miércoles, 9 de julio de 2025

Mi tío me hizo mujercita. VII,

 

 ♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥
♥Mi tío me hizo mujercita♥
♥VII♥ 

 ♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥♠♥

 

Dentro del baño abrí mi maleta y tarde un poco en elegir que atuendo de lencería usaría para mi noche de amor con mi tío.

Me decanté por fin por un precioso BODY de encaje blanco parecido a un traje de baño con cuello estilo HALTER.

Me duché rápido, pero con mucho cuidado, poniendo especial atención en mi cabello y mi coño de nene.

Cuando estuve completamente limpiecita y seca me puse un poco de lubricante en mi coño de nene y después de lavar mi PLUG anal también lo cubrí de lubricante y me lo metí devuelta en mi vagina de niño, donde pertenecía, después me puse el BODY.

La elegante pero sexy prenda dejaba toda mi espalda descubierta al igual que el inicio de mis nalgotas.

La parte inferior era tan pequeña que dejaba mi vientre y mi pubis al descubierto, lo que dejaba a la vista mi bonito ombligo adornado con mi bonito pirsin en forma de corazón.

Me calcé un par de zapatillas blancas de stripper, con plataforma transparente y tacones de cinco pulgadas.

Me sequé el cabello y lo peiné en una bonita trenza francesa, con un moño de listón blanco en la punta.

Miré mi cabello, largo, castaño y ondulado, y aunque me encantaba como se había vuelto más suave, más sedoso y más abundante gracias a las hormonas seguía pensando que me vería mejor de rubia.

Sacudí mi cabeza para dejar de pensar en tonterías y concentrarme en mi maquillaje.

Cuando terminé me veía preciosa, había usado sombra de ojos blanca, y con el delineador me dibujé unos preciosos ojos de gato, me puse base clara e iluminador blanco, en los labios usé un pesado y grueso labial blanco, y para mis mejillas un poco de rubor de tono coral.

También me puse un poco de GLITTER corporal en todo mi pequeño cuerpo, como ya les he contado me había preparado muy bien para esta cita, mi grupito de amigas me había regalado algunas cositas para excitar más a mi macho.

Me puse un poco de perfume, esta vez usé el DOUBLE NATURE ANGEL, las notas dulces y florales de manzana verde, pera y almizcle me hacían oler riquísimo, super femenina y en las muñecas, en el cuello y como siempre en el pubis.

Ahora sí, mi rostro, mi cuerpo, mi lencería y mi olor eran los de un pequeño e inocente angelito. Me veía como una virgen lista para su noche de bodas.

Aunque de ángel, de inocente y de virgen yo no tenía nada, era simplemente un mariconcito bien putito y caliente deseoso de verga mulata.

Ya completamente lista para mi macho me di un último vistazo en el espejo y con una sonrisa nerviosa salí del baño haciendo sonar mis tacones sobre la duela de la habitación.

Cuando entré de nuevo a esa lujosa y pervertida habitación pude ver a mi macho tendido en la cama cuan largo era, completamente desnudo y ya con esa preciosa y enorme verga de veintisiete centímetros completamente erecta, gruesa y dura como el acero, se me hizo agua el culo nomás de verlo.

      “¡No mames, Sury! ¡Estás preciosa! Pareces una pinche princesita, nomás te falta la corona mi amor.”

      “Gracias, papi, que bueno que te guste. Me compré este BODY pensando en esta noche tan especial.”

“Acércate putito y date la vuelta quiero ver como se te ven las nalgas en ese modelito.” Mi tío me ordenó y yo obedecí de inmediato.

“¿Te gusta papi?” Pregunté de manera mimosa mientras me giraba lentamente y sacaba mis nalgas hacia atrás y me agachaba un poco, apoyando mis manitas en mis rodillas.

“No mames! Estas hecha toda una hembra mi niña linda. Mira nomas esos cachetotes, cada que te veo parece que te han crecido más.”

“En realidad creo que, si las tengo más grandes y gordas papi, las hormonas y el gimnasio sí me están haciendo efecto.” Respondí muy contenta de que mi macho se hubiese dado cuenta de lo bonita y grande que se me estaba poniendo la cola.

