"
La alarma se
encendió como cada mañana a las 6:00 a.m. en mi pequeña habitación en un viejo pero
bonito departamento en las orillas de Chicago.
Me removí en mi cama
aferrándome a los últimos segundos de
dulce sueño pero el molesto ruido me obligó a salir de la cama, dejé mis
cálidas sabanas y encendí mi lámpara de noche, aún estaba oscuro afuera.
Siempre dormía con un enorme Jersey de los
Osos de Chicago y mis boxers, ambos dos tallas más grandes que la mía, pero
aunque el Jersey era lo suficientemente grande como para que cupieran tres
copias de mí, los boxers siempre me quedaban apretados del trasero pero flojos
de la cintura.
Me acerque al espejo
de cuerpo completo que colgaba de la puerta de mi armario y me quité mi
pijama/jersey y quede casi totalmente desnudo, la luz atenuada ilumino mi
blanquísima piel dándole casi un tono plateado.
Ahí estaba yo, un chico de 15 años pero que parecía tres o
cuatro años menor, mi rostro aún no había cambiado desde la niñez y aunque se
suponía que estaba pasando por la pubertad la verdad era que yo había sufrido
ninguno de los horribles cambios con los que la maestra de educación sexual nos
amenazaba cada viernes en la escuela.
Mi piel fina y suave
no era clara, sino verdaderamente blanca como la leche, y ni una sola peca o
imperfección arruinaba mi cuerpo, y hablando de mi cuerpo… me observé mientras
me estiré entrelazando mis delgados y largos dedos de pianista y arqueando mi
espalda hacia atrás mientras trataba de alcanzar el techo… un intento estúpido
pues aun estirado en mi totalidad no superaba los 5' 0" y no pesaba más de
113 lb, ridículo, simplemente ridículo, mientras había compañeros en mi clase
que median 6'5 o más y pesaban 200 lb. yo parecía un niño de escuela elemental
en lugar de un jovencito que estaba por entrar a la universidad.
Mi rostro no estaba
mejor, mientras los demás chicos que me rodeaban se llenaban de granos o bello
facial a veces ambos, mi cara no haba cambiado en los más mínimo a lo largo de
los años, los mismos rasgos delicados y redondeados de mi infancia me hacían
parecer un niño y mis enormes ojos grises me daban una expresión perpetua de
melancolía y timidez, y mis labios en lugar de lucir un bigote incipiente, eran
gruesos y pequeños y parecía que siempre
estaban fruncidos como si estuviera a punto de besar a alguien o hacer un
berrinche, en definitiva no era el rostro de un muchacho mucho menos de un
hombre, y mi blanca piel resaltaba aún más gracias a mi cabello negro como la
noche y algo rizado, y que siempre crecía demasiado rápido asi que lo llevaba
algo largo lo cual provocaba que se rizara en la puntas cubriéndome en
ocasiones la vista por lo cual me veía obligado a quitarme el pelo del rostro y
ponérmelo detrás de la oreja cada cierto tiempo.
Y eso no era lo peor
sobre mi cuerpo.
Podía soportar ser
el más bajo no solo de mi clase, sino de toda la escuela, y a lo largo de mi
vida había aprendido a manejar mi pálida y delicadísima piel, normalmente
usando camisetas de manga larga o sudaderas, y cuando hacía mucho calor como
estaba ocurriendo estos días, usaba litros de protector solar, porque mientras
que los demás chicos blancos se bronceaban al sol yo me quemaba
irremediablemente si no me cuidaba.
Asi que mi rostro
andrógino e infantil no me molestaba tanto pues al menos no tenía acné, y ya me
había resignado a pasar mi vida siendo pequeño, y aunque era una molestia tener
tantos cuidados hacia mi piel ya me había acostumbrado.
Pero lo que de
verdad odiaba de mi cuerpo era mi trasero era enorme, herencia de mi madre,
igual que su cabello ella una castaña de 5' 10" y de 157 lb hermosa y sexy tenía
unos kilos demás pero todos en los sitios correctos, poseía unos enormes pechos
talla FF, pero lo que más llamaba su atención era definitivamente su enorme y
redondo trasero de burbuja, trasero que yo ahora cargaba como una cruz.
Si bien mis nalgas
no eran tan enormes como las de mi madre si eran demasiado grandes para un
chico, mi reflejo lo hacía claramente visible mis hombros estrechos y delgados
mi pecho pequeño y plano con unos pezones rosados y pequeños (otro rasgo raro,
hurra) y mi cintura pequeña y delgadísima, 24" y entonces de repente unas enormes caderas de
40" florecían a ambos lados dando inicio a unas piernas gruesas y
torneadas que parecían larguísimas en mi pequeño cuerpo y terminaban en unos
pequeños y delicados pies.
Mis nalgas eran tan
voluminosas que podías ver mis enormes caderas desde el frente, pero si me
mirabas de perfil, mi enorme y redonda cola llamaba la atención de cualquiera,
y Dios no lo quiera si me mirabas desde atrás podías ver la forma de durazno
que tenía mi vergonzoso culo.
Odiaba esas enormes nalgas de burbuja, eran demasiado femeninas
demasiado… sexis, pues yo tenía mejor cola que la mayoría de la chicas en la
escuela, y solo unas pocas tenían un trasero más grande que el mío.
Suspiré frustrado y
el aire hizo que un mechón de mi largo cabello revoloteara frente a mis ojos, así que lo tome y lo recogí detrás de mi oreja.
