuevo…” me ofrecí yo mientras me lamia los labios golosa. “O si prefieres podrías usar mi coñito… puedes hacer lo que tú quieras.”

“¿Tu coño? ¿Desde cuándo los putos tienen coño? ¿O es que ya te hiciste la jarocha?” Preguntó extrañado Ramiro, mirándome desde toda su altura.

“No… no… Yo me refiero a que puedes usar mi… mi colita… perdón, lo siento.” Dije yo arrepintiéndome de inmediato por haberlo sugerido.

“No mames pinche maricón, como crees que te voy a coger por el culo. No soy puto. Pero si tengo ganas de que me la chupes otra vez, ya te buscaré yo. La neta nunca me la habían mamado tan bien.” Ramiro entonces se terminó de arreglarse y se marchó, dejándome sola en el baño.

Diez minutos después estaba yo frente al espejo, había limpiado mi clítoris y había tratado de secar la parte delantera de mis jeans.

Ya me había lavado la cara y ahora estaba maquillándome de nuevo. ¡Gracias al cielo había traído mi mochilita de maquillaje!

Mientras delineaba mis ojos de nuevo, comencé a pensar en lo puta que era yo, y en lo facilona que había comportado.

Por supuesto no es como que yo hubiese buscado a Ramiro, fue él el que me atrapo en el baño y me acorraló, y fue él el que me obligó a arrodillarme, fue él el que me ordenó chupar su vergota, y fue él quien usó mi garganta como si fuese la vagina de una prostituta barata.

Pero, aunque todo eso era verdad, también era verdad que fui yo laque comencé a mamar como una becerrita hambrienta, fui yo quien le demostró que podía hacer garganta profunda. Fui yo quien lo miró a los ojos mientras mamaba, chupaba y masturbaba esa polla con todas mis fuerzas y toda mi voluntad.

Fui yo quien lo había estado provocando toda la noche, con mis miradas coquetas, y mis sonrisas tímidas e insinuantes.

Y fui yo quien se corrió cuando aquel joven mulato vació sus bolas dentro de mi garganta, llenándome de lechita mi barriguita.

Tardé unos diez minutos en estar completamente maquillada de nuevo, y me sonreí a mí misma en el espejo, viendo lo bonita y hermosa que me veía.

Ahora estaba segura de lo femenina y linda que era yo, tan hermosa y femenina que había podido hechizar a un joven macho heterosexual como Ramiro.

Vi mis hermosos ojos azules en el espejo y tuve que admitir que mi mirada era super femenina y sensual, una mirada que invitaba al pecado.

Sonriendo guardé mis cositas en mi mochilita, y estaba a punto de salir de aquel baño cuando de repente y causándome un susto de muerte, la puerta se volvió a abrir.

Y entonces para mi gran sorpresa entró al baño Issac, otro de los sobrinos de mi tío Rafael, Issac a l igual que su primo Ramiro era alto, fuerte y mulato,

Él tenía unos dieciocho años o algo así, y aunque era más delgado que Ramiro, era igual de imponente y dominante, con esos cabellos rizados delatando su ascendencia negra, y esa sonrisa blanquísima y cínica, marca registrada de los varones de esa familia.

“¡Vaya, vaya, vaya! Mira lo que tenemos aquí.” Dijo Issac mirándome de arriba abajo, y sonriendo de manera malvada. “Ramiro me contó lo que le hiciste, y ahora vas a mamarme la verga a mí también, putito.” Ordenó Issac mientras se desabrochaba el cinturón.

“¿Qué? ¿Yo? Yo no… yo no hice nada… Ramiro está mintiendo… yo no sé… yo no quiero… yo no… ¡Auch!” Grité yo cuando Issac me dio una bofetada tan dura que tuve que sostenerme del lavabo para no caer.

“¡Cállate puta! Ramiro bien que nos contó cómo se la chupaste completa. Nos dijo que pudiste tragarte su verga hasta la raíz. Dice que eres la mejor chupapollas que ha tenido.” Issac me tomó de la trencita que llevaba y me obligó a mirarlo. “Así que deja de hacerte la santa, y ponte de rodillas. ¡Voy a comprobar si Ramiro está mintiendo o no!”

Yo estaba en blanco, completamente confundida y mareada.

Ramiro no había tardado ni media hora en contar lo que habíamos hecho, o mejor dicho lo que él me había hecho.