“Quiero verte mover esas nalgotas nena, ponte a bailar, hay que sacarle provecho a ese tubo de teibolera.” Mi macho usó un control para encender el estéreo y de inmediato comenzó a sonar NOCHE DE SEXO de WISIN Y YANDEL, canción que estaba muy de moda en ese momento, y que todas las mamás incluyendo a la mía nos prohibían escuchar.

Yo como la putita sumisa y obediente que soy obedecí de inmediato y meneando mis caderas de un lado al otro de manera sensual caminé hasta el tubo y la plataforma y comencé a bailar de más erótica que pude, girando mis caderas, sacudiendo mis nalgas, para que temblaran y chocaran una contra la otra hasta producir ese sexy sonido de aplausos que solo las nalgonas podemos crear.

Estuve meneándome y sacudiendo mis caderas como una stripper, mientras miraba a las reacciones de mi macho, que simplemente me veía con hambre mientras se masturbaba muy lentamente esa deliciosa vergota que para este ese momento ya estaba brillosa de puro liquido preseminal.

      “Basta ya nena, si sigues meneando esos cachetotes voy a correrme nada m[as viéndote, ven con papi que te voy a reventar ese coñito de puta a vergazos, me tienes loco, pinche mariconcito hermosos, voy a darte tan duro que no vas a poder ni caminar mañana.”

Yo temblando de miedo y de deseo me acerqué obediente a la cama y me subí a cuatro patas, hasta quedar a horcajadas sobre él, con esa vergota mulata rozando mi jaulita y mi pubis.

“Te gustó papi, ¿te gusta que tu putita te baile como una teibolera?” Pregunté yo mimosa mientras comencé a acariciar esa polla negra gigantes con mis manitas blancas y con las uñas pintadas de blanco.

“Me vuelves loco pinche nene hermoso, me fascina ver que un nene puede ser más hembra que una mujer. Me encanta la idea de que un varoncito sea tan femenino, sexy y tan putita como lo eres tú.”

Papi comenzó a acariciar mi pequeño cuerpo con sus enormes manos negras raspando con sus callosas y ásperas manos de macho alfa mi sueve y aterciopelada piel de porcelana.

Me sentía arder bajo su áspero toque, y no podía dejar de gemir cuando papi se enfocaba en mis tiernos pezones que estaba hipersensibles gracias a las hormonas que inundaban mi organismo.

“Mira estas tetitas de marica, Sury. Están divinas, no son como las tetas de una mujer bilógica, son tetas de putito hormonado, tetitas de mariconcito afeminado… me vuelven loco… no te atrevas a operarte las tetas nene hermoso, te quiero toda naturalita, te quiero bien hormonada, nada de silicón ni bisturís, esta piel blanquita de princesa no debe ser manchada con ninguna cicatriz.”

“Lo que tú quieras papi, lo que tu mandes papito lindo… nunca voy a pasar por el quirófano, a mí también me gusta lucir un poco andrógino.” Le respondí bien marica mientras lo seguía masturbando, al mismo tiempo rozaba mi clítoris enjaulado contra esa gigantesca verga de casi treinta centímetros, la diferencia entre ambos me hacía sentir tan inferior, tan poco hombre, tan marica.

“Deja eso puta, es hora de que te coja como la perra en celo que eres… vamos al diván” Y diciendo aquello papi me cargó con esa facilidad que me enamora y me llevo en brazos al sillón tantra.

Papi me acostó viendo hacia el respaldo del sillón con las piernas abiertas como montando el diván después él se sentó detrás de mí, y sacando el PLUG de mi coño de niño me penetró de una embestida desde atrás.

Era parecido mi posición favorita, de perrita echada, pero papi no estaba encima de mi si no bien sentado con su vergota dentro de mi apretado coñito, como si estuviera montando a una yegua.

¡Ay… Ahh… Ahhhg… ♡! ¡Ufff… papi… ♡!” Grité bien marica.