Mientras más veía mi
cuerpo blanco y delgado con esas horribles caderas de mujer más me odiaba, pase
mis finas manos por mi pecho, mis pezones rosados se pusieron un poco rojos y
sentí un chispazo en ellos, siempre habían sido delicados, como todo en mí, seguí
acariciando mu piel, hasta mi vientre plano fruto de mi fallido intento de
volverme más varonil, desde hacía un año había acompañado a mi madre en sus sesiones
de ejercicio todas las tardes antes de la cena, habíamos hecho miles de
sentadillas abdominales y corrido cientos de kilómetros en su bicicleta estática
mientras veíamos vídeos de aérobicos en YouTube, pero aunque usaba las pequeñas
pesas de mi madre para hacer los ejercicios mi masa muscular no cambio en lo
absoluto seguí igual de delgado y seguía teniendo esas enormes nalgas aun
cuando hacia sentadillas como loco.
Mis manos llegaron
al elástico de mis boxers, y antes de bajar mi ropa interior tome una larga
respiración, ahí estaba otro de mis más grandes complejos, o más bien mi
complejo más pequeño, más minúsculo…
Baje mis
calzoncillos aunque la pare de atrás quedó atrapada entre mis nalgas, así que
tuve que dar un tirón más firme… y apareció, mi pene…
Mi pequeño y blanco
pene… mi cara se sonrojo furiosamente ante el espejo dando me el aspecto de una
muñeca de porcelana antigua con las mejillas chapeadas.
Lo toque un poco,
aunque para sostenerlo tenía que usar mi índice y mi pulgar pues era demasiado
pequeño para tratar de usar toda mi mano, lo levante y lo acaricie suavemente
viendo como el glande rosado se asomaba tímido, lo sacudí aún más y entonces…
nada.
Mis amigos y
compañeros no hablaban de otra cosa que no fuera follar, o masturbarse, y por
sus comentarios pareciera que pasaban la visa teniendo erecciones, pero yo no, jamás
había tenido una erección, al menos no una auto provocada, o provocada por
alguien más ya sea el cazo, las únicas veces que había visto a mi amiguito
duro, era cuando me despertaba a media noche sudando y excitado por algún sueño
que no lograba recordar, pero aunque esas veces había tratado de masturbarme y
correrme, no había logrado nada, a mis 15 años jamás me había corrido.
Aunque pensándolo
bien tal vez no podía correrme de verdad, pues con un pene de tres pulgadas (lo
había medido en una de esas raras ocasiones) y unos testículos tan pequeños
como una uvas, unas uvas muy pequeñas, aun cuando pudiera eyacular no sería la
gran cosa.
Me quede mirando mi
diminuto pene y mis aún más pequeñas bolas totalmente lampiñas, ni un solo
bello había nacido ahí abajo, otro fallo de la pubertad en mi persona, en
realidad no tenía bello en ninguna parte del cuerpo, ni axilas, ni piernas y
mucho menos en mi parte especial como lo llamaba la maestra Granth,
definitivamente algo andaba mal conmigo, pero no quería ir al médico, me negaba
a tal humillación, cubrí de nuevo mi vergüenza y mire enojado mi reflejo.
Yo era un niño, es
decir yo era un hombre, y seguiría haciendo ejercicio y encontraría la manera
de volverme más varonil les demostraría a todos, yo no era un afeminado no era
gay, yo no era un marica.
Estaba por hundirme
en una depresión adolescente cuando mi radio se encendió automáticamente,
exactamente a las 6:15 como lo había programado en caso de no despertar con la
alarma.
La voz alegre y
chispeante de la locutora de Nexus me animo a levantarme y saludar al día con
una sonrisa.
“¡Vamos chicas! Ya
es hora de despertar dormilonas… así que levanten sus bonitos traseros y
sonrían a este nueva y hermosa mañana de verano. ¡Así es mis amores! El calor
está aquí y llegó para quedarse así que saquen esas minifaldas y sus shorts más
pequeños y a lucir lo que tienen amigas, muestren sus encantos al mundo, y
aunque muchas aún estamos estudiando o trabajando pero pronto comenzaran las
vacaciones… Y todas nosotras sabemos lo que significa, playa, sol, arena y…
bikinis, claro que si dulzuras es tiempo de lucir nuestros encantos y broncearnos
en una hermosa playa, pero cuidado todas sabemos lo problemático que es ser una
chica linda y sexy en Chicago así que no se dejen intimidar, dejen que esos
tipos las escuchen rugir".
En ese momento la
hermosa voz de Kattie lleno mi habitación inundándome de energía y dándome el
valor que necesitaba para enfrentar mi día, y comencé a mover mi cuerpo al
ritmo de la energética canción, misa caderas se movían mientras saltaba
escogiendo la ropa de mi closet.
Me detuve en seco… ¿escuchar
una estación de radio POP para chicas me hacía gay? No claro que no, yo
escuchaba esa estación porque… porque siempre daban buenos consejos sobre la
vialidad, el hecho de que yo no tuviese auto no importa ¿Ok?
Y lo de bailar al ritmo de Kattie Perrie… bueno eso es
porque… porque Kattie es hermosa… eso es todos mi amigos están locos por ella, así que a mí me encanta también, su música y sus atuendos y sus zapatos… porque
se ve sexy en ellos no por otra cosa…
Así que termine de
vestirme mientras Kattie seguía rugiendo en la radio, use unos jeans enormes
dos tallas más grandes que la mía, y aun así se atascó en mi gordo culo, salte
un par de veces hasta que obligué a la prenda a subir aun así mis caderas y mis
piernas llenaron por completo el pantalón haciéndolo lucir entallado de la
parte superior y holgado y flojo de la parte inferior, eso sin contar que ahora
tenía que usar un cinturón para poder ajustar el cinto pues mi delgada cintura
dejaba una tercera parte del talle sin llenar.