De inmediato me llené de pánico al pensar que, si Ramiro estaba contándolo todo y a todos en la fiesta, pronto mi madre se enteraría que su hijo era una mariquita come vergas, o peor aún, mi tío Rafa se enteraría de que Ramiro me había follada la boca y garganta justo como él.

Y tío Rafa me había dejado bien claro que yo era suya, y que no tenía permiso para tocar a otros machos que no fuese él sin su permiso.

Si se corría el chisme de que en el baño de la abuela se encontraba Suri, el putito de la familia, dando mamadas a cualquier macho que quisiera, aquella navidad sería la última, pues mi vida quedaría destrozada.

Pero no tuve tiempo de pensar más sobre aquello, ni tampoco tiempo para hacer nada más.

Pues en ese momento Issac me dio una orden que me hizo volver a encenderme.

“¡Ponte de rodillas y abre esa boquita de puta que tienes y comienza a tragar verga, marica! ¡quiero follar esos labios de estrella porno que tienes! ¡Joder! ¡Estás bien bonito, pinche putito lindo!”

Después de escuchar aquellos halagos ¿cómo podría negarme a darle al menos una mamada?

Y ahí me podías ver, de rodillas y desesperada por liberar la polla de Issac, un muchacho al que había conocido desde mi más tierna niñez, aunque por supuesto nos veíamos muy poco, una o dos veces al año, ambos nos conocíamos bien, por supuesto él al igual que los demás primos, me habían separado de su manada de jóvenes machos pues desde siempre se vio que yo era un débil y pequeño maricón que nada tenía que hacer jugando con esos mulatos super masculinos y sus juegos bruscos.

Como sea por fin liberé esa nueva polla y de nuevo me maravillé de lo larga, gorda y morena que era.

La verga de Issac media al menos veintitrés centímetros, era más gorda que la de Ramiro, y su glande era muy grande y cabezón, en forma de hongo como la de mi tío Rafa.

Olía deliciosa, toda sudada y grasosa, exquisita, su almizcle era más fuerte y más intenso, era obvio que Issac no era tan limpio como Ramiro, pero eso solo lo hacía más apetecible, más delicioso.

Fue oler esa esencia de macho, y convertirme en una gatita hambrienta.

Pronto estuve chupando, lamiendo, besando, tragando, mordiendo y en general adorando aquella apestosa polla, ¡que delicia!

Issac entonces demostró ser mucho más dominante y más activo que Ramiro, pues sus manos nunca se quedaban quietas, a veces me acariciaba el cabello, las mejillas, otras veces me daba bofetadas, más o menos fuetes que me hacían gemir y reír femeninamente.

También comenzó a penetrar mi garganta, tomándome la cabeza de los lados y moviendo sus pelvis de atrás hacia delante.

Yo me sentía en las nubes, saboreando esa deliciosa vergota, mirando con amor a Issac directo a los ojos, casi enamorada.

Era una puta, una completa perrita en celo, era suficiente conque un macho se sacara una buena verga delante de mí para que yo callera de rodillas y comenzara a mamar como becerrita hambrienta.

Pues bien, Issac comprobó varias veces que yo podía hacer garganta profunda, enterrándome su pollón hasta la raíz.

En fin, esa noche descubrí que la super virilidad que demostraba mi tío Rafael no era la excepción en esa familia, era la norma. Issac aguantó follándome la cara más de media hora, durante la cual Issac a veces me sacaba la verga de la boca y me daba húmedos golpes en mi carita, yo por supuesto simplemente sacaba la lengua para recibir aquellos pollazos.

Al final Issac no se corrió en mi garganta como Ramiro, él eligió mi boquita, llenándomela de leche caliente de macho joven, yo demostrando mis habilidades de putita tragona, no dejé que se desperdiciara ni una gota, tragando fajo tras fajo de semen.

Isaac entonces me tomo del cabello y me levantó a la fuerza, él era tan alto que aun de pie me sacaba al menos 40 centímetros, yo tenia que mirar hacia arriba para poder verlo a los ojos.

“¿Te gustó mi leche? Ahora quiero que pruebes mi saliva” me ordenó.

“¡Sí, papi!” Emocionada hice un puchero super infantil y femenino esperando que aquel muchacho me besara.

“¡No voy besarte, pinche maricón pendejo! ¡No soy puto! ¡ahora abre bien esa boca de puta y saca la lengua, perra!” Me ordenó furioso.

Yo por supuesto obedecí de manera automática, y saqué mi lengüita como la perrita sumisa que soy.

Y entonces me escupió directo en mi boquita.

Yo gemí de placer y me tragué su saliva encantada.