“¡Joder, pinche Sury, tienes el coño ardiendo y bien mojadito…! ¡Puta madre, nunca voy a cansarme de lo apretada que tienes la cola, pinche mariposón precioso!”

Papi se quedó quieto un momento, como disfrutando de lo apretado y cálido que era mi agujerito, pero después de un par de minutos en que solo se escuchaban mis gemiditos de puta llena de verga, tío Rafa comenzó a cabalgarme como a una potranca salvaje.

¡Plas! ¡Plas! ¡Plas! ¡Plas! ¡Plas!

El sonido de la carne chocando contra la carne llenaron el cuarto de hotel, húmedos aplausos resultado de su pubis chocando contra mis nalgotas.

 

“¡Ay… ! ¡Ay… Ahh… Ahhhg… ! ¡Auch… ! ¡Duele… Papito... duele…! ¡Ay…!” Comencé a quejarme entre gemidos y lloriqueos, mientras mi macho me penetraba a con una velocidad y una fuerza impresionante.

“¡¿Ahora te quejas?! ¡¿Ahora estas llorando como una nena?! ¡¿Que esperabas?! ¡¿Que pensabas que iba a pasar después de que pasaste todo el día contoneando estas nalgotas frente a mi como una yegua en celo?!, ¿eh?! ¡¿Que creías que iba hacerte después de que pasaste el día entero provocándome como la puta que eres?!” Papi me daba una poderosa embestida con cada palabra que me decía.

“¡Ay… ! ¡Ah… ! ¡Ahhgg… ! ¡Dios… !¡Uff… ! ¡Que rico papi… !  ¡Que rico… !” No pude ni contestar coherentemente de tanto placer que sentía.

Papi tenía razón, había pasado todo el día provocando a semejante macho alfa, este era el resultado lógico, yo completamente dominada y este gigante mulato violando mi coño con más odio que amor.

Pasamos los siguientes quince minutos en esa posición, papi sujetándome de la cintura con tanta fuerza que sus dedos quedaron marcados en mi piel, y tundiendo mis nalgas con una velocidad y una fuerza dignas de un perro en brama, mis nalgas pronto quedaron enrojecidas por semejantes golpes.

Yo lloriqueaba, gemía, y gritaba de puro dolor placentero, me corrí dos veces antes de que mi tío Rafa me diera una última y poderosa embestida que me llegó hasta el alma y comenzó a vaciarse dentro de mí coñito de nene.

“¡Ufff…! ¡Pinche Sury, que rico aprietas cabrona… voy a llenarte de leche pinche putito hermoso…! ¡Te estoy preñando mi amor… voy a preñarte mi vida…!” Mi Tío Rafa me tenía atrapada contra su pubis con ese pollón tan dentro de mí que por un momento creí que me iba a salir por la boca.

“¡Sí papi… ! ¡Ay…! ¡Que rico…! ¡Préñame… ! ¡Embarázame papi… ! ¡Te amo… papito…!” Yo también estaba ebria de puro placer, fantaseando con poder embarazarme mientras me corría al sentir como mi papi se deslechaba dentro de mí.

Mi papi se quedó dentro de mi hasta que exprimí la última gota de su semen, mi clítoris también babeaba como loco, me vacié dos veces y podía sentir el charco de mis jugos de nena marica debajo de mi vientre.

Por fin tío Rafa se levantó y sacó su enorme polla de mi coñito, y ese característico sonido de vacío que siempre hacia mi coño cuando me sacaban la verga se escuchó fuerte y claro.

“¡Ufff…! ¡Tu coñito muerde como una perrita hambrienta, nena! ¡Estas riquísima como siempre!” Mi papi me dio una sonora nalgada que me hizo estremecer mientras yo seguía acostada en el diván, todavía temblando de placer, y sintiendo como la semilla de mi macho goteaba de mi coñito bien abierto.

Para no hacérselas más larga, esa noche del día del amor y la amistad mi macho me folló de todas las maneras y de en todas partes, en la cama, en el sillón sexual, incluso estuve cabalgándolo en el jacuzzi mientras los chorros de agua caliente y las burbujas acariciaban nuestros cuerpos.