Bufé de nuevo al
verme al espejo, estaba totalmente ridículo, parecía un payaso, así que me puse
una de mis muchas sudaderas, esta era
blanca con un conejito con enormes ojos azules estampado al frente, y era tan
grande que podría quedarle un chico gordo y alto perfectamente pero que a mí me
servían de escudo y disfraz, la sudadera ocultaba mi delgado pecho y mis
delicados hombros y era tan larga que me llegaba hasta las rodillas cubriendo
mi gigante trasero y mis gordas piernas.
No podía hacer nada
por mi rostro de niño bueno, pero al menos mi cabello largo escondía mis largas y rizadas
pestañas.
Bajé a la cocina y
como todos los días prepare el desayuno para mi madre y para mí, éramos solo
los dos desde que mi padre un pequeño hombrecito que conocí solo en fotos murió
en un accidente en la carretera, así que mientras mi mama se ocupaba de trabajar
como secretaria para una compañía constructora yo crecí al cuidado de mi tía Chloe
jugando con mis primos Rebecca y Daniel hasta los 12, edad en que comencé a
quedarme solo en casa.
Obviamente me tocó
realizar todas las labores de la casa, cocinar, lavar ropa, barrer y limpiar se
convirtieron en prácticas diarias, y si bien es cierto que cuando comencé era
muy torpe y quemaba hasta el agua, pronto le tome el gusto y el truco y ahora
era toda un ama de casa… es un decir.
Mi madre Alice salió de su habitación vistiendo un sexy
conjunto de lencería rojo, un corssete semitransparente, tanga, y ligueros que se
conectaban a una medias transparentes, rematando el atuendo unos tacones altos
de 4"se veía despampanante con esos enormes pechos apenas contenidos en la
prenda de encaje, y su enorme culo se tragaba el hilo dental de tal manera que
de espaldas podrías jurar que no estaba usando nada, por delante el pequeño
triangulo de tela transparente apenas y cubría su pubis rasurado.
Mamá estaba
maquillándose con un espejito de mano viéndose de todos los ángulos para ver
que su maquillaje fuera perfecto.
Su cabello castaño
claro y ondulado como el mío, aunque ella lo llevaba largo, hasta media espalda
estaba perfectamente peinado haciéndola verse sexy y bonita a partes iguales.
“Buenos días mamá”
“Buenos días cielo”
dijo ella sin verme, aunque yo seguía viéndola a ella, había algo hipnotizaste
en su sexy cuerpo apenas cubierto por lencería y no era que me gustara mi
madre, para nada, la había visto miles de veces en ropa interior y otro millar
de veces desnuda por completo, y era solo cuando usaba ropa interior o incluso
un atuendo sexy cuando más captaba mi atención, las prendas se veían hermosas
en su cuerpo… tan reveladoras y al mismo tiempo escondiendo algo… no sabía por
qué pero me encantaba ver la lencería de mama, y también sus tacones altos eran
tan bonitos y sexys…
Pero de nuevo
seguramente me gustaba todo eso porque me excitaba ver mujeres en lencería… eso
es, me gustaban las mujeres con encaje, no me gustaba el encaje y la lencería
por si solas, no, eso jamás.
Deje de ver a mama y
ruborizado serví los panqueques y el huevo revuelto con jamón, mama apenas
mastico la comida y volvió a su cuarto.
Cuando terminé de
lavar los platos ella salió con su ropa de oficina, un saco y una falda gris muy
sobrios pero en su cuerpo se veían francamente provocadores, en especial la
falda que estaba poniendo a prueba su resistencia al no reventar por contener
el enorme culo de mama.
“Y ¿por qué el
atuendo?” pregunte curioso.
“Es mi ropa de
trabajo… ¿De qué hablas?” Mama miró a otro lado evitándome.
“Me refiero a todo
lo que llevas debajo” Le sonreí yo.
Vi como su bonito
rostro se sonrojó y una sonrisa traviesa asomo en sus labios.
“Bueno no quiero
adelantarme pero conocí a alguien..."
“¿A alguien? ¿O aun
hombre?”
Sus mejillas ahora
estaban aún más rojas.
“Bueno, bueno, conocí
a un hombre ¿ok? y este podría ser el bueno, o más bien el único, ya sabes que
no he salido con nadie en años”
Me reí, parecía que
ella era la hija y yo la madre… es decir el padre.
“¿y…?”
Ella sorbió su café
mientras hacía tiempo para contestar, pero yo volví al ataque.
“Y…”
“Y comenzamos a
salir… hace un mes” mama lo dijo rápido como para arrancar una bandita y que
doliera menos.
“¿Hace un mes? ¿Y por
qué no me dijiste?”
Mamá de nuevo bebía
su café entusiasmada y nerviosa.
“No lo sé, pensé que
te enojarías”
“¿Por qué me
enojaría?”