“¡Gracias papi!” Dije yo, usando mi vocecita de nena.

“¡Pinche puta! ¡Eres increíble! ¡Tragas leche como una zorra y mamas verga como una perra! ¡Para ser una marica te ves preciosa! ¡Hasta me dan ganas de cogerte pinche jotito!” Isaac me miraba maravillado.

“Si eso quieres, puedes hacerlo, papi. Mi coño de niño está super mojado y calientito. Me muero porque me folles, papi.” Dije yo mientras mi manita agarraba su vergota y comenzaba a masturbarlo suavemente.

“No puedo puta. Los otros están esperando su turno… ya será otro día.” Y diciendo aquella atemorizante frase se levantó los pantalones y se marchó sin si quiera despedirse.

¡¿Los otros?!

¿De qué demonios estaba hablando?

Pero antes de que pudiera preguntar, pensar o siquiera levantarme del suelo entró Raúl, otro de los primos, este de 17 años y sin siquiera decir palabra se bajó los pantalones y dejó libre una polla que podía competir con cualquiera de las anteriores. Ya estaba semidura.

Esta nueva verga era larga, gruesa, y cabezona, y unos pesados y gordos huevotes peludos a juego.

“¡Guau! ¡De verdad eres tú, pinche Suri! Ramiro dijo que eres una mamadora de lujo. ¡Pero, maldita sea! ¡Pareces una actriz porno! Te ves super sexy así con toda la carita toda mojada. Ahora comienza a chupar putito, que me puse bien caliente escuchando como te ahogabas con la verga de Isaac.”

Yo me quedé en blanco solo un minuto, pues al ver como aquella verga daba de saltitos hasta estar completamente erecta al verme toda cubierta de babas, dejé de pensar y me abalancé sobre ese delicioso salchichón moreno.

Para no hacer esto más largo solo basta decir que estuve comiendo vergas toda la noche hasta terminar con los siete miembros de esa manada de machos jóvenes que eran los sobrinos de mi tío Rafa.

Ramiro repitió turno, a Isaac le gustó tanto mi boquita que me hizo mamarle la verga tres veces esa noche.

Lamentablemente ninguno me cogió por mi coñito de niño, pues ya que durante las mamadas los demás muchachos estaban en el cuarto esperando su turno, y ninguno de ellos parecía animarse a follarse a un putito frente a sus primos.

Cuando por fin terminaron conmigo, yo quedé hecha un desastre ahí de rodillas en el baño completamente cubierta de babas, lagrimas y leche de macho.

Me levanté super cansada, con las rodillas deshechas y con mucho esfuerzo me limpié hasta quedar más o menos presentable. Cuando salí del baño me di cuenta de que eran pasadas las tres de la madrugada, y decidí acostarme a dormir, pues estaba deshecha.

Además, apenas y podía caminar, me sentía muy llena, había quedado empachada de leche de macho.

Yo creí que ese sería el final de aquella aventura navideña pero no.

Pues un par de horas después de acostarme fui despertada por los ruidos de jadeos, gemidos y el rechinar de la cama de al lado.

Por supuesto era mi madre que estaba siendo follada por el tío Carlos, en la otra cama individual, donde apenas y cabían ambos.

Yo no hice ni un solo ruido y solamente abrí los ojos lo suficiente para poder ver que es lo que estaba sucediendo.

El cuarto estaba apenas iluminado por la lampara de mesa que estaba en el buró al lado de la cama en la que se estaban cogiendo a mi madre.

Ahí estaban los dos, mi madre acostada boca abajo, completamente estirada sobre la cama, y tío Carlos sobre ella, penetrándola desde atrás, mientras con uno de sus poderosos brazos ahorcaba a mi mami, y con la otra usaba el cabello de mi mami como si fueran unas riendas, ¡se la estaban cogiendo en mi posición favorita, de perrita echada! ¡Que envidia!

Tío Carlos estaba embistiendo una y otra vez las nalgotas de mi madre, provocando ese obsceno sonido de aplausos que tanto me prende.

Mami estaba tan mojada que incluso se podía escuchar el ruido húmedo de su vagina al ser penetrada por aquel machazo.

“¡Ahggg! ¡Joder! ¡Puta madre! ¡Que rica hembra eres, Sara! ¡Estás bien chiquita y aprietas durísimo, es casi como cogerse a una niña! ¡Que rico coño tienes, pinche puta!” tío Carlos estaba gruñendo y bufando mientras le decía aquellas hermosas palabras a mi mami.