Fue simplemente mágico, papi se corrió dentro de mi garganta y de mi coñito de nene una docena de veces, yo ni siquiera sé cuántas veces me sentí morir placer, teniendo orgasmo tras orgasmo, tras orgasmo.

Nos amanecimos cogiendo, y tras una última carga de caliente semen de macho mulato en lo profundo de mi coñito en la posición del misionero, pero conmigo arriba, abrazados muy amorosamente, yo con mi bonito rostro en sus duros pectorales y el con sus manotas en mis nalgas mientras me penetraba con un movimiento suave y lento, penetrándome muy despacio, ni siquiera nos besábamos, simplemente estábamos haciendo el amor, medio dormidos.

¡Fue delicioso!

Terminamos de coger a las seis de la mañana y nos dormimos así, unidos aun, con su verga dentro de mi coñito y bañados en sudor, pegajosos por nuestros jugos sexuales.

Despertamos el domingo a la una de la tarde y fue porque mi celular nuevo estaba sonando como loco.

Asustada y medio dormida conteste, era por supuesto mi madre.

      “¡¿Hola? ¡¿Mami?!”

      “Sury! ¿Qué pasa? ¿Por qué no contestas? ¿Dónde estás? Llegué a la casa y no te encontré, pensé que estarías en casa de tu tía, pero Samantha dice que tampoco estás ahí, y ella tampoco encuentra a Rafael.”

Me quedé en blanco por un par de minutos mientras mi mente entraba en pánico pensando que este sería el final de mi aventura con mi tío Rafael.

“¿Sury? ¿Sury? ¿Sigues ahí? ¿Me escuchas?”

Mi madre comenzó a gritar, tanto por la desesperación y el enojo de no encontrar a su hijo en casa como por que como muchas señoras de su edad siempre gritaba cuando hablaba por teléfono.

En ese momento mi papi me quitó el celular de la mano y contestó él de manera calmada y segura.

      “Hola Sarahí, soy Rafael, no te enojes con Sury, él niño vino en la mañana a mi casa para prepararme el desayuno y yo decidí invitarlo a comer wafles, ya sabes cuanto le gustan.”

      “¡Gracias al cielo! ¡No sabes que susto me llevé! ¿Por qué demonios no se les ocurrió avisarnos? Por un momento pensé que Sury ni siquiera durmió aquí. Samantha también está buscándote, Rafael, nunca contestas el celular...” La voz de mi madre sonaba muy molesta, incluso más que cuando yo le había contestado.

      “Pues dile a Samantha que estoy desayunando con Sury, no estoy cogiéndome a ninguna puta como seguramente está pensando.” La voz de mi papi sonaba molesta como si estuviera cansado de discutir aquel tema.

      “Yo nunca dije que ella pensara que tú…” Mi madre trató de excusarse, apenada por que mi tío supiera lo que mi madre y mi tía justamente estaban sospechando.

      “No me interesa discutir mi matrimonio contigo Sarahí. Lo único que tienes que saber es que Sury y yo llegaremos tarde, después de desayunar iremos a jugar tenis el multideportivo. Avísale a Samantha que llegaremos en la tarde.”

Mamá guardo un silencio furioso, pero sin poder llevarle la contraria a mi tío, pues como siempre esa seguridad y masculinidad extrema que mi papi siempre demostraba lograba someter a mi madre diez de diez veces.

Papi entonces me pasó el celular y yo con mi vocecita suave y tímida, pues me sentía un poco intimidada por aquella discusión.

      “¿Mami?” Pregunté tímidamente.

      “¡Sury! ¡Por amor de dios niño! ¿Que estabas pensando en irte con tu tío sin avisarme? ¿Para que te sirve ese teléfono tan caro que tienes si no lo usas para avisarme estas cosas?” Mami comenzó a regañarme rápidamente, era obvio que ella estaba sacando su frustración conmigo, ya que no podía hacerlo con el poderoso macho alfa que era mi tío.