“Bueno no hemos pasado
mucho tiempo justos últimamente y antes si lo hacíamos, ya sabes cuándo veíamos
películas o cuando me peinabas y me pintabas las uñas”
Fue mi turno de
mirar a otro lado avergonzado de haber hecho esas cosas con ellas, cosas de
niñas, tenía razón apenas hacia una semana el domingo habíamos pasado todo el
día en el sillón frente a televisión viendo comedias románticas comiendo helado
y yo maquillándola y dejando que me maquillara para probar nuevos estilos que
ella después usaría
“Eso fue hace mucho”
“Eso fue hace un par
de días Alexis”
Yo lance un bufido e
hice un puchero enojado.
“¿Mi niño bonito está
molesto? dios Alexis lo que no daría por tus labios son tan bonitos y cuando
haces pucheros se ven aún más sexis”
“¡Mamá, no tengo
labios sexis!” dije aún más enojado, pero sin poder quitar esa expresión de mi
rostro.
“Ok, ok, no tienes
labios sexis, y supongo que tampoco tienes el mejor culo de toda tu escuela
¿verdad?”
“¡Mamá!”
“Vamos Alexis estoy
jugando, aunque sabes que te apoyaría en cualquier camino que eligieras, Aiyden
es muy apuesto”
“¡Mamá Aiyden es solo
mi amigo!”
“Bueno Alexis si tu
no lo haces tu novio te aseguro que Aiyden dejará de ser tu amigo para ser tu
padre”
“¡Mama!” dije totalmente rojo de la ira.
“Tranquilo cielo,
solo estoy jugando, no te pongas celoso”
“No estoy celoso”
estaba enojado porque mama insinuó que yo o Aiyden éramos gays no por que
tuviese miedo de que me quitara a Aiyden, ¿verdad?
“Tranquilo yo ya
tengo mi toro” y diciendo esto mi madre suspiro con una sonrisa soñadora
mientras se estremecía.
“¿Toro?” pregunte
extrañado por la palabra.
“Sí, un verdadero
alfa” dijo soñadoramente, en ese momento mamá se dio cuenta de lo que estaba
diciendo y sacudiendo la cabeza como para despertarse, miro avergonzada el
rincón de la cocina.
“Bueno ¿y quién es ese hombre con el que has
estado saliendo un mes sin decirle a tu hijo?” Ahora que había bajado a guardia
tal vez me respondería.
“Se llama Darius, es y sus socios construirán
un hotel nuevo en North Avenue Beach, así que como soy la secretaria del Sr.
Harris, pues casi a diario nos veíamos y un día me invito a cenar, él solo
quería cenar pero cuando sentí lo que tenía entre las piernas… tuve que
probarlo y fuimos a su casa y… no lo vas a creer mi cielo tiene una hermosa y
enorme…”
Mi madre se lamió los labios y dio un gemido sensual y hambriento, mientras con sus manos
mostraba el tamaño de esa cosa, unas diez pulgadas.
“¡Mamá, no necesito
saber los detalles! solo quería saber dónde vivía y a que se dedicaba”
“Perdón mi cielo
pero es que joder aun no puedo caminar derecha…”
“¡Mamá!
“Ok, Ok, Vive en
Gold Coast, el nació y creció aquí… ¡pero ya es tarde, me marcho mi cielo!”
Mamá se puso de pie
muy apresurada tomo su maletín, me dio un beso y cuando estaba por salir se
detuvo en la puerta.
“Vamos a salir a
cenar el viernes en le noche, le preguntaré si puedo llevarte ¿Ok?”
“No lo sé, ahora que
me has puesto esas imágenes en la cabeza no sé si quiero conocerlo”
“Alexis, lo que deberías
hacer es conseguirte un buen macho y dejar de ser tan depresivo”
“¡No soy gay!” Grite
enojado mientras mamá se marchaba riendo.
Me quede en la mesa
meditando.
Así que mamá estaba
viendo a un hombre, eso era bueno durante años yo fui su prioridad y asi
pasaron quince años sin que saliera a citas ni nada por el estilo, estaba feliz
por ella, ahora todo tenía sentido, últimamente madre llegaba muy tarde a casa,
de madrugada de hecho, y sin embargo lucia radiante, rejuvenecida, hermosa, podía
darme cuenta que eso podría ser el resultado de… una buena follada, un hombre
estaba follando a mi madre y por eso ella estaba siempre feliz.
¿Tan bueno era que
te follaran? ¿Tan bueno era que un hombre de verdad te poseyera? ¿Un toro? ¿Qué
demonios es un toro? ¿Tan bueno era ser una mujer y que te dieran una buena cogida?
Aleje esas ideas de
mi cabeza y me recordé a mí mismo mi nuevo propósito de ser más varonil, y sabía
a quién acudir por ayuda.
♠♥♠♥♠♥♠
Legué a la escuela
después de conducir en mi bicicleta, y con Britney Spears en mis audífonos y
aunque aún no eran las ocho ya estaba comenzando a sudar, el verano estaba casi
encima y comenzaba fuerte, por un momento me atrajo la idea de quitarme la
sudadera pero recordé que abajo no tenía puesto nada y además dejaría a la
vista de todos mi enorme trasero, no, mejor no hacer una locura, una ventaja de
que mis hormonas aun no estuviesen trabajando era que mi sudor no olía, o al
menos yo no percibía olor alguno.
Después de dejar mi
bicicleta en el estacionamiento me dirigí a mi casillero, donde me reuní con mi
grupo de amigas…
Sí, amigas, pero la
única razón por la cual tenías solo niñas como amigas era por que planeaba
seducir a alguna de ellas, sí, ese era mi plan, definitivamente no era porque
me gustara sus pláticas sobre chicos, moda y chismes.
Y ahí estaban reunidas las cuatro abejas
reinas de la escuela.