“¡NGHH ♡! MNGH ♡! ¡UNGH ♡! ¡MNGHHHH… ♡! ¡OOOOOOOOOOOOOOOH ♡♡♡! ¡UFFF… ♡! ¡Que rico… papi… ♡!” Gemía mi madre como una actriz porno, muriéndose de placer.

Se notaba que tío Carlos tenia una buena verga y que sabia usarla.

¡Que envidia! ¡Yo estaba super caliente! ¡Me había quedado super excitada después de mamar todas esas deliciosas vergas morenas!

Si bien me había encantado ser usada como una puta barata por todos aquellos machos jóvenes, y me había corrido unas cuantas veces mientras me daba ligeros sentones sobre mi PLUG anal mientras tragaba leche de macho, me había quedado con ganas de que un buen macho me montara como la perrita en celo que era.

Se pueden imaginar la tortura que fue estar acostada al un metro de distancia y estar escuchando como se cogían mi mami de aquella manera tan brusca y deliciosa.

Así que lo que hice fue comenzar a masturbarme lenta y suavemente, sacando y metiendo mi PLUG de mi húmedo coñito de nene.

No tuve que ser tan cuidadosa, pues tío Carlos no se estaba conteniendo nada.

Penetraba a mi mami con todas sus fuerzas mientras al mismo tiempo seguía insultándola con su ronca y fuerte voz.

“¡Pinche Sara, estás bien rica! ¡Me encanta follarte, estás más apretada que mi vieja! ¡Dime que te gusta mi varga! ¡Dime que te encanta como te meto la verga, pinche putita hermosa!” ordenó tío Carlos.

“¡Ahhhgg… ♡! ¡Ufff… ♡! ¡Mngh… ♡!! ¡Que ricooo… ♡!” Mami estaba gritando en susurros, disfrutando de la cogida pero sin querer hacer demasiado escandalo. “Carlos… Ufff… ♡! Mghh… ♡! Carlos más despacio… por favor… no grites tanto…♡! Suri está durmiendo aquí al lado… ¡¿Qué pasa si se despierta?!” Mi mamá gemía y daba grititos de placer mientras trataba de calmar a mi tío Carlos, y convencerlo de no ser tan ruidoso.

“¡Me vale verga si se despierta el puto de tu hijo! ¡Como si ese pinche mariconcito pudiera hacer algo! ¿De qué te preocupas, puta? Si el putito de tu hijo viera como te estoy cogiendo, seguramente se le antojaría mi vergota. ¿Crees que no vi como vino vestido hoy? Pinche Suri, está igual de culón que su madre. Seguramente es igual de puta que su madre.” Y diciendo aquello tío Carlos le dio una sonora nalgada que hizo que mi madre diera un sexy gritito de dolor.

“¡No…♡! ¡Aghh…♡! ¡Mmmmhhhgg…♡! ¡Dioooos♡!” Gimió mi madre cuando tío Carlos aceleró sus embestidas, provocando que la cama rechinara mucho más. “¡Suri no es maricón! ¡Él no es puto!” Mami trató de defender mi inexistente masculinidad.

“¡Claro que es un maricón! ¡Desde siempre se supo que tu hijo era una pinche maricona, pero nunca pensé que se fuera a poner tan buenota! ¡No mames Sarahí, tu hijo está bien rico, hasta me lo quiero coger! ¿Te gustaría eso puta? ¿Te gustaría que me cogiera al putito de tu hijo frente a ti? ¿Quiere que yo lo vuelva mujercita? A él si me lo podría coger por el culo, ya que tu no quieres, pinche puta!”

“¡No… por el culo noooo…♡! ¡Me va a doler mucho papi…♡! ¡Pero tampoco quiero que te cojas a mi hijoooo…♡!! ¡No quiero que vuelvas a mi niño en una puta como su madre…♡! ¡Por favor no toques a mi niñooo…♡! ¡Esta vergota es solo mía no quiero compartirla con nadie…♡! ¡Ni siquiera con Suri ♡! ¡Solo cógeme a mi papi…♡! ¡Quiero tu vergota para mi solita, papi… ♡!” Mi mami ya estaba gritando igual que mi tío, sin importarle que su hijo estuviese a un metro de ella.

¿Yo? Yo estaba como agua para chocolate, supercaliente, metiendo y sacando mi PLUG de mi coñito, mientras que con la otra mano me pellizcaba mis pezoncitos.

Estaba mordiendo la almohada para no dejar salir mis gemiditos y jadeos.