Yo simplemente soporté el temporal diciendo: sí, ajá, claro, etc.

Mi tío arrojó las sabanas al suelo dejando a la vista su musculoso y moreno cuerpo desnudo, y siendo él un macho saludable, papi tenía una preciosa erección mañanera.

Yo sin siquiera pensarlo, y de manera automática agarré esa vergota negra con mi manita y comencé a masturbar ese pollón lentamente.

Le sonreí de manera femenina y linda a mi papi mientras sentía ese pedazote de carne morena calentarse y endurecerse más y más, solo las maricas como yo saben lo bonito que es sentir como una varonil verga de macho crece, late y se calienta entre tus deditos.

Y por supuesto como la putita en celo que soy, comencé a calentarme de nuevo, sintiendo como mi coñito de niño comenzaba a calentarse y a mojarse.

El hecho de que mi madre estuviese regañándome en ese mismo momento solo contribuyó a excitarme aún más.

      “…está bien! Pues ya hablaremos cuando estés de regreso a casa. Voy a darme un baño y me voy a dormir… bueno primero tengo que avisarle a tu tía que ya sé donde está Rafael.”

      “Lo siento mami. No pasará de nuevo. Perdón por no llamarte antes.” Dije aquello y al mismo tiempo me puse a cuatro patas y me acerqué a ese precioso pollón moreno. “Descansa mami, te llamo cuando salgamos del polideportivo. Besos. ¡Muac!” Y en lugar de solo hacer el sonido de beso, de verdad besé la cabezota hinchada de aquella deliciosa vergota.

      “Besos mi amor, diviértete con tu tío, cuídate mucho bebé. ¡Muac!” Mi madre se despidió de mi y por fin colgó.

Yo arrojé el celular lejos y comencé a comerme a besos ese precioso pollón, que apestaba a semen de macho y a mi coñito.

      “Si tu madre pudiera verte ahora… ¿No te sientes mal Sury? Eres una niña muy mala, mintiéndole a tu mami mientras estás comiéndote una verga como una puta.” Mi tío Rafael se burlo de mi mientras acariciaba mi sedoso cabello mientras yo lamía y chupaba mi juguete favorito.

      “Sí papi, soy una niña mala… pero tu también eres un hombre malo, mi tía cree que estás siendo un buen tío, y en realidad la estás engañando, follándote a tu sobrinito, convirtiéndolo en nena con esta vergota negra.” Dije yo mientras le daba lametones en el glande hinchado, sabia a macho, a gloria.

      “Eso no te debe preocupar nena, Sarahí recibe suficiente verga, no sé por qué se queja, además desde que comencé a follarte dejé de coger con las otras putas, así que no sé porque anda tan celosa. Ya ni cuando me estaba cogiendo a tres putas el mismo tiempo la hacía tanto de a pedo.”

Yo sentí una marea de sentimientos en ese momento.

Culpa, por ser la amante de mi tío, el estar cogiéndome al esposo de mi tía Sara quien siempre había sido buena conmigo.

Celos, al enterarme que cuando comenzó nuestra relación mi tío Rafa se estaba cogiendo a otras tres putas a las que tenía como amantes.

Y orgullo, pues mi macho había confesado que había dejado de lado a esas tres perras gracias a lo obsesionado que él estaba conmigo.

Mientras comenzaba a mamar esa vergota morena pensé que en realidad el que mi macho siempre tuviese putas con las que engañaba a mi tía era muy normal, yo misma era testigo de la potencia sexual que tenía ese machote.

Mi tío Rafa tenia un apetito sexual casi insaciable. Y con su trabajo de 24 x 24, era obvio que mi macho se deslechaba con cualquier putita que tuviera a mano.

Traté de decir algo, tal vez reprocharle, pero mi papi como siempre parecía leerme la mente y me empujó mi cabeza hacia abajo, obligándome a tragar más verga, impidiéndome decir nada más.

Era más de medio día y lo primero que comí ese 15 de febrero fue una buena carga de leche de macho recién ordeñada.