Roxy una latina
despampanante de piel caramelo y cabello negro cuervo lacio y largo hasta sus
bien formadas nalgas, Laura tenía el mejor culo, un culo latino, en realidad el
tercer mejor trasero de la escuela, si mama tenía razón el primer lugar lo
disputaba mi enorme trasero en forma de durazno y el perfecto culo de Alika… sacudí la cabeza
para alejar esos pensamientos nada varoniles de mi mente.
Roxy usaba unos
jasen tan pegados que parecían pintados sobre su piel la morena usaba una camisa
a cuadros atada al debajo de sus pechos, dejando al descubierto su plano
abdomen mientras que al mismo tiempo la camisa realzaba su pechos talla B.
Cindy una rubia BIMBO de grandes tetas copa EE tan
redondas y firmes que todos sospechábamos fueron operadas, se sabía que Cindy tenía
un Sugar Daddy que le compraba todo lo que quería, la rubia usaba coletas
largas y sedosas que le daban un aspecto de colegiala inocente, aspecto que se perdía
cuando veías que usaba unos mini shorts tan pequeños que bien podría ser un
cinturón de mezclilla, aunque en realidad su bonito culo era muy pequeño,
definitivamente sus enormes tetas eran su mejor encanto.
Después estaba Hana
Thang una chica mitad japonesa, que a diferencia de las demás asiáticas de la
escuela Hana era alta bien formada y con unas tetas doble D que presumía con
camisas entalladas que hacían visibles su pezones oscuros, usaba faldas
escocesas y sus lentes le proferían un aire de niña inteligente.
Y al final de todas
estaba Alika, la espectacular afroamericana de nuestro políticamente correcto
grupito, era alta delgada pero con un trasero digno de su raza negra, sus
pechos también pequeños pero firmes la hacían parecer una amazonas, pues
mientras que el abdomen de todas nosotras era plano, el de ella estaba marcado
por unos pequeños abdominales fruto de su duro entrenamiento como capitana del
escuadrón de porristas, porque obvio que las cuatro chicas más sexys de la
escuela eran porristas, yo… yo solo era el ayudante personal de Alika, el chico
de los recados, y ayudaba a la niñas a hidratarse tener sus toallas listas y
acomodar los materiales que usaran como pompones bastones, a veces también
lavaba los uniformes cuando le escuadra tenia demasiado entrenamiento o
salíamos a competir.
“Hola chicas” salude
con mi suave y tímida voz de soprano.
Las chicas me
saludaron dándome un beso en cada mejilla excepto Alika que se conformó con
mirarme y mover su mano en señal de reconocimiento.
“Lex, que bueno que
llegas, algo horrible a ocurrido” Chilló Cindy mientras saltaba alarmada
haciendo que sus enormes pechos falsos rebotaran.
“¿Que sucedió?”
“La directora quiere
prohibir la ropa reveladora en la escuela y también quiere modificar los
uniformes de la escuadra dice que son demasiado sexys” Hana me explico, con ese
acento asiático suyo.
“No puede hacerlo,
mi abuelita trabajó mucho en ellos” se quejó Roxy, mientras daba un pisotón al
suelo enfadada.
La abuelita de Roxy
quien era costurera era la responsable de la creación de los atuendos más sexys
y hermosos que había tenido el escuadrón de porristas en toda la historia.
“¿Y qué propones pequeño
niño blanco, tú puedes pensar en una solución? Porque si quieres seguir dentro
del grupo de porristas tendrás que ayudar a solucionar esto, ¿entiendes?”
Alika me había
acorralado entre ella y mi casillero mientras me daba una mirada fría y sádica.
“Vamos Alika deja al
pobre chico en paz” Roxy me defendió con ese acento y latino.
Alika la miro
enojada, odiaba cuando alguien la contradecía, pero Roxy nunca se había dejado
intimidar por ella tal vez era la sangre mexicana, la morena era valiente.
“Lex siempre nos
ayuda mucho, además es súper hermoso… míralo” Cindy me tomo de las mejillas y
las estiro provocando que mis mejillas se tiñeran de rosa. “Es como un pequeño
conejito”
Cindy termino de
tocar mi rostro.
“Si tan solo no te
vistieras tan mal, podrías ser bastante popular, hay un montón de chicas
interesadas en los chicos femeninos y delicados como tú, ya vez mi primo
Riosuke tiene a montón de locas haciendo fila y parece uno de esos maricas
coreanos que cantan K-pop” Hana miraba criticando mi holgada y horrible ropa.
Yo me abrace y me
hice más pequeño intimidado por toda la atención recibida por parte de estas
diosas, ninguna de ellas me había visto sin mi disfraz de NERD.
“Yo creo que le iría
mejor con los chicos, eres tan bonito, yo mataría por tener tu piel”
Cindy me seguía
viendo mi rostro como si quisiese arrancármelo y usarlo para un sábado en la
noche.
“Yo creo que
deberías concentrarte en ayudarnos en esto dejar de pensar en tener pareja”
Alika seguía mirándome molesta.
“Lo haré Alika,
leeré el código de la escuela y veré si puedo encontrar algo útil”
Dije mansamente, no
me gustaba hacer enojar a nadie, y menos aún a Alika que era la reina de toda
la escuela.
“Más te vale pequeño
niño blanco, porque si me obligan a vestirme como una monja estas fuera de la
escuadra y mejor te vas consiguiendo otros amigos porque…”
“Ya tiene otros
amigos”
Alika fue interrumpida por una grave y sensual voz masculina.