Estaba por correrme al escuchar como tío Carlos también había caído en mis encantos femeninos.

Como sea, aquello terminó media hora después cuando tío Carlos se corrió dentro de la vagina de mi madre mientras bufaba como toro, mi madre para ese momento solo podía gemir y lloriquear de puro placer, yo me había tenido dos pequeños sissygasmos que aunque muy suaves e insatisfactorios, al menos me habían servido para calmarme un poco.

Tío Carlos se folló a mi madre otras dos veces antes de que amaneciera, cuando estuvo satisfecho se levantó de la cama de mi madre dejando que el delicioso aroma a sudor, semen y almizcle de macho llenara el cuarto.

Yo tuve que esforzarme muchísimo para no levantarme en ese instante y comenzar a limpiar la vergota y los huevos de aquel enorme macho alfa, mami tenia mucho que aprender sobre los deberes de una buena puta.

A la escasa luz de la lampara pude ver lo mojada y espumosa que había quedado esa preciosa y gorda salchicha morena, la boca se mi hizo agua al pensar en el sabor que tendría aquel pollón, bañado con semen de macho y aderezado con lo jugos de mi madre.

Mami estaba completamente exhausta, tirada en la cama, empapada en sus jugos sexuales y en sudor. Temblando de placer y jadeando por oxigeno.

Tío Carlos se vistió y salió del cuarto no sin antes de mirar hacía mí, con una sonrisa arrogante y malvada, como si supiese que yo lo había presenciado todo.

Tuve que masturbarme una vez más para poder dormir, mami se durmió casi al instante en que tío Carlos salió de la habitación.

Mamá y yo despertamos después de medio día, ambas habíamos quedado exhaustas después de aquella navidad tan llena de sexo. Comimos el recalentado de la cena navideña, y por fin nos marchamos de ahí.

Los siete machitos que la noche anterior me habían usado como un saco de semen, me estaban ignorando olímpicamente, al parecer a la luz del día ya no se atrevían a acosarme y a usarme como putita grupal. Aunque Isaac seguía comiéndome con los ojos, al parecer a él no le importaba tanto que yo fuese una sissy marica.

Regresamos a casa a eso de las dos o tres de la tarde, yo seguía super caliente y le echaba unas miraditas cargadas de deseo a mi macho, quien también se notaba desesperado por follarme.

Afortunadamente mi tía Samantha y mi mami decidieron que querían darse una ducha mientras nosotros íbamos a buscar algo de comer a las desiertas calles de Reynosa, y por supuesto aprovechamos para por fin para coger como desesperados en la parte trasera de su JEEP.

Tío Rafa me hizo cabalgarlo en la posición de vaquerita, yo abrazada a su cuello nomas gemía y gritaba de placer mientras le daba de sentones, empalándome en esa preciosa vergota de veintisiete centímetros, ambos estábamos super deseosos, besándonos super apasionadamente, con nuestras lenguas enredándose una con la otra, mientras mi macho me agarraba de mis nalgas levantándome y dejándome caer una y otra vez.

Tío Rafael se había estacionado en un callejón vacío y abandonado, pero yo estaba gimiendo y lloriqueando tan alto, y el JEEP se mecía de manera tan descarada que no me hubiese extrañado que alguien nos hubiese descubierto.

Gracias a Cybele la diosa  de las maricas no sucedió aquello y después de media hora de sentones tío rafa me llenó de su deliciosa leche de macho alfa. Yo me corrí un montón de veces, mi clítoris nunca dejó de babear sobre el vientre de mi macho, era como estar en un sissygasmo perpetuo.

Cuando regresamos a la casa con una pizza para todos, pusimos de excusa que no había nada abierto, comimos mientras charlábamos sobre la fiesta de la noche anterior.

Después de aquello mami y yo nos retiramos a nuestra casa a dormir temprano, tanto mi madre como yo teníamos una sonrisita en la cara, era obvio que éramos unas putitas satisfechas.

Mientras tomábamos una última taza de té antes de ir a dormir, yo vestida con una pijama de niño, de dos piezas, que aún así me quedaba super ajustado, remarcando mis curvas de nena. Mamá me recordó que tenia que comenzar a ir a gimnasio en cuanto pudiera, ya que estaba llamando demasiado la atención.

Yo solo dije que sí, sabiendo que ella estaba celosa por que yo estaba llamando la atención de su macho, tío Carlos.

Por fin nos fuimos a dormir, yo súper contenta de lo bien que marchaba mi transformación en nena, y en lo popular que me estaba volviendo entre los machos alfa.