Después de tragar la espesa y deliciosa semilla de mi papi, nos duchamos juntos, enjabonándonos el uno a la otra hasta quedar limpiecitos.

Cuando salimos del hotel ya eran más de las dos de la tarde, y fuimos directo a comer a un restaurante italiano. Yo comí lasaña y ensalada. Papi devoró una pizza grande completita el solo.

Ambos bebimos un poco de vino, de nuevo si algo he aprendido de la vida, o al menos de la vida en México, es que la mayor parte del tiempo a nadie le interesa un carajo la vida de los desconocidos. Y aunque algunos pocos se den cuenta de que algo anda mal, o raro con alguna persona que se crucen en la calle, nadie hace nada al respecto.

En fin, después de la comida ala que asistí con mi ropita de nena emo, fuimos a la plaza a comprarme unos jeans de mujer super pegaditos, una playerita de algodón de manga larga muy femenina. Todo por supuesto de color negro, me puse mi sudadera rosa con orejas de conejita y estaba lista para regresar a casa, pues estúpidamente no había empacado ropa de niño, gracias al cielo tenía mis tenis de tacón alto que había usado para el partido de TENIS.

Papi me dejó frente a mi casa y antes de bajar de su JEEP, saqué mi conjunto de Tenis de niño y me despedí de él con un apasionado y húmedo beso francés.

Al entrar a mi casa ya eran pasadas las cuatro de la tarde y gracias a la diosa Cibeles mami seguía dormida, así yo pude poner a lavar mi conjunto de tenis de niño, aunque ni lo había usado, simplemente para que la mentira de mi tío tuviera más veracidad.

Yo también me acosté a dormir sin siquiera quitarme mi ropita nueva, estaba exhausta y me desperté cuando mi mami fue a sacudirme a las ocho de la noche para salir a cenar.

      “Ese pantalón es nuevo?” Preguntó mi madre mientras nos sentábamos en una mesita esperando que nos sirvieran nuestras ordenes de tacos al pastor.

      “No, solo no me lo pongo muy seguido… me aprietan un poco.” Respondí yo fingiendo ignorancia.

      “Es normal… son de mujer.” Mamá se veía incomoda, pero decidida a hablar del tema que casi siempre nos esforzábamos por ignorar.

      “¿Enserio? No me había dado cuenta.” Respondí cándidamente.

Mamá me miró escéptica.

      “Sury… no se que te está pasando… siempre has sido diferente… más delicado que los demás niños… siempre has sido especial… pero antes era solo la actitud hijo, ahora incluso comienzas a vestirte como una niña, esa sudadera rosa, tiene hasta orejitas, parece que vas disfrazado, mira nada más esos jeans, se te marca un montón la cola… y esos es otra cosa, parece que cada día te crecen más y más las nalgas, las caderas, los muslos… tienes unas piernas demasiado largas y torneadas Sury.”

Mami por fin estaba hablando del tema que ambas habíamos decidido ignorar durante toda mi vida, la verdad que ambas nos negábamos a admitir abiertamente, que yo era una mariconcita.

      “No es mi culpa… no es como que yo pudiera controlar lo que hace mi cuerpo.” Respondí molesta y nerviosa.

Miraba al suelo, pues eso también era mentira, si que controlaba lo que le sucedía a mi cuerpo, tomando todas esas hormonas y haciendo esos ejercicios para moldear mi figura cada día.

      “No te estoy culpando hijo… solo digo que para eso es que te inscribí al gimnasio, ya llevas dos meses y nada más no veo que bajes de peso, ya casi estás tan nalgona como yo.” Mami me reprochó mientras miraba mis gruesos muslos con ojo crítico, casi con envidia.

      “Solo llevo seis semanas, ma.” Le dije yo haciendo un puchero, me sentía muy molesta por este regaño o lo que fuera.

Por fin los tacos llegaron, y eso distrajo a mi madre de aquel interrogatorio.

Cenamos en silencio, yo sintiéndome juzgada e inadecuada.