Levante la mirada
sabiendo a quien encontraría, y en efecto ahí estaba de pie en toda su gloria.
Aiyden Prince, el
mariscal y capitán del equipo de fútbol americano, Con sus 6' 5" de altura
y sus 210 lbs. de puro musculo Aiyden se alzaba frente a nosotros como un Dios
ante meros mortales su enorme pecho y
hombros se marcaban perfectamente debajo de su camisa negra, sus jeans blancos
estaban ajustados a sus poderosas piernas, Aiyden llevaba el cabello casi
rapado y un pequeño bigote bien rasurado que lo hacía ver muy varonil su mirada
era seria y dura y su piel color ébano casi brillaba a la luz de las lámparas
del pasillo. Era increíble que alguien tan enorme y perfecto… es decir tan
musculoso, tuviese solo dos años más que yo.
Aiyden domina el
lugar con su sola presencia como si de su perfecto y bien esculpido cuerpo
irradiara ondas de poder masculino ante el cual la única opción lógica era someterse
y obedecer.
La presencia del
enorme muchacho negro altero a todas nuestro grupo, Cindy arqueó la espalda
mostrando sus enormes y blancos pechos, Hana mira hacia arriba mientras se
menaba de un lado al otro con ojos de gatito japonés, Roxy inmediatamente dejo
caer uno de los libros que sostenía para poder inclinarse y mostrarle su
caliente culo latino, Alika se alejó de mi asustada y yo… bueno yo sentí que ni
pequeño pene dio un saltito pero seguramente fue la sorpresa.
Aiyden solo les dirigió
una breve mirada y después se concentró en Alika y en mí.
“Siempre que volteo
estas acosando a Alexis, porque no lo dejas en paz e una buena vez, deberías
estar agradecida de todo lo él que te ayuda”
Aiyden miraba
decepcionado a la chica afroamericana.
“Claro defiéndelo
como siempre, en lugar de saludar a tu hermosa novia lo primero que haces al
llegar es defender a tu pequeño niño blanco, creo que lo quieres más a él que a
mí, pasas más tiempo con él, eso es seguro”
Alika cruzó los
brazos debajo de sus pechos lo cual provoco que estos quedar más a la vista. Aiyden los miro un
poco embobado.
Idiota siempre caía
en ese truco, lo mire sintiéndome enojado y traicionado enojado por alguna
razón que no supe explicar.
Aiyden se recuperó
pronto y negando con la cabeza simplemente suspiró.
“Mira mi amor no es
que no te quiera, es solo que no me gusta que lo molesten, entiéndelo, sabes
que gracias a Alexis pasé algebra y química, sin su ayuda estaría fuera del
equipo, ¿es eso lo que quieres?”
Aiyden haba tomado
la barbilla de Alika en sus manos y la obligo a mirarlo.
Alika aun molesta
trataba de evitar su mirada.
“Mírame”
La orden fue directa
y firme, no admitía desobediencia, y Alika lo miró.
Yo también lo hice, obedeciendo
sin siquiera pensarlo, Aiyden tenía los ojos más oscuros que yo hubiese visto
en mi vida, casi negros.
Aiyden se dio cuenta
de que yo lo miraba directamente y sonriéndome se inclinó a besar a su novia y anqué
Alika cerró los ojos disfrutando de los labios de su hombre Aiyden seguía
mirándome mientras la besaba, de nuevo mi micro pene dio un salto y esta vez se
quedó algo erguido, tal vez para cualquier otro chico ese hubiese sido un
problema pero para mí no, mi enorme pantalón y mi diminuto pene confabularon
para que nadie pudiese ver que estaba teniendo una semierección.
Cuando el beso
termino bajé la mirada avergonzado con las mejillas ardiendo, me había excitado
mirando a Aiyden… no claro que no lo que me emociono fue ver a Alika la sexy
capitana de porristas en tan apasionado beso, eso fue, por supuesto que si.
Aiyden entonces me
tomo del hombro y me llevo con él.
“Bueno chicas me
llevo al pequeño Alexis necesitamos hablar sobre el próximo examen de algebra”
Y sin esperar
contestación me llevo con él, todos en el pasillo abrieron paso mientras
caminábamos algunos chicos blancos incluso de encogían de miedo cuando Aiyden
pasaba a su lado.
Yo me sentía
protegido y a salvo.
Me sentía feliz,
saber que Aiyden el más popular chico de la escuela me consideraba su amigo me hacía
sentir en las nubes.
Antes de que la Sra.
Thomson me asignara como tutor particular de Aiyden los demás chicos me hacían bullyng
y me molestaban, en especial los chicos negros, era como si estuviese en su
naturaleza humillar y someter a todos los niños blancos y débiles que
encontraban por su camino… y yo estaba de acuerdo en ello, creo que es natural
que los débiles obedezcan a los fuertes así es como evolucionamos hasta ahora,
con líderes y machos fuertes guiando a los más débiles.
Pero aunque yo no
pensaba protestar por las continuas bromas que los chicos negros me hacían
cuando ayude a Aiyden a pasar sus exámenes él puso punto final al bullyng,
nadie podía tocarme o molestarme.
Como tenía que
esperar cada tarde a que Aiyden terminara sus entrenamientos, me sentaba en las
gradas viéndolo hacer pases y anotaciones, mientras las porristas practicaban,
y fue en una de esas tardes mientras yo no podía dejar de mirar a Aiyden
dominar el campo como un semidiós, cuando Roxy me descubrió y me pidió que fuera
por algunas botellas de agua y asi comencé a ser parte del grupo de porristas
hasta que me incluyeron oficialmente para poder obtener créditos escolares.
Pero eso había
pasado hace ya un año, el mejor año de mi vida, siendo amigo de Aiyden todos me
conocían y me respetaban… No, no me respetaban a mí, respetaban a Aiyden y como
yo era de Aiyden todos respetaban las cosas de Aiyden, su propiedad.
Un escalofrió me recorrió
cuando me detuve en ese pensamiento, yo era de Aiyden, le pertenecida.
Incluso Alika lo
dijo, “Tu pequeño niño blanco”, yo era el pequeño niño blanco de Aiyden.
¡Mierda! De nuevo
con pensamientos raros…
Aiyden y yo llegamos
frente a una máquina de bebidas, y sin preguntar nada metió dinero y saco dos
botellas la suya un Gatorade azul, la mía una caja de leche de fresa.
“¿Leche de fresa? Yo
quería una coca” un puchero infantil se dibujó en mis gruesos labios.
Aiyden que estaba
bebiendo se limpió los labios con el dorso de la mano y me miro serio.
“Debes tomar leche
si quieres crecer algún día, Lexy… no dejes que Alika te trate de esa manera, debes
ser más firme, más valiente no puedo protegerte todo el tiempo… aunque
quisiera.”
Esa era mi oportunidad.
“Eso es lo que
quiero, quiero… entrenar contigo”
Aiyden me miro
sorprendido y después soltó una carcajada, so me enojé y me encogí de hombros
mientras mis labios formaban un puchero sin que yo lo pudiese controlar.
“No es
gracioso” di un pisotón al suelo de
forma infantil.
“Ok, Ok, no me
reiré, asi que quieres entrenar conmigo… está bien supongo que te lo debo, tú
me enseñas ciencia yo te enseñare deportes, pero seré muy duro contigo”
Aiyden me tomo por
la barbilla como había hecho con Alika y me miro directo a los ojos.
“No creas que por
ser pequeño y lindo tendré piedad, ahora sé un buen niño y bebe tu leche”
Un gemido salió de
mi garganta cuando Aiyden me acaricio la mejilla.
Mi cara debía estar
al rojo vivo pues la sentía arder de vergüenza, mientras que esta vez sí,
definitivamente mi pene estaba completamente duro.
Aiyden por fin me soltó
y después de quedar para estudiar en la biblioteca mañana en la tarde ambos nos
despedimos él que siempre chocaba puños con sus amigos a mí me despeino el
cabello en una caricia amistosa y se fue.
♠♥♠♥♠♥♠
Las clases pasaron
sin que yo prestara demasiada atención lo cual no me preocupaba demasiado pues era
un ratón de biblioteca y el favorito de los profesores.
Pero lo que si me
preocupaba es que todo el día estuve pensando en Aiyden y como me trataba, como
me acaricio mi mejilla mientras me veía con esos ojos negros.
En como mi cuerpo
reacciono ante su sola presencia.
No soy gay me dije,
no soy un marica, no soy una niña.
Me esforzaría al
máximo en el entrenamiento de Aiyden y le demostraría que podía ser valiente y
fuerte y entonces podríamos ser verdaderos amigos.
Con esos
pensamientos salí de la escuela y me subí a mi bicicleta y pedalee hacia mi
casa, tan perdido iba que al atravesar una encrucijada no me di cuenta de la
luz roja y un auto me golpeo por el costado, pude escuchar el ruido de la llantas
al frenar mientras caía hacia el asfalto, el dolor me borro todos los
pensamientos que rondaban en mi mente.
El conductor de auto
se bajó corriendo y llego a mi lado.
“¿Qué diablos te
sucede maldito blanquito?”
Pero entonces cuando
lo mire, un enorme y negro hombre en un traje gris tan elegante que por fuerza era italiano, me
miraba desde las alturas era más alto y grande que Aiyden, la expresión de
enojo cambio totalmente a la de sorpresa y después la preocupación se dibujó en
su rostro, el enorme hombre se arrodillo a mi lado cubriendo la luz del sol
como un titán.
“Perdone señorita, creí
que eras un vago cualquiera, está usted bien”
¿Señorita? ¿Por qué
me llamaba señorita?, entonces mire mi cuerpo y descubrí que mi sudadera se
había levantado dejando a la vista de este desconocido mi vientre plano y
blanco y mis enormes caderas destacaban como un anuncio de neón, gracias a que
estaba recostado en el asfalto como una damisela en apuros.
“Yo… no soy…” y
entonces al tratar de apoyar mi mano un dolor fuerte me hizo gritar.
“Déjame ver eso
niña” el enorme hombre negro tomo con delicadeza mi diminuto brazo y el
contraste entre su piel negra africana y mi piel nívea me estremeció, parecía
que podría romper mi brazo como si fuese una ramita, y seguramente podría hacerlo
era un enorme león negro y yo solo un conejito asustado.
“Solo esta adolorida
no se disloco, no tienes fracturas, pero te llevare a mi casa, y llamare a mi
doctor”
“No es necesario… yo…”
Traté de hablar y de
decir que estaba bien pero mis palabras se ahogaron en un grito de sorpresa
cuando fui alzado del suelo como si no pesara nada.
Un brazo sujetaba ni
espalda y la otra estaba debajo de mis rodillas.
¡Me estaba cargando
al estilo princesa!