Siempre había pensado que mi madre tenia la mente más abierta, que llegado el momento ella aceptaría que su hijo era un jotito y simplemente lo dejaría pasar.

Pero parecía que no seria el caso, al parecer la calma en que había vivido hasta ese momento se debía más a la negación en la que vivía mi madre que a la aceptación.

Estuve a punto de llorar mientras comía mis deliciosos tacos, sintiéndome muy triste y rechazada.

      “No quería hacerte llorar, cariño. Lo siento, de verdad lo siento mi amor. Pero entiéndeme, me preocupa lo mucho que está cambiando tu cuerpo, tal vez sea hora de ir con un doctor a que te haga algunos estudios, tal vez hay algo malo en tu metabolismo o algo así.” Mamá comenzó a disculparse, se notaba muy arrepentida por atacarme de aquella manera.

      “¡No, yo no quiero ir a un doctor! Sé que siempre he sido diferente a los demás niños… sé que no soy suficientemente varonil… y lo siento, lo siento mucho, mami, pero no quiero ir al doctor, no me lleves al doctor, no quiero…” Entonces sí me puse a llorar, eran demasiadas emociones, culpa, miedo, rechazo, tristeza, y además mi sistema estaba repleto de hormonas femeninas.

    “No llores, Sury. No llores hijo. No tienes por qué disculparte cariño, de verdad que no. No te estoy culpando de nada, simplemente creí que el gimnasio te ayudaría a lucir más masculino, más como un hombre… tal vez estoy siendo demasiado impaciente…” Mami le dio un trago a su Coca-Cola y después con una sonrisa demasiado grande dijo. “Te diré qué… seguirás yendo al gimnasio otros cuatro o cinco meses y si no vemos cambios favorables, entonces iremos al doctor. ¿Te parece bien?”

Yo dejé de llorar, aunque me costó un poco, e incluso algunas personas estaban volteando a mirarme, los hombres se quedaban viéndome hasta que sus respectivas mujeres los regañaban o golpeaban para que dejaran de ponerle atención a la bonita niña de piel blanca y cabellos castaños que lloraba como una doncella en peligro.

      “Está bien… mami. Está bien… me esforzaré en el gimnasio y si no hay cambios iremos al doctor, lo prometo.” Dije yo, ya más tranquila, pensando que al menos había comprado más tiempo, pero en ningún momento intentaría hacer musculo, ni mucho menos dejar de tomar e inyectarme hormonas.

Ni loca renunciaría a todos los avances que había logrado gracias a mi tío, me estaba poniendo preciosa y bien buenota, y ni loca iba a regresar a mi cuerpo delgado y simple de niño.

Regresamos a casa y yo le mandé mensajes a mi macho para ponerlo al tanto de los planes de mi madre.

Mi papi me tranquilizó, diciendo que tendría todo solucionado cuando terminaran aquellos meses que mi madre me había dado.

Yo le dije cuanto confiaba en él y cuanto lo amaba a él y a su vergota.

Papi me envió una foto de su pollón bien erecto y me escribió que, ya que yo no podía estar ahí para realizar mis deberes de puta, tendría que darle toda esa carne morrena de macho alfa a mi tía.

Yo me moría de celos, queriendo ser la esposa de mi tío, su mujer oficial, su hembra de planta.

Tuve que conformarme con masturbarme usando mu PLUG, hasta que me corrí suavemente, dejando salir mi semen transparente, líquido y estéril, las hormonas habían destrozado mis testículos y ahora solo producía esa babita transparente de nena marica y castrada.

Ya más calmada, pude dormirme pensando que a pesar de todo lo malo, mi vida como putita marica era bastante buena, no cualquier marica tenía la suerte de pasar el 14 de febrero en una cita romántica y una noche de sexo rudo con un machazo como mi tío.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por fin un nuevo relato, lo esperé con ansias, me encanta tu forma de escribir. Quiero que sepas que no importa lo que digan, aquí tienes gente que te lee, sólo que muchos no comentan pero yo te deseo lo mejor.

Anónimo dijo...

Exacto. Apreciamos tus relatos. Gracias por continuar.