La sorpresa de tal
acción me obligo a llevar mis brazos alrededor de su cuello para poder
sostenerme, aunque en realidad no podría caerme pues ese enorme oso me tenía
bien sujeta.
Él se puso de pie en
toda su altura que debían de ser unos 6' 10" y aunque nunca había estado
tan alto sin subirme a una escalera no pude admirar la vista pues mis ojos grises estaban completamente fijos
en el rostro de aquel hombre de ascendencia africana, sus ojos eran los mas
hermosos que había visto en toda mi vida ¡eran dorados! Como los de un felino,
los de un León.
Un león adulto, sabio
y maduro pues su cabello que lleva baba casi rapado y su barba en forma de
candado estaban tenidas por canas
plateadas que lo hacía verse muy distinguido, era casi idéntico al actor Idris
Elba, solo que con la piel tan negra como el ébano, mientras que Aiyden tenía
el color del caramelo oscuro pues entre sus abuelos había ingleses, este hombre
era puramente negro, casi obscenamente negro esta no era una piel
afroamericana, no, este era el color de un africano de verdad.
¿Por qué estaba
comparando a este hombre con Aiyden? Como si fueran dos caballos sementales de sangre pura que compitieran para
preñar a una yegua en celo?
Nos quedamos
mirándonos una eternidad y pude sentir como sus manos que me acariciaban un
suavemente, una en el hombro y la otra peligrosamente cerca de mi gordo culo.
El aroma de su
loción me estaba intoxicando pero más que eso era el aroma a su sudor que era más
fuerte el que me mareaba, un aroma salvaje y fuerte, el aroma de su almizcle,
el aroma de un macho de verdad…
Y sin saber por qué
lo hice, hundí mi rostro en su enorme y fuerte cofre y comencé a respirar su
delicioso aroma, y aunque
me dolía la muñeca, tenía rasguños en todo el cuerpo, mi micro pene estaba
totalmente duro, finalmente y sabiendo la razón, por primera vez tuve una
erección completa y reconocí que este delicioso aroma de macho alfa fue la
razón por la que me hizo llorar como si el golpe realmente me hubiera
lastimado.
"Shh, shh,
pequeña, todo está bien, deja que el viejo Darius te cuide, vamos, vamos a casa
para que puedas descansar, no dejaré que nada te pase, mi linda pequeña".
Y aunque sabía que
él solo estaba tratando de calmarme, le creí, pensé que iríamos a casa y que me
consentiría y cuidaría de mí hasta que todo estuviera bien nuevamente, lo creí
todo.
Y mientras me dejaba
en el asiento del pasajero de su Maserati negro (hasta ahora había prestado
atención al auto que me había golpeado) mi mente estaba tratando de darme
señales de alarma que ignoré mientras aún lloraba y gemía como una niña
pequeña.
"Darius",
¿dónde había escuchado ese nombre antes? ¿Y por qué parecía que era importante?
"Darius" repetí el nombre mentalmente y sabía a miel ... Sr. Darius,
llamarlo señor me pareció lo más correcto.
Estaba a punto de
descubrir el misterio de mi nerviosismo al escuchar su nombre cuando el Sr.
Darius se sentó al volante y me sonrió.
"Puse tu
bicicleta en el maletero, no es muy grande pero tu bicicleta es pequeña, una
bicicleta linda y pequeña para una niña linda y pequeña, ¿verdad?"
Y la alarma en mi
cabeza se apagó completamente dejando el misterio sin resolver, porque lo único
en lo que podía pensar es en cuán poderoso y enorme era este hombre y cuán
pequeño y delicado era.
El Sr. Darius se
inclinó hacia mí ... No retrocedí, quería estar cerca de él, y tomando el
cinturón de seguridad, me lo arrastró por el pecho hasta la cintura y se detuvo
para acariciarme los muslos gruesos por unos minutos. más segundos que es
estrictamente necesario y luego finalmente abrochado el cinturón.
Un escalofrío
recorrió mi columna vertebral y, aunque todavía estaba adolorido y confundido
por todo lo que estaba viviendo, mi micro pene todavía estaba totalmente
erecto.
"No llores más
princesa, pronto estarás bien, déjame todo a mí".
Por segunda vez en
el día, un hombre negro me tomó de la barbilla para verlo a los ojos y acarició
mis mejillas limpiándolos de mis lágrimas.
"Sonríe para
mí, mi conejito", dijo, señalando con sus increíbles ojos dorados el
conejito de mi sudadera.
Y le sonreí.
"Eso está
mejor, una hermosa potra como nunca deberías llorar"
Potra, me llamó
potra y en lugar de corregirlo o preguntar por qué me llamó así, solo pude reír
tímidamente.
Y entonces ese
poderoso guerrero africano se acercó y besó mi frente en un extraño gesto
paternal que me arrancó un ronroneo.
El Sr. Darius se
puso su propio cinturón y luego comenzó.
Y podría haberme
llevado al centro del bosque para matarme, porque no vi el camino en ningún
momento, porque mi atención y mis sentidos estaban puestos en ese macho alfa.
Su barba, su nariz,
sus ojos y su fuerte mandíbula me hicieron sentir mareado, su enorme pecho y
sus gruesos brazos que, a pesar de su traje italiano, sobresalían haciendo que
mi corazón latiera como loco.
Pero la razón más
poderosa para seguirlo hasta el fin del mundo fue ... su aroma, su fragancia de
hombre, su esencia de hombre, de macho alfa, y mientras lo adoraba con sus ojos
seguí respirando ese olor, todo el camino respirando profundamente.